Aleyssa (Parte 1)

Buscando las palabras agú

Julián González
vocES en Español
9 min readJul 27, 2024

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Advertencia: no debes leer este texto sin haber comprendido la parte -1 y haber realizado el contrato de lectura y viaje (parte 0).

Día 0

Es una mañana de abril hace muchos años. Conduzco un automóvil chiquito en el que vamos cuatro personas: atrás, Antonia y Catalina. Adelante, Rocío y yo. Yo es Julián, el nombre de quien escribe este libro. Aunque para ser justos, no lo escribo yo. Lo escribirán quienes lo lean y lo ha escrito ella, Aleyssa, que se les irá revelando a las lectoras y lectores en sus vidas conforme vayan avanzando en el libro. Yo sólo me encargo de poner las palabras iniciales. Las palabras que pongan ustedes encima y dentro del libro serán enteramente de ella, tal como este libro se convertirá en ustedes con el tiempo.

¿Raro?

Lo explico.

Imagina lo siguiente: yo pongo la tierra y sobre ella crecerán las plantas que cada uno de ustedes siembren. Poner la tierra no me hace dueño del bosque que brotará sobre ella. Pero la tierra sí es responsable de la posibilidad de un bosque. ¿Se entiende?

Bueno, bosque es un decir. Puede crecer una sabana o un desierto triste o una maraña de arbustos espinosos. No lo sé. Todo depende de lo que ustedes, los lectores, siembren en el libro. Este libro digital es como la tierra en la que crecerán los libros verdaderos, los que ustedes trazan y crean.

Pero volvamos a la historia.

Íbamos en el carro cuando empecé a contarles a ellas estas historias que en adelante serán también historias de ustedes, tus historias. Tu trabajo es curarlas y sanarlas, como se curan y sanan los perritos heridos cuando ruedan cuesta abajo por un despeñadero. Se los recoge. Se los recuesta sobre una superficie limpia. Se les brinda algo de agua. Se desinfectan sus heridas. Se los alimenta. Y un día, luego del cuidado amoroso, los perritos se levantan y lamen agradecidos a quien los cuidó.

También, pueden levantarse y morderte la mano. No hay ninguna razón para pensar que cuidar a un animalito lo convierte en obediente y dócil.

Pregúntale a tu co-lector qué quiere decir “dócil”.

Aleyssa, por ejemplo, no es dócil. Es posible que tú le ayudes a lo largo de este libro y, sin embargo, ella podría ser nada amable contigo más adelante. O quizás, sí. Como el perrito que ayudas a curar, Aleyssa podrá lamerte agradecida o moder tu mano sin compasión ni piedad.

Y, por eso, sin importar si te lamen o te muerden, hay que cuidar a los libros y las historias en los libros y a los perritos heridos y a Aleyssa: porque lo importante es lo que te hace a ti cuidar algo o a alguien. La responsabilidad de cuidar cambia al cuidador o a la cuidadora. No importa que luego te muerdan. Cuidar algo o a alguien te hace mejor persona. Te hace mejor ser humano. Y por eso vale la pena. Si aprendes a cuidar a otras personas, a ti mismo, a un animalito, a una planta o las cosas que tienes en casa, a tus juguetes, a los zapatos viejos que guardas bajo la cama, te haces mejor ser humano. No importa que a esos zapatos les de por irse a caminar en las noches solos, mientras tu duermes, o que Aleyssa se enoje o que el perrito te hinque los dientes : al cuidar te haces más fuerte y respiras más grande. Más.

Con los libros que hablan o los libros de espanto, los que asustan, cuidarlos es todavía más importante. Porque no sólo no son dóciles — ¿recuerdas qué te dijo tu co-lector o co-lectora sobre ser “dócil”? Los libros que asustan y que hablan son muy caprichosos. Los libros que hablan o que espantan no sólo pueden morderte, también te castigan callándose. Te dejan de hablar. De repente se silencian y hay que cuidarlos, mimarlos, para que vuelvan a hablar y a contar sus historias. Para que suelten de nuevo la lengua debemos mimarlos. ¿Qué rara esa expresión: soltar la lengua? ¿Cómo se suelta la lengua? Imagínate en tu cabeza, a una lengua suelta, andando por allí como una loca, paseándose por todos lados.

Lenguas sueltas en Nueva York

Estoy desviándome otra vez.

Eso pasa cuando uno se mete a contar una historia hecha de muchas historias que a veces dan miedo: uno busca cualquier excusa para no seguir contándolas para no volver a asustarse. Y entonces, habla de perros y de nubes y de todo lo que se le ocurre, con tal de evitar hablar de la noche en que un gato de ojos rojos se detuvo frente a ti y maulló un extraño quejido. Ayyyyyleyyyysaaaa. A eso sonó el maullido del gato de ojos rojos que se paró frente a mi en la noche. Fue la primera vez que escuché el nombre de Aleyssa y el maullido estridente del gato se me quedó adentro como un eco largo. Lo escuché sin cesar toda la noche y la mañana siguiente. Tanto, que no pude dormir. Yo tenía 9 años y desde ese día comencé a quedarme sordo. El maullido del gato de ojos rojos se convirtió en un tinutus, el sonido de unas campanitas que no se apaga nunca ni se va de tus oídos. (Tu co-lector o co-lectora te puede explicar qué es tinitus. O búscalo en Internet).

Gato de ojos rojos que chilla y dice ayyyleyyysaaaa

Ves, ya me desvié de nuevo.

Si no sabías que a los libros que hablan y espantan hay que cuidarlos como a perros heridos, ya lo sabes. Si no sabías que las historia se enferman y que hay que cuidarlas, ya lo sabes. Si no sabías que hay gatos de ojos rojos que en las noches actúan como mensajeros de Aleyssa, ya lo sabes. Y ya sabes que si alguna vez tropiezas con uno es una de las muchas e ingeniosas maneras en que Aleyssa se presentará en tu vida.

Ya sabes que las historias se enferman, y hasta se mueren. También se mueren los libros. Y el que tienes en tus manos es un libro repleto de historias enfermas que deberás sanar. Cuando tú y tu co-lector o co-lectora pronunciaron para este libro el mmm de sus nombres se comprometieron, sin saberlo, a ser sus médicas o médicos, sus sanadores. Y este libro se los agradece. ¿Los lamerá o los moderá más adelante? No lo sabemos.

El libro en manos de una niña sudafricana. ¿Quien muerde a quien?

Entonces, te decía. Íbamos en el carro, camino a un río ancho y corrientoso que queda en Quindío, un departamento pequeñito de Colombia, cuando empecé a narrarles estas historias a Antonia y Catalina, mis hijas, que en esos días eran pequeñas como tú, lectora o lector.

De ahora en adelante te llamaré RESPIRACIÓN QUE SANA. Ese será tu nombre. También lo entenderás después. Tú eres la RESPIRACIÓN QUE SANA este libro y sus historias.

Ese día, en el carro, comencé a contarles las historias a mis hijas, y ellas luego, durante semanas, las empujaron hasta donde pudieron. Las cuidaron añadiéndole otras historias amigas para que no estuvieran solas las historias que les conté. Pero ellas, mis hijas, ya crecieron, y dejaron las historias a medias, enclenques (pídele a tu ayudante de lectura que te explique qué significa enclenque. Es una palabra muy antigua y bonita. Cuando por alguna razón alguien te insulte, tú puedes decirle enclenque, y la persona se sentirá rara porque le has dicho una palabra antigua. Y las palabras antiguas suelen ser muy poderosas porque son muy jóvenes y fuertes como tú).

¿Cómo que jóvenes?, te preguntarás tú. ¿Si son antiguas cómo pueden ser jóvenes? Pues debes saber que son más fuertes que las de ahora porque se pronunciaron primero. Vienen de la infancia de la humanidad. Son como cuando tú dijiste agú siendo bebecita o bebecito, y todos en tu casa se conmovieron al oírte decir esas primeras palabras saliendo de tu boquita. Entonces, las palabras antiguas son como los agú de la humanidad, son las primeras que se pronunciaron, y por eso son muy poderosas. Por eso es bueno escuchar a las personas ancianas, porque ellas conoces de palabras agú, o sea palabras antiguas, o sea las primeras palabras. Las palabras que se pronunciaron en la infancia o juventud de la humanidad. Dicen que si alguien descubre la primera palabra que pronunciaron los seres humanos hace 200 mil o 50 mil años (los científicos todavía no se ponen de acuerdo acerca de cuándo empezamos a hablar), tendrá un poder sorprendente, porque en ella están contenidas todas las palabras que vinieron después, y todos los idiomas del mundo, los del pasado y los del futuro. Esa persona podrá hablar y entender al instante cualquier idioma. Pero hasta ahora, nadie ha descubierto esa primera palabra agú de la historia de la humanidad, y es posible que jamás la descubramos. Aunque quizás tú, que has llegado hasta aquí en esta lectura, puedas ser la primera persona en descubrirla y entonces serás POLÍGLOTA TOTAL. Pregúntale a tu ayudante de lectura qué es POLÍGLOTA y pídele que te explique qué puede ser un POLÍGLOTA TOTAL.

Si tu co-lector o co-lectora no te lo ha podido explicar, te lo explico yo: una políglota total o un políglota total es una persona que habla y entiende todos los idiomas y lenguas. GLOTIS quiere decir lengua, en un idioma muy antiguo o sea muy joven, el griego. De ese idioma joven vienen muchos de los idiomas que hoy hablamos. Y POLI quiere decir muchos. Así que POLÍGLOTA es alguien que tiene muchas lenguas. Pero no la lengua rosada que tienes en la boca, sino el idioma que hablas.

Un políglota tiene muchas lenguas sueltas.

Pero volvamos a las historias que conté cuando iba manejando el carro hacia un río grande en Quindío. Te decía que mis hijas curaron esas historias hasta donde pudieron y luego crecieron y las olvidaron, y ahora se necesitan muchos, quizás miles de otros niños y niñas, para que puedan curarlas y sanarlas, y conseguir que vuelva ella: Aleyssa.

ALEYSSA.

Me da hasta miedo escribir su nombre. Pero también me da una alegría grande. Es raro tenerle al mismo tiempo tanto amor y tanto miedo a una sola “persona”.

ALEYSSA.

Puedes ver que he escrito persona entre comillas (“persona”), esos signitos raros al lado de la palabra persona. Porque, en sentido estricto, Aleyssa no es una persona como tú o como yo o como la señora que vende frutas o como la presidenta de un país o como la piloto de un avión o como el anciano que trota por las calles. Aleyssa es más antigua que el lenguaje de los seres humanos y es más antigua que lo más antiguo que conozcas. Aleyssa viene de antes de que la vida, tal como la conocemos, existiera. Aleyssa viene del planeta Tierra, pero es anterior a todo lo que imaginamos y sabemos.

También, entenderás eso más adelante. Paciencia.

Y es que ALEYSSA es la razón por la que tú te llamas, para este libro, RESPIRACIÓN QUE SANA.

Empieza el segundo acto de curar este libro: pronuncia su nombre al lado del tuyo. Pero pronúncialo primero en voz muy baja, como un susurro. Aleyssa y tu nombre. Y luego pronúncialo en voz muy alta, la más alta que puedas: Aleyssa y tu nombre.

Luego, haz el mmm de Aleyssa y el mmm de tu propio nombre.

Después suspende la lectura del libro. No sigas leyendo hasta dentro de dos semanas.

¿Por qué dos semanas?

Porque durante dos semanas escribirás, en tu cuaderno (¿no te había dicho que tenías que conseguirte un cuadernito donde hacer cosas? Se me había olvidado. Pídele a tu co-lector o co-lectora que te consiga un cuadernito, ojala sea un cuadernito chiquito, que puedas llevar contigo a todos lados). Escribirás en tu cuadernito especial tantas palabras antiguas como letras tiene tu nombre. Si te llamas Manuela, busca y escribe en tu cuadernito especial las 7 palabras más antiguas que puedas averiguar. Usaremos esas palabras para curar la primera historia dentro de dos semanas.

Debajo de las palabras antiguas, dibuja un gato de ojos enormes y rojos. Debajo de tu dibujo escribe su nombre: Aldemar, el gato chillón de Aleyssa. Aldemar será el protagonista de la primera historia. Una historia en la que las palabras antiguas que tú buscaste serán importantes.

Ejemplo de libreta o cuadernito que deberías conseguir. Esta libreta tiene 10 cm de ancho por 17 cm de largo. Cabe en cualquier bolsillo. Está plastificada. Y la puedes llevar a todos lados para hacer tus notas, investigaciones, dibujos y averiguaciones para Aleyssa y el libro que estás ayudando a curar.

Sa’deem canf jahdigg[1]

[1] Saludo tus dedos y tus ojos que rozan y miran mi piel. (Esto te dice el libro a ti lectora o lector, en una lengua muy antigua).

Esta historia continuará en dos semanas. Busca mientras tanto las palabras agú.

Se han cumplido las dos semanas previstas: puedes continuar la lectura en el siguiente enlace: Aleyssa (Parte 2). El Gato Aldemar y las palabras agú.

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Julián González
vocES en Español

Diseñador de juegos de mesa, comunicador social y educador. Puede descargar gratis Todo está tan raro en el siguiente link: https://bit.ly/3BiGjMB

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