Lo de Carapaz en el Tour de France 2024 y lo visto hasta ahora en los JJOO pone de manifiesto: i) la diferencia de la preparación que hay entre potencias deportivas y países como Ecuador; ii) la necesidad de poner entre las cuerdas -tal cual lo hizo Carapaz- a instituciones públicas y al mismo Estado por la falta de apoyo al deporte nacional; iii) las medallas de las potencias deportivas responden a un ejercicio permanente de inversión, cuidado y preparación constante; iv) las medallas de Ecuador tienen relación directa con el esfuerzo de cada atleta, de sus familias, de personas cercanas a ellas y ellos y, sobre todo, con el esfuerzo físico y mental que implica competir en una desventaja evidente.
Carapaz (en el Tour de Francia 2024), Pintado (en 20Km en marcha en JJOO 2024), Dajomes y Palacios (en Halterofilia en JJOO 2024), Narváez (en ciclismo de ruta en JJOO 2024), Tenorio (en atletismo en JJOO 2024) son solamente ejemplos de cómo el Ecuador despedazado por la corrupción de sus dirigentes deportivos se emociona por los triunfos que, en las condiciones actuales, tienen un tinte épico.
El Estado -aquí incluyo a todas las instituciones públicas y privadas a cargo del deporte ecuatoriano- tiene la responsabilidad de invertir en sus deportistas, apoyar esas causas y no aquellas comitivas de personas que sentadas y sedentarias que con desparpajo desde sus escritorios componen reglamentos y trabas para el deporte nacional.
Los deportistas, en Ecuador, no le deben nada al Estado que solo ha servido para tomarse fotos, hacer campaña y documentales a costa del esfuerzo de quienes realmente, con denuedo, se abren un espacio en el olimpo. Las medallas, sus medallas, son solamente de las y los atletas y no de quienes se aprovechan de la ola emotiva para asirse a un triunfo que no les pertenece.
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