Los samuráis están sobrevalorados. La historia ha confirmado que su ejército era un drama, y ni Yasuke ni Naoe nos harán cambiar de opinión

Los samuráis están sobrevalorados. La historia ha confirmado que su ejército era un drama, y ni Yasuke ni Naoe nos harán cambiar de opinión

  • Los samuráis vuelven a glorificarse en Assassin’s Creed Shadows

  • La historia ha confirmado que en realidad no eran para tanto

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Yasuke

De la mano del manga, el anime, o videojuegos como el propio Assassin's Creed Shadows, que ha vuelto a poner en boca de todos la fascinación por los samuráis, el mundo de la ciencia ficción coloca de nuevo sobre la mesa una idea bastante equivocada de aquellos soldados japoneses. La verdad es que los samuráis no eran para tanto. O al menos eso dice la historia.

Salvo en el caso del ataque mongol que se refleja en Ghost of Tsushima, y lo que dieron de sí en sus colaboraciones con la corona española, lo cierto es que los encontronazos de los samuráis con otros ejércitos demostraron que aquellos soldados japoneses en realidad tenían poco que hacer frente a la hegemonía de otras fuerzas militares. Una vez sacados de sus límites habituales, los samuráis eran unos soldados bastante mejorables en comparación con otras fuerzas como las mongolas, las romanas, las espartanas, o incluso los caballeros medievales.

La gran mentira de los samuráis de Assassin's Creed Shadows

Encerrados en su propia isla y luchando entre sí, ni conocían estrategias militares modernas ni estaban preparados para combates a gran escala. Que los samuráis pasasen a intentar dominar el arte del rifle poco después de enfrentarse a ellos da buena cuenta de hasta qué punto la katana pasó rápido de ser el arma definitiva a un mero abalorio ceremonial.

Gran parte de la fascinación que viene de su dominio de la katana y su letalidad -no sólo con espada como Yasuke, sino también con otras armas como arcos y cadenas como las de Naoe en Assassin's Creed Shadows-, está inevitablemente atada a combates que se regían bajo sus reglas y códigos de honor. Marcados por su educación y decoro frente al contrario ante el miedo de manchar su reputación, las pugnas entre samuráis se convertían en combates mucho más encorsetados de los que planteaba una guerra contra soldados enemigos.

Esa ilusión de la hegemonía de los samuráis viene dada de conflictos internos en los que, pese a la brutalidad de los enfrentamientos, no se solventaban mediante tácticas militares complejas ni estilos de combate o armas diferentes a las que estaban habituados. Lo ocurrido en la batalla contra China por el control de Corea, sin ir más lejos, da buena cuenta de hasta qué punto colocarlos ante la brutalidad de un enemigo ajeno a todas aquellas reglas niponas era capaz de darle la vuelta a la situación.

A menudo se utiliza la pugna contra los mongoles que dio vida a la historia de Ghost of Tsushima para demostrar que el ejército japonés también era capaz de plantarle cara a los enemigos a los que pudiese llegar a enfrentarse. La realidad, en cambio, es que tenían media batalla ganada antes incluso de empezar. Y no sólo por méritos propios.

La invasión mongola de Ghost of Tsushima

Los mongoles venían de conquistar Corea y cometieron dos errores a la hora de plantear su expansión hacia Japón. En primer lugar estaba la orografía nipona que, frente a la necesidad de llegar en barco hasta allí, hacía del terreno un lugar mucho más complejo que las bastas tierras a las que se había acostumbrado la caballería mongola. Con todas las dificultades que ello planteaba, y en una época del año en la que viajar en barco probablemente no era la mejor de las ideas, las tropas de Kublai Khan empezaron con mal pie.

Tsushima

Por otro lado, confiaron en los coreanos no sólo para dar forma a los barcos que los llevarían hasta allí, sino también a los ejércitos con los que lucharían contra Japón. Como infantería a caballo y arqueros eran unos fuera de serie, pero de navegación conocían más bien poco, así que los mongoles se apoyaron en los coreanos para la creación de unos barcos que, molestos por la conquista a la que se habían enfrentado, construyeron de mala gana y con desperfectos.

La primera batalla que libraron los mongoles fue contra las tormentas y los vientos kamikaze que destruyeron gran parte de la flota no sólo al ir hasta allí, sino también cuando tuvieron que replegar sus tropas para protegerse de un ejército que, pese a sus evidentes carencias, se había enterado de las intenciones mongolas y había tenido tiempo más que suficiente para ampliar su ejército lo máximo posible.

Con sus fuerzas menguadas, los mongoles que llegaron hasta allí para luchar lo hicieron en calidad de generales, pero gran parte de los soldados que debían luchar aquellas batallas eran coreanos obligados a pelear bajo su mando. No gozaban ni del entrenamiento ni de la disciplina que habían hecho famosa a las tropas de Kublai Khan, y lo pagaron con creces.

Matrícula en cultura pop, suficiente en combate

Cabe apuntar que, pese no ganarse un hueco en la fila S de una tier list de soldados históricos, sería injusto decir que los samuráis eran unos completos inútiles. Dominaban la espada y el arco de forma espectacular, pero la falta de experiencia en batallas extranjeras, y el hecho de estar estar varios puntos por debajo a nivel armamentístico y estratégico, hacen que pierdan fuerza a la hora de comprarlos con el resto de ejércitos históricos que puedan venirte a la cabeza.

Pese a la fascinación que nos despiertan por lo llamativo de sus armaduras, estilos de combate y códigos de honor -otra fantasía de manual-, la próxima vez que te plantes ante uno de esos vídeos o preguntas en los que alguien grita al cielo "¿Quién ganaría en una pelea, un samurái o un espartano?" plantéate nada más empezar que, pese a lo estrafalario y portentoso del soldado japonés, la realidad es que la posibilidad de que termine mordiendo el polvo es históricamente acertada.

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