Del curso: Fundamentos de la contabilidad

Cómo trabaja la contabilidad de gestión

Decíamos que la utilidad de la contabilidad es ofrecer información a dos grandes grupos: a agentes externos a través de la contabilidad financiera, y al interior de la empresa. De esta segunda opción nos ocuparemos ahora. Y este segundo tipo no es otro que la contabilidad de gestión o contabilidad de costes, que es la encargada de suministrar información interna. Es decir, se utiliza para calcular los costes y movimientos económicos en el interior de la empresa. La filosofía de la contabilidad de gestión es reordenar lo que se ha contabilizado en la contabilidad financiera. Además, se obtienen datos no monetarios. Por ejemplo, es necesario que se lleve un recuento de las unidades de productos o servicios que se realizan al cabo de un mes. Estos registros, como la cantidad de producto realizado, se llaman registros extracontables porque provienen de programas de almacén o de otros distintos a la contabilidad financiera. Para algunas empresas, crecimiento quiere decir expansión geográfica, mientras que para otras quiere decir aumento de línea de productos y para otras penetración en el mercado. Por eso, si los intereses son diferentes, las decisiones y la gestión no pueden ser iguales en todas las empresas. De ahí que el nivel de información ni pueda ni deba ser el mismo. Vamos a representar lo comentado hasta ahora con un ejemplo. Si nos fijamos en esta cuenta de pérdidas y ganancias obtenidas de una contabilidad financiera, apreciaremos que nos ofrece los costes según la naturaleza de estos, es decir, cada coste queda agrupado según qué objeto circunstancial origina. Por ejemplo, las facturas de ventas a clientes irán a ingresos por ventas, los sueldos de los trabajadores a costes de personal, la factura de la reparación de la cámara frigorífica irá a costes generales. Nos ofrece también los resultados globales para la empresa, independientemente de que se pueda dedicar a fabricar uno o varios productos distintos. en este caso muestra un beneficio de 150. Como primer análisis, vemos que es una empresa rentable desde el punto de vista de la contabilidad financiera, y que a priori no habría que tomar ninguna decisión, pues todo va bien, al menos todo lo que nos dice este estado contable. Ahora fijémonos en otra cuenta de resultados, que en este caso se denomina analítica y que está confeccionada desde el punto de vista de la contabilidad de gestión. Llaman la atención algunas novedades respecto de la cuenta de resultados de la contabilidad financiera. Aquí todas las partidas o conceptos están desdoblados en función del tipo de producto al que pertenecen. Así, en vez de especificar de forma global los ingresos, estos se dividen en ingresos por cada uno de los productos. Por un lado, queso fresco y, por otro, queso curado. Con los costes ocurre lo mismo, se desdoblan. Pero, además, los costes de materia prima y los costes de personal se han sumado en una misma partida o concepto, con lo cual el significado de este ítem ahora es costes de la producción porque estos costes equivalen a lo que cuesta la materia prima más el coste de la mano de obra. De lo anteriormente comentado se deduce que los beneficios ahora los tenemos desglosados por producto. Por cierto, analizando estos resultados obtenemos la sorpresa de unas pérdidas en el producto queso fresco. ¿Qué conclusiones sacamos? ¿Es cierto que la empresa no tiene que tomar ninguna decisión tal como nos decía la contabilidad financiera? Si encontramos otra empresa dedicada a la fabricación de queso que nos pudiese fabricar el queso fresco por tan solo 400 euros, ¿nos convendría aceptar su oferta y olvidarnos de fabricar algo que nos genera pérdidas, centrándonos y redoblando esfuerzos en fabricar aquello que nos da una rentabilidad mayor? En definitiva, vemos como la contabilidad de gestión ha cogido información de la contabilidad financiera, pero con ayuda de otras informaciones adicionales –los desgloses por producto, por ejemplo– se ha reorganizado todo para que la utilidad sea mucho mayor y que el administrador o gerente pueda tomar las decisiones adecuadas.

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