Decíamos ayer que esto de las cartas coleccionables es todo un universo, y está íntimamente relacionado con el mundo de los tebeos. Por ejemplo, en algunos ejemplares de tebeos de Marvel, sobre todo en los 90, se incluían cromos exclusivos, para que los coleccionistas de cromos de superhéroes Marvel tuviesen que hacerse con un ejemplar, y estos cromos, limitados y que no se podían conseguir de otra manera, se convertían en los más buscados. Pues la editorial Bongo hizo exactamente lo mismo. En 1994, tras un acuerdo con la empresa de cards Skybox, regaló con algunos de sus tebeos un cromo exclusivo, complementario a la colección de cromos de Skybox de los Simpsons, y que representaba al jugador de béisbol ficticio Willy Dipkin, apodado "The Dupe" (primo, inocentón).
Este cromo único, especial y de coleccionistas, que vemos arriba a la derecha, se regalaba concretamente con el clásico número 4 de Simpsons Comics (en la parte superior de la portada advierte del cromo de regalo). En esta historia, titulada "It's in the cards" ("Escrito en los cromos" en la versión española de Ediciones B; "Todo está en las tarjetas" en la mexicana de Vid), la presencia del béisbol y de los cromos de béisbol era constante. Todo comienza con el siguiente anuncio en el periódico Springfield Shopper:
El partido estrella de la jornada, entre los Isótopos de Springfield y los Salem Boulevardiers iba a tener lugar esa misma tarde, y en él se iban a regalar cromos y cerveza, además de hacerse las fotos para los cromos de la próxima temporada. Homer y Bart ven el anuncio al mismo tiempo, y ambos van a asistir al partido, obviamente, con diferentes motivaciones. Ambos harán "peyas" de sus obligaciones laborales/escolares.
El locutor anuncia el evento, y la posibilidad de bajar al campo a conocer a las estrellas:
Es entonces cuando el jugador Bill McCloskey les explica a Bart y Milhouse que además de sus habituales motes, los jugadores tienen otros motes "cariñosos" para denominarse entre ellos, en privado:
Así, Bart sabe que al prestigioso Willy "Inocente" Dipkin en la intimidad sus compañeros supuestamente le llaman "Cara de Pez". Pero cuando Bart va a saludarle por ese nombre, éste se molesta enormemente y le persigue para zurrarle:
Willy "Cara de Pez" Dipkin se enfada tanto, que exige que expulsen a los niños:
Es entonces cuando Bart decide tomarse la justicia por su mano:
A partir de ese momento, el cromo de Willy Dipkin se convierte en un raro ejemplar de coleccionista, al posar con su mote grosero en el mango del bate, gracias a la astucia y mala baba de Bart:
Aunque Bart también se llevará su propio merecido, por interferir en el mercado de rarezas de cromos de béisbol y especular con ellos:
Como ya hemos contado, el cromo de béisbol de Willy Dipkin, cuya elaboración hemos visto en esta secuenciad e viñetas, muestra visibles errores: la cabeza de Bart asomando al fondo, y sobre todo eso que llaman ahora un enorme "fail": el texto "FISH FACE" ("cara de pez") bien visible en la empuñadura del bate. Directo al mercado de coleccionistas.
Como también hemos explicado ya, este cromo se convirtió también, en un magistral giro de Bongo Comics, en un verdadero ejemplar de coleccionista, al ser puesto en el mercado fuera de la colección habitual de cromos, y regalado en exclusiva con el tebeo mencionado (entre otros varios de Bongo).
Pues resulta que existe una vuelta de tuerca más, y es que esta parodia de cromo de Willy Dipkin está inspirado en el que probablemente sea el cromo de béisbol más caro y buscado de la historia: el del jugador Bill Ripken, segunda base de los Baltimore Orioles, quien apareció de esta guisa en la primera edición, limitada y retirada, de los cromos de la editorial Fleer de 1989:
Claramente se puede leer, en la empuñadura del bate, el texto "FUCK FACE" que algún cachondo compañero le había escrito para la posteridad, antes de posar para la cámara. Probablemente, el mayor epic fail de la historia... de los cromos de béisbol, al menos. En posteriores ediciones, el cromo fue tratado con complejos programas de edición de imágenes, y definitivamente Bill Ripkin y su famoso bate quedaron inmortalizados de esta manera.
Una estupenda historia de coleccionismo y meta-lenguaje historietístico, que tarde o temprano tenía que contar.
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