La necesidad de reformar la responsabilidad civil por las tecnologías emergentes en la Unión Europea

La necesidad de reformar la responsabilidad civil por las tecnologías emergentes en la Unión Europea

La irrupción de las tecnologías emergentes, especialmente la Inteligencia Artificial (IA), ha marcado un cambio significativo en la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Sin embargo, este avance vertiginoso no está exento de desafíos, particularmente en lo que respecta a la responsabilidad civil por los posibles daños que estas tecnologías puedan ocasionar. La Directiva 85/374 EC, que regula la responsabilidad por productos defectuosos en la Unión Europea, se enfrenta a dificultades significativas para abordar estos nuevos desafíos.

El informe del Grupo de Expertos sobre Responsabilidad y Nuevas Tecnologías, titulado que dio origen a la propuesta de Directiva sobre responsabilidad en materia de IA, destaca la necesidad urgente de reformar el actual régimen de responsabilidad para adaptarlo a las nuevas realidades tecnológicas. En particular, se argumenta que en virtud del principio de equivalencia funcional, el régimen de responsabilidad debe ser revisado para garantizar que los fabricantes cumplan con sus obligaciones con los consumidores. Especialmente que el régimen de responsabilidad del producto cumpla la función de proteger, en igual medida, al consumidor de productos virtuales.

La revisión de la Responsabilidad Civil Extracontractual (RCE) en los países europeos revela dos razones fundamentales por las cuales la Directiva 85/374 EC enfrenta dificultades para abordar los desafíos planteados por las tecnologías emergentes. En primer lugar, las características propias de estas nuevas tecnologías, como su complejidad, opacidad, apertura y autonomía, dificultan la determinación de la causa de los daños. Además, al no estar necesariamente ligadas a un medio tangible, sino más bien a su contenido digital, la aplicación de la responsabilidad por productos defectuosos se vuelve aún más compleja.

En segundo lugar, las características de la normatividad vigente relacionada con la responsabilidad por los productos defectuosos presentan limitaciones significativas. A pesar de su supuesta neutralidad tecnológica, estas normas fueron concebidas en una época en la que las tecnologías digitales aún no habían alcanzado su actual nivel de desarrollo. Esto plantea dudas sobre su aplicabilidad efectiva a las nuevas tecnologías emergentes.

Una de las principales dificultades radica en la definición de un defecto, que se basa en las expectativas razonables del consumidor en cuanto a la seguridad del producto en el momento de su comercialización. Sin embargo, esta definición puede resultar problemática cuando se aplica a productos que utilizan tecnologías digitales, ya que la relación entre el defecto y el daño puede ser difícil de establecer, especialmente dada la complejidad y opacidad, así como la autonomía y capacidad de autoaprendizaje de muchos de estos productos.

Además, la responsabilidad del fabricante se examina según el estado del producto en el momento en que se puso en el mercado, lo que puede dejar fuera del alcance del concepto las características adquiridas mediante modificaciones posteriores a su software. Esta limitación no tiene en cuenta el hecho de que, en el caso de productos avanzados, como la IA, el fabricante retiene un cierto grado de control sobre ellos incluso después de su comercialización, y que, además, el producto puede modificarse autónomamente con el tiempo y uso.

Las anteriores razones para la reforma son especialmente convincentes a la luz de la defensa del riesgo de desarrollo, permitida por la Directiva. Esta defensa también plantea problemas, ya que puede excluir la responsabilidad del fabricante por características del producto que no estaban predeterminadas en el momento de su comercialización.

En conclusión, la Directiva 85/374 EC presenta importantes limitaciones para abordar la responsabilidad civil por los daños causados por las tecnologías emergentes, especialmente por la inteligencia artificial. Es necesario revisar y reformar el actual régimen de responsabilidad para garantizar una protección efectiva de los consumidores en un mundo cada vez más digitalizado. Esto requerirá un enfoque más adecuado y actualizado que refleje las complejidades y desafíos únicos que presentan estas nuevas tecnologías.

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