Stick to the plan - Análisis

Dead Pixel Tales presenta un rompecabezas que te va a ablandar el corazón

Stick to the plan es una grata sorpresa para jugar un sábado por la mañana. Viene desarrollado por Dead Pixel Tales, un equipo español que nos ha traído sobre todo juegos de navegador y que ya nos tiene acostumbrados a que sus juegos sean juegos de palabras que te sacan una sonrisita tonta: Skeletown y Brain-Cellent son dos ejemplos, aunque mi favorito es Asilo Royal, un battle royale que me recuerda un poquito a Hotline Miami en algún que otro aspecto. Por su parte, para no romper la tradición, Stick to the plan nos pone a controlar un perro que se va a mantener fiel a su propósito… de llevarse consigo el palo más grande que pueda encontrar.

Con esta premisa tan sencilla se presenta un juego de puzles en tablero de casillas cuadradas, donde nuestro objetivo es llevar el palo desde el punto de inicio a una marca en el suelo con forma de huella. Habrá una serie de obstáculos que deberemos evitar a través de tres mecánicas básicas: movernos, girar y cambiar la posición por la que sujetamos el palo. También podemos girar la cámara, pero en mi experiencia esto resulta bastante innecesario la mayor parte de las veces ya que los escenarios están muy bien planteados para, con una aproximación calmada, percatarse de las múltiples rutas posibles.

Pero volviendo a los controles hay unas cuantas cosas que decir, y todas ellas buenas: tanto en el teclado como en el mando el juego se siente bien. Muy bien. De forma caprichosa me habría gustado poder forzar mayor velocidad en el giro cuando colisionas para tocar canciones con el palo, pero si no tratas de hacer el memo vas a notar unos controles fluidos y satisfactorios, sobre todo cuando juegas con mando, que responden muy bien a tus intenciones. Por si esto fuera poco el manejo es muy intuitivo: te mueves con el joystick (o con el WASD), rotas con los botones delanteros (o con Q y E) y así con todo, de forma que en un minuto podrías manejarlo sin necesidad de tutorial alguno.

Posee una serie de dinámicas ambientales únicas que ayudan a dar un toque único a todos los niveles

Aun con todo, el juego aprovecha las herramientas de las que dispone para darte un pequeño tutorial. Así en los primeros niveles, en los que paseas por las calles de la ciudad, habrá señales de tráfico para enseñarte las herramientas más imprescindibles, que si bien podrías descubrir antes el juego las pondrá a tu disposición a medida que las vayas necesitando. Puede parecer una tontería mencionar la integración del tutorial, pero plantear una experiencia inmersiva sin mensajes flotantes ni cortes en la acción no es algo que se vea en todos los juegos y merece ser ampliamente aplaudido.

Ahora bien, ¿todo lo que nos ofrece el juego es sentirnos cómodos a los mandos? No. De hecho, también nos ofrece puzles. Más de 70 rompecabezas dicen ellos y 71 he contado yo, así que técnicamente lo que dicen es cierto. Sin embargo el último de los cinco mundos en los que se divide el juego es bastante sencillo, por lo que aunque a nivel narrativo resulta climático a efectos de juego contaremos con unos 62 rompecabezas a lo largo de cuatro mundos: el barrio, la perrera, el vertedero y el valle de las luciérnagas. Cada uno de ellos posee una serie de dinámicas ambientales únicas que ayudan a dar un toque único a todos los niveles. Por ejemplo en la perrera habrá alcantarillas que funcionan como teletransporte, en el vertedero grúas que mueven pedazos del entorno de un lugar a otro y en el valle de las luciérnagas hay plataformas que pueden llevar tu palo pero no a ti, entre algunas otras que prefiero vivas por ti mismo. También tengo que reconocer que en alguna que otra prueba he tenido un esguince mental y no acabo de saber cómo he pasado el nivel, pero incluso en esas situaciones resulta muy gratificante llegar al final. Sobre todo porque cada nuevo nivel es distinto al anterior, obligándote en cada situación a dejar el mando quieto y observar el camino que tienes por delante. Dependiendo de cuán metódico seas quizá traces tu mapa mental o, si eres más como yo, tirarás por el ensayo y error. Y en el error está la clave, porque a pesar de que haya momentos en los que no ves la solución sabes que está ahí: cada plataforma tiene un sentido, aunque en el momento no se lo veas, pero solo con su posición te das cuenta de que influirá de alguna forma en el desarrollo del nivel.

Los mundos, a su vez, no son exclusivamente excusas para aportar nuevas pruebas sino hilos de los que tirar en una narrativa muy rica. Entre ellos la historia se cuenta mayormente entre fases, con interludios en forma de viñetas que al principio podemos no entender del todo, aunque todo va tomando forma a medida que nos acercamos al final y, tras poder ver el panorama completo, comprendemos no solo la historia detrás de nuestro simpático amigo sino el simbolismo que se esconde detrás de determinados niveles y, sobre todo, los propios mundos. La elección de los colores y los objetos, del orden de los niveles y sobre todo las pruebas que nos traen cada uno presentan un simbolismo que (quizá porque me gusta darle muchas vueltas a todo) nos lleva a la mente del perrete y a cómo vive la particular situación en la que está envuelto.

A esto ayuda enormemente su apartado artístico. Con una ambientación musical que me recuerda enormemente a la banda sonora del Profesor Layton lo verdaderamente mágico (sin desmerecer lo más mínimo una sonidización maravillosa) es sus increíbles visuales. Roberto (sí, así se llama el perro) es adorable durante el juego, y sin perseguir ser realista consigue una caricaturización del mundo que al mismo tiempo cuadra a la perfección con la alteración de la realidad, optimista y alegre, que imaginamos un perro tiene.

Stick to the plan es un juego del que resulta muy difícil decir algo malo

A nivel de pulido el juego está muy bien. Tiene un solo defecto que yo haya podido encontrar, siendo este que si pulsas muchas veces el botón de deshacer muy rápido en una determinadas zona Roberto parece levitar. Tienes que moverlo manualmente tú pero no te arruina la partida ni te deja bloqueado, por lo que no es especialmente grave. Además contacté a los desarrolladores nada más verlo y me explicaron que ya lo habían percibido y estaban trabajando en su corrección, por lo que queda en anécdota. Pero por comentar algo negativo en el juego a veces toca mencionar que existe este glitch que no va a afectar tu partida y se va a dar en circunstancias muy concretas que podrías no llegar a ver.

Ahora bien, puestos a hablar de cosas no tan geniales, creo que el juego podría haber ido más allá en algunos elementos para hacer más agradable la experiencia de usuario. Por ejemplo, los logros de Steam están bien, pero un sistema de puntuación según lo bien que hayas resuelto un puzle habría sido de agradecer. Del mismo modo, que el final de cada nivel sea una huella en el suelo y no el llegar a un camino sin obstáculos por el que abandonar el nivel se me hace un poco extraño, aunque esto es ponerse un poco pejiguero porque es cuestionar una decisión meramente creativa que, por cierto, tiene sentido tras completar el último nivel. También se me ha hecho algo corto; me habría gustado ver un par de mundos más y probar más mecánicas diferentes, o poder combinar todas las que hay entre el vertedero y el campo de luciérnagas. Sin embargo prefiero esto a sentir que el juego se vuelve repetitivo.

Stick to the plan es un juego del que resulta muy difícil decir algo malo. Es corto, encantador y goza de un emotivo final. Todo lo que hace lo hace muy bien, dejando con ganas de más pero al mismo tiempo regalando al jugador una experiencia plena y extremadamente satisfactoria. Una pequeña muestra de lo que un equipo con talento puede llegar a hacer cuando tiene una oportunidad.

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Stick to the plan – Análisis: Siendo un buen chico hasta el final

9
Increíble
Stick to the plan es un juego casi perfecto, al que puedes pedir más pero todo lo que te da es bueno. Una verdadera demostración de talento.
Stick to the plan
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