Smalland: Survive the Wilds - Análisis

Mucho más que un Grounded con hadas

Hay veces en las que un juego te atrapa desde su primera imagen promocional y despierta tu atención y tu imaginación haciéndote fantasear con cómo será el producto final. Como señor de 45 años que aún cree en las hadas, Smalland tuvo ese efecto en mí desde su primera aparición en los medios. Con una propuesta que parecía ya conocida, la buena gente de Merge Games nos prometía hacer lo pequeño grande en una aventura de proporciones titánicas en la que lo real y lo fantástico, lo mundano y la feérico se iban a dar la mano mezclando seres diminutos, hadas, insectos y hasta gigantes. El momento ha llegado y, desde el 15 de febrero, Smalland ya está disponible en PS5, PC y Xbox Series en digital, aunque también en físico para PS5 de la mano de Tesura Games en una edición que incluye un librito de arte con los personajes. La gran pregunta es ¿Ha cumplido las expectativas? ¿Merece la pena su propuesta? Te lo contamos en nuestro análisis de Smalland: Survival the Wild, un título sorprendente en muchos aspectos.

Bienvenido al mundo real... de las hadas

Smalland nos pone en la piel de un miembro de la Plebe. Un pequeño ser de aspecto humanoide que podemos crear a nuestro antojo jugando con algunas opciones como el tipo de cuerpo, la forma de las antenas, el rostro, los ojos, los cabellos, las orejas, y el vello y las marcas faciales. Tras un gestor de creación que no es el más completo del mundo pero cumple con las necesidades de la propuesta, Merge Games nos mete en la historia. La Plebe, estas pequeñas criaturas feéricas con aspecto de hadas, llevan años ocultas del mundo exterior a salvo en el interior de La Madriguera. Ahora ha llegado el momento de volver a la superficie, y para ello han enviado a una serie de Vanguardias para ir preparando y asegurando el terreno. En nuestro papel como Vanguardia de la Plebe, tendremos que explorar el extenso mundo que nos rodea cumpliendo misiones para distintas facciones y cartografiando la zona para garantizar el regreso seguro de nuestro pueblo.

Primera salida al exterior

Obviamente las cosas no iban a ser precisamente fáciles. Mientras exploramos y avanzamos en la campaña, nos encontraremos con una gran cantidad de peligros tales como insectos de todo tipo, arácnidos, pequeños animales y hasta guardianes que nos pondrán las cosas realmente difíciles. Por si esto fuera poco, las tormentas, la lluvia, el clima, la temperatura y el paso de las estaciones se pondrán en nuestra contra obligándonos a adaptarnos para sobrevivir. Afortunadamente, Smalland pone a nuestra disposición un buen puñado de herramientas y ayudas que nos permitirán hacer frente a la aventura, cumplir las misiones y adentrarnos en la zona de los gigantes con el permiso de los guardianes.

En grupo o en solitario

Lo primero que llama la atención de Smalland es lo bien que juega con su propuesta múltiple de diversión, ya sea para grupos de amigos, colaborando -o no- con otros jugadores, o yendo en solitario. En su faceta multijugador online, Smalland funciona tan bien como cualquier otro survival poniendo el acento en la construcción y añadiendo un alto componente de aventura. La organización del campamento, la necesidad de cosechar recursos de todo tipo y las recetas se convierten en el eje central de la experiencia, con especial atención en conseguir elementos como las alas, las primeras monturas y las herramientas necesarias para cosechar mejores recursos e ir ampliando el catálogo de recetas de construcción.

Mi primera mansión de fibra y madera. ¡Que aprendan los gemelos de las casas!

En solitario, basta con hacer un par de ajustes en el menú de accesibilidad para disfrutar de la misma experiencia con un plus puesto en la exploración libre y la aventura. Las distintas facciones, grupos de PNJ unidos en torno a una causa común, nos darán los objetivos mientras exploramos a nuestra bola, descubrimos secretos de este mundo de gigantes que parece estar situado en los años 80-90, y seguimos avanzando para llegar a cierta zona que vemos desde lo más alto de la isla inicial y que se convierte en obsesión una vez atisbada a lo lejos. Sí, también necesitaremos mejorar nuestras recetas y conseguir recursos, pero la experiencia cambia y se ajusta a este camino de la espada que elegimos iniciar en solitario, ya sea offline sin conexión a internet o en un mundo público en el que podremos cruzarnos con otros jugadores, compartir su campamento y recibir ayuda en los momentos más peliagudos.

Supervivencia y construcción básica

Smalland propone una superviviencia en grado leve que podemos suavizar o hacer más peliaguda en las opciones de accesibilidad que encontrarás antes de crear tu mundo. El hambre y la sed comparten un mismo apartado, las enfermedades y envenenamientos afectan a la salud pero sólo de forma temporal, y los efectos del clima y la temperatura se pueden combatir con ropa de abrigo, ropa ligera, refugiándonos bajo tierra, entrando en nuestro campamento o construyendo un refugio improvisado en medio del vendaval.

La Madriguera. la primera gran sorpresa del juego.

La construcción se convierte en la protagonista de estos momentos, y es una suerte que Merge Games ha resultado la papeleta de forma más que satisfactoria. Para crear las estructuras sólo necesitaremos un martillo de construcción muy fácil de hacer con recursos comunes. Una vez equipado el martillo, podremos acceder al menú de estructuras que nos permitirá crear en casi cualquier sitio elementos básicos como una mesa de trabajo, una hoguera y estructuras como suelo, paredes y techo para refugiarnos de cualquier adversidad. Estas primeras construcciones apenas requerirán algunos recursos básicos -1 de madera y 1 de fibra en el caso de las estructuras del refugio- lo que nos permitirá crear en cualquier momento una mesa de trabajo para realizar el mantenimiento de nuestras armas, una hoguera para cocinar y un refugio sencillo en el que poner nuestra cama y pasar la noche, momento en el que los bichos se vuelven sedientos de sangre feérica y la cosa se pone chunga de verdad.

El motor de construcción de Smalland es ágil e intuitivo, pero no renuncia a permitir un montón de locuras y opciones de personalización con las que podremos elegir la rotación e inclinación de las paredes y techos, jugar con elementos ornamentales y, una vez descubramos recursos como la corteza y la arcilla, crear auténticos palacios de hadas en muy poco tiempo. Un motor sobresaliente que nos sirve para jugar a ser arquitectos del mundo feérico y conseguir crear estampas realmente hermosas que, de noche, bien iluminadas y con la lluvia cayendo resultan sencillamente impresionantes.

El juego es bonito, eso es indudable

Construcción avanzada y recursos

La madera y la fibra sólo es el principio. Pronto podremos elaborar elementos y estructuras avanzadas que nos servirán para sacarle todo el jugo a la experiencia de Smalland. Los escarabajos serradores y las hormigas toro, unos cabroncetes que nos amargan la vida al principio de la aventura, pronto se convertirán en fuentes de quitina y mandíbulas con las que construir mejores armas y herramientas con las que picar nuestra primera pieza de sílex y pasar de la prehistoria a la edad de piedra y, poco más adelante, a la del hierro. La construcción de estaciones de trabajo como el caldero, la cortadora de rocas, la curtidería y la mesa de boticario mejorará nuestro recetario y pronto podremos crear objetos y productos manufacturados que nos servirán para elaborar armaduras alucinantes, armas potentes y mucho más.

Lo que más me ha llamado la atención de todo esto ha sido la posibilidad de cocinar distintos cebos para los insectos, arácnidos y animales que pueblan el extenso mapa de juego de Smalland. La doma es muy sencilla, algo que se agradece para los que disfrutamos de la experiencia en solitario. Basta con conseguir la receta, conseguir los recursos, cocinar el cebo específico de cada insecto y luego ir en su busca. Una vez encontrados, toca bajarles un poco la vida y luego 'domesticar' a la montura elegida dándole el cebo en cuestión -no necesitas equiparlo, basta con llevarlo en inventario-. Una vez domesticada, nuestra montura nos ayudará en combate y nos servirá para movernos ágilmente por el escenario realizando los movimientos propios de cada uno. No voy a haceros spoilers nombrando la cantidad de bichos que vais a poder montar, pero basta con el primero, el saltamontes, para alucinar con su movilidad y cómo dejando pulsado el botón de salto, el maldito bicho sale disparado entre las ramas y los arbustos llevándote de un sitio a otro en un pis-pas. Y sí, hay monturas rápidas de suelo, monturas voladoras y hasta monturas de batalla.

Mi primer saltamontes. Sí, se llama Flint.

Combate y exploración

Smalland juega bien las cartas de combate permitiéndonos alternar sus dos cámaras en tercera y primera persona para que elijamos la mejor forma de enfrentarnos a los temibles enemigos que pueblan la zona. Cabe destacar que al principio el combate es muy duro y, salvo las hormigas, todos los insectos nos pondrán las cosas difíciles. Un poco más adelante, la mejora de armas y armaduras, la posibilidad de cazar en grupo y, lo confieso, bajarle un poco el daño a las criaturas harán que los escarabajos, las arañas, las malditas avispas y otros bichos que es mejor no mencionar caigan bajo el filo de nuestra espada de sílex, nuestra guadaña de hierro o nuestras flechas incendiarias. Ojo, obviamente se nota que estamos ante el juego de un estudio pequeño y el combate no va a ser un enfrentamiento final de un juego de FromSoftware, pero ofrece un resultado digno que funciona dentro de la estructura de juego sin grandes dramas. Ataque fuerte o ataque normal, esquiva, bloqueo con posibilidad de parry y ataque en salto se unen a una gran variedad de armas tanto cuerpo a cuerpo como a distancia, cada una con sus propios movimientos y puntos fuertes, para dar puntilla a un apartado que, sin ser el mejor de Smalland, consigue salir airoso.

La exploración se convierte en uno de los elementos que más me gustan de Smalland, tanto por la gran cantidad de secretos y detalles que esconde, como por las motivaciones que te llevan a recorrer hasta el último centímetro del terreno. Más allá de las misiones y la aventura, encontrar a otros vanguardia será clave para conseguir recetas de armaduras que serán claves para resistir el clima y algunos efectos de distintos terrenos. Esto, unido a la necesidad de encontrar mejores recursos con los que desbloquear nuevas recetas, hacen que viajar y explorar se convierta en el objetivo principal de tu aventura. Sin embargo, el mapa de Smalland no es precisamente pequeño, y ante la ausencia de un modo viaje rápido, Merge Games ofrece una original forma de aprovechar su temática y explorar el escenario sin morir en el intento: Los Grandes Árboles.

Drustana: simpatía, armaduras y hasta nuestras primeras alas.

Los Grandes Árboles, como su nombre indica, son árboles altísimos con la corteza cubierta de hongos y enredaderas que podemos trepar para alcanzar lo más alto de su copa. Una vez arriba, podemos reclamar el árbol a la estatua del duende guardián que lo custodia, y construir lo que queramos con la seguridad de que estas construcciones y los recursos que contengan no van a desaparecer. Reclamar un árbol da ventajas como la presencia de un duende mayordomo que nos llevará en su globo desde las raíces a la copa y viceversa, la posibilidad de hacer el árbol público y dejar que lo usen otros jugadores, y, la mejor, la capacidad de transportar todo lo construido a la copa de un nuevo árbol reclamado, lo que nos permite llevar nuestra ciudad de hadas de una zona a otra del bosque sin mucho esfuerzo.

Mucho más que un Grounded con hadas

A pesar de las primeras impresiones, Merge Games se las arregla para lanzar al mercado un título que puede usar elementos que ya vimos en el juego de Obsidian, pero lo hace desde una perspectiva diferente, agregando mucho de su cosecha y creando al final una obra con mucha personalidad que ofrece una sensación distinta pero igualmente satisfactoria. En lo técnico, jugado en PS5, Smalland demuestra su naturaleza de juego desarrollado por un estudio pequeño pero que ha puesto mucho mimo, cariño y esfuerzo en lo que hace, dando como resultado un título que destaca en el desarrollo artístico y que ofrece un diseño de mundo tan complejo como interesante. Se echan en falta voces de unos PNJ que no emiten ruido al hablar, pero estas son suplidas de sobra por los subtítulos en correcto castellano que nos harán sonreír más de una vez. Lo que no faltan son los sonidos de la naturaleza, el ruido de ataque de los enemigos y una banda sonora tremenda con temazos que acompañan y ambientan el juego en todo momento.

Hay problemillas de detección de daño en ocasiones y algunas plantas se atraviesan al avanzar, pero hablamos de fallos menores en un título en el que las virtudes brillan más, mucho más que los pequeños fallos que, seguramente, se arreglen pronto con futuras actualizaciones. El resultado final, como jugador que ha pasado cientos de horas en el jardín trasero de Grounded, es que Smalland: Survival the Wilds es un título a tener en cuenta que he disfrutado y voy a seguir disfrutando durante muchas, muchas horas. Una experiencia jugable íntima o compartida pero con mucha alma que te llevará a vivir momentos muy épicos mientras vuelas zarandeada por el viento al intentar regresar a tu árbol en medio de una tormenta, te ocultas de una araña lobo bajo un bote de gigantes abandonado, visitas la Madriguera o exploras la noche en los primeros compases del juego con la única ayuda de una antorcha y un palo de madera.

Smalland: Survival the Wilds

Smalland: Survival the Wilds está disponible en Xbox Series, PC y PS5
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El veredicto

Tras mucho tiempo esperando su lanzamiento, Smalland: Survive the Wilds se demuestra como mucho más que ese Grounded con hadas que muchos pensamos que sería en sus inicios. Un survival de aventura que garantiza diversión tanto para grupos de amigos como para lobos solitarios.

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Análisis de Smalland: Survive the Wilds. Bienvenido al mundo de las hadas

8
Muy bueno
Tras mucho tiempo esperando su lanzamiento, Smalland: Survive the Wilds se demuestra como mucho más que ese Grounded con hadas que muchos pensamos que sería en sus inicios. Un survival de aventura que garantiza diversión tanto para grupos de amigos como para lobos solitarios.
Smalland: Survive the Wilds
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