Del curso: Fundamentos de la gestión del tiempo

El cierre del día

Del curso: Fundamentos de la gestión del tiempo

El cierre del día

Las tareas pendientes son fuente de ansiedad, estrés y frustración, porque nuestra mente tiende a recordarnos, sin que la invitemos y sin que queramos, que tenemos cosas aún por hacer. Los humanos recordamos mejor las tareas que tenemos pendientes que las que ya hemos realizado. Si, por ejemplo, observas a un camarero te darás cuenta de que, normalmente, al pedirle la cuenta, recuerda todo lo que le habéis pedido en tu mesa y en todas las demás. Pero haz la prueba un día y tras haberle pagado, regresa unos minutos después para preguntarle si recuerda que era lo que habíais pedido. Recordará solo algunas cosas, la mayoría las habrá olvidado ya. Esto es lo que se conoce como efecto Zeigarnik: la tendencia que tenemos a recordar mejor tareas pendientes que tareas completadas. Ahora juntemos el efecto Zeigarnik con otro apellido ruso, Sputnik, perdón, Ovsiankina. El efecto Ovsiankina habla de cómo nuestra mente nos recuerda de manera constante que tenemos tareas pendientes. Es decir, si interrumpimos la ejecución de una tarea, nuestra mente nos recordará una y otra vez que tenemos algo que hacer. "¡Hey!, que tienes esto pendiente". "Yo no quiero decir nada, pero hay una tarea pendiente". "Alguien tiene algo pendiente y no sé que será". Toma ya, ahí rumia que te rumia. La responsabilidad inexpugnable, inextricable, de que aún queda algo por hacer. Para evitar estos efectos perniciosos, además de utilizar listas de tareas que funcionan como una extensión de nuestro cerebro al ser un volcado de datos en forma de tareas que queremos, debemos o podemos hacer, cabe la posibilidad de desarrollar un ritual de cierre de jornada que nos ayude a vencerlos. Mi ritual consiste en tres partes: en primer lugar, un repaso de la listas Hoy y Prioridades; después me pregunto ¿qué he aprendido hoy?; y, por último, echo el cierre. Vamos con el repaso de las listas Hoy y Prioridades. Lo primero consiste en hacer un repaso mental de todo lo que hemos ido haciendo a lo largo del día y asegurarnos de que esta apuntado en nuestra lista Hoy, con su correspondiente tick o tachado. Y esto es así, porque sabemos que cada vez que completas una tarea y lo reconoces de algún modo, se produce un subidón interno de endorfinas y dopamina, es decir, existe un subidón por el trabajo bien hecho. Después, y aunque teóricamente nuestras tres prioridades —dado que tienen prioridad de ejecución— deberíamos haberlas hecho, puede ocurrir que, como todo en la vida, no nos haya sido posible, por un motivo u otro. Repasémoslas, y tras ello, definamos cuáles serán las tres prioridades del día siguiente: aquéllas tareas, que sí o sí, hemos de hacer porque son las que más valor aportan hacia la consecución de nuestros objetivos y propósitos. ¿Qué he aprendido hoy? Seguramente habremos tenido algún momento de iluminación o que hayamos aprendido algo importante, aunque no seamos muy conscientes de ellos. Hagamos pues un ejercicio consciente. Y para recordarlo, preguntémonos ¿qué he aprendido hoy? Anotemos nuestra respuesta y, tras ello, recordemos qué ha sido lo mejor del día para irnos con un buen sabor de boca. Y acabamos con echar el cierre. Nos queda recoger y ordenar nuestro espacio, dentro de lo ordenado que sea cada uno. Para mí, por ejemplo, la limpieza de mi espacio es fundamental. Seguro que tendré mil cachivaches y un buen montón de libros, post-its y lo que sea; pero al acabar la jornada se verá un especie de exposición "museística" breve. Bueno, allá cada cual. Ya solo nos quedaría que pronunciemos las palabras mágicas: "Por hoy, he acabado" o "Fin". O lo que yo suelo decirme: "Y con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho". Y echo el cierre bajando la tapa de mi ordenador. Pero no se vayan todavía, aún hay más. Dado que estás en medio de un curso para aprender a gestionar tu tiempo de manera óptima, a tu ritual de salida le conviene que les añadas unas anotaciones que recojan las veces que has tenido interrupciones, —propias o involuntarias—, y que hagas alguna observación sobre lo que ha funcionado o no en tu estrategia de optimización de tu organización personal y de la gestión de tu tiempo. Este truco del ritual de salida permite vencer esa costumbre que tiene la mente de recordar una y otra vez las tareas que tienes pendientes y que puede impedir que duermas bien, o que disfrutes del tiempo de calidad con familia y amigos, porque sientes la responsabilidad de cosas por hacer. Dótate de herramientas que permitan vencer esa responsabilidad, que no es tal, sino un mal compañero y mala guía en la mayoría de las circunstancias. Que seas tú el que decide cuándo has acabado una tarea. Puedes decirle, por ejemplo, "Por hoy, he acabado contigo. Mañana seguiremos con otras cosas". Y ahora sí, y con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho.

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