Por qué los británicos han votado así y qué ocurrirá ahora: siete claves del #Brexit

eduardosuarez
Politibot
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7 min readJun 24, 2016
Arron Hoare / Number 10

El inesperado triunfo del Brexit plantea un escenario inédito. Nunca hasta ahora un país se había pronunciado a favor de abandonar la Unión Europea en una consulta popular. Este artículo explica muy bien lo que puede ocurrir a partir de ahora. A continuación explico algunas de las claves de un resultado que cambiará para siempre el futuro del país.

1. Un líder problemático

Hace sólo 13 meses, David Cameron ganó con autoridad y contra pronóstico la carrera por la reelección. Pero en cierto modo fue un triunfo condicional que liberó al premier de su coalición con los liberal-demócratas pero le empujó a cumplir su promesa de convocar un referéndum en junio de 2016.

Se trataba de resolver la división que consume desde hace décadas a los conservadores británicos. Cameron lanzó un órdago dirigido a potenciar su liderazgo y le salió mal.

Muchos le reprochan ahora al premier su decisión de convocar el referéndum o su incapacidad para convencer a los ciudadanos. Cameron no era el mejor mensajero para vender las virtudes de una organización a la que ha criticado durante décadas como líder conservador. Sus apariciones televisivas dejaban claro que no tenía crédito entre los ciudadanos, que le preguntaban una y otra vez por qué había cambiado de opinión.

2. Un partido dividido

La división de los conservadores británicos sobre Europa data de finales de los años 80. Antes sus elites fueron más o menos europeístas: al fin y al cabo, el Reino Unido entró en la Comunidad Económica Europea de la mano del conservador Edward Heath.

El partido evolucionó según fueron evolucionando los puntos de vista de Margaret Thatcher, según expliqué en este artículo que publiqué ayer. Thatcher fue una líder pragmática: firmó el Acta Única y llevó al Reino Unido al sistema monetario europeo, la antesala de la moneda única de la que salió con cierto tumulto en septiembre de 1993.

Lejos del poder, Thatcher se radicalizó y reclamó un referéndum sobre el Tratado de Maastricht. Bloqueó el ascenso de europeístas tan brillantes como Kenneth Clarke o Michael Heseltine y allanó con su respaldo el camino de tres de sus sucesores: John Major (1990–1997), William Hague (1997–2001) e Ian Duncan Smith (2001–2003).

Cuando Cameron ganó el liderazgo conservador en 2005, la Dama de Hierro había perdido la memoria. Pero la beligerancia de sus admiradores restringió el margen de maniobra del nuevo líder, que fue sembrando su agenda de gestos dirigidos a calmar al ala derecha del partido para sobrevivir.

Cameron apartó a los eurodiputados británicos del grupo popular en el Parlamento Europeo y adoptó un tono más duro que el de su predecesor. Su victoria pírrica en 2010 y su coalición con los liberal-demócratas no le ayudaron a consolidar su liderazgo en un partido que siempre desconfió de su gusto por la lucha contra el cambio climático, la homofobia o la pobreza y también de su espíritu modernizador.

Un 57% de los votantes conservadores votó contra el primer ministro según las cifras de la firma YouGov. Esa cifra (y no sólo el resultado) es la que ha llevado a David Cameron a dimitir.

3. El descrédito de los políticos

El resultado no sólo es una bofetada al primer ministro. Es también el fruto de la crisis de identidad del laborismo, que no se ha repuesto todavía de los años de Tony Blair.

Jeremy Corbyn es un líder escorado a la izquierda y muy poco popular. El hecho de que en el referéndum de 1975 hubiera votado a favor de salir de la UE no lo hacía el portavoz ideal para convencer a los votantes laboristas de que merecía la pena ir a votar.

El resultado del referéndum se forjó en los feudos laboristas del Norte de Inglaterra, deprimidos por el declive de la industria pesada y de la minería y presionados por los recortes conservadores y por el ascenso de la inmigración. Es irónico que esos territorios cuyo tejido económico empezó a esfumarse por las políticas de Margaret Thatcher hayan hecho ahora su sueño realidad.

4. El papel de la inmigración

El debate sobre la inmigración que ha dominado la campaña tiene que ver con las presiones de la globalización pero también con la decisión de Blair de abrir las puertas sin restricciones a los europeos del Este justo después de la ampliación.

Aquella decisión empeoró los servicios públicos y fomentó el auge de los ultras en lugares empobrecidos como Hartlepool o Sunderland, cuya clase obrera envejecida ha cimentado el triunfo del Brexit a costa de los jóvenes cosmopolitas de Londres o Edimburgo, que sólo perciben las virtudes de una sociedad abierta en la que pueden salir del país para estudiar o para trabajar.

El UKIP se ha disparado en los feudos conservadores del Sur de Inglaterra pero también ha absorbido votos de algunos militantes laboristas sorprendidos por la evolución hacia el centro del partido y defraudados por las promesas incumplidas de Tony Blair y Gordon Brown.

5. No hubo shock financiero

El asesinato de la diputada Jo Cox dinamitó la campaña y muchos dieron por hecho que ayudaría a ganar el referéndum a los partidarios de mantener al Reino Unido dentro de la Unión.

A la luz del resultado, ocurrió justo lo contrario. La participación subió en los feudos de quienes hacían campaña por el no y la deprimió en lugares como Londres o las ciudades escocesas. Quizá porque los sondeos empezaron a reflejar un triunfo del .

Si los sondeos hubieran advertido de un triunfo del no, la libra se habría desplomado en la víspera de la consulta y el pánico habría decidido el resultado a favor de quienes defendían la permanencia del Reino Unido dentro de la UE. Pero ocurrió justo lo contrario: las bolsas se dispararon pensando que el peligro había pasado y la libra sólo se desplomó después de que los colegios electorales habían cerrado, cuando el resultado en la ciudad norteña de Sunderland advirtió de lo que estaba a punto de ocurrir.

6. Un país dividido

Las cifras demográficas del sondeo de YouGov coinciden con las que publica el millonario conservador Michael Ashcroft.

El Reino Unido es un país partido en dos. Los jóvenes y los habitantes de los núcleos urbanos más prósperos querían mantener al país dentro de la UE. Los mayores de 55 años, las personas con menos ingresos y los habitantes de regiones más deprimidas votaron a favor del no.

Es irónico que quienes hayan inclinado la balanza sean los únicos que ya tuvieron la oportunidad de votar sobre el proyecto europeo en 1975. Los jóvenes que querían mantener el país en la UE serán los que más sufrirán esa decisión. Los mayores de 55 años son quienes más leen diarios impresos como el Sun o el Daily Mail, cuya campaña contra la UE alcanzó una agresividad insólita incluso en un país acostumbrado a una prensa feroz.

7. Y ahora qué

Acompañado por su esposa, David Cameron anunció este viernes que dejará el cargo antes del otoño. Sus palabras dejan abierta la sucesión en el liderazgo conservador, cuyo proceso de elección está descrito aquí.

Son los diputados quienes proponen candidatos. Si sólo proponen uno, el nuevo líder sale elegido. Si proponen más de uno, votan hasta que quedan dos. Esos dos se someten al criterio de todos los militantes del partido, que votan por correo en un proceso cuyo resultado se anuncia en el congreso del partido, que este año se celebra en Birmingham a principios de octubre.

Cameron ha explicado que será el nuevo primer ministro quien decida los pasos que debe seguir el Reino Unido para separarse de Europa. Lo lógico es que ese nuevo primer ministro sea uno de los políticos que hayan hecho campaña por el no. El candidato más evidente es Boris Johnson pero no es el único. Ministros como Michael Gove o Priti Patel suenan como posibles candidatos y en los próximos días escucharemos más.

Varios diputados laboristas quieren aprovechar la coyuntura para derrocar a Corbyn, al que no perciben como un líder capaz de devolver al partido al poder. Es probable que el sucesor de Cameron convoque unas elecciones anticipadas justo después de ser elegido y sus adversarios no quieren que esos comicios les pillen con el pie cambiado.

El resultado deja una última incógnita: ¿qué ocurrirá con UKIP y con su líder Nigel Farage ahora que ha logrado su principal objetivo? ¿Se integrarán sus miembros en las filas de los conservadores o se transformará en una especie de remedo del Frente Nacional?

En cualquier caso, el resultado de anoche es parte de un fenómeno más amplio. El auge del populismo de izquierda o derecha en países como España, Francia, Grecia o Alemania es una amenaza para el proyecto europeo a medio plazo y un problema para quienes creen que más Europa es la única solución a los problemas de la globalización. En esto paradójicamente el Reino Unido sí es Europa y lo seguirá siendo mientras no se apague ese descontento a uno y otro lado del canal.

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