Para muchos fans de la saga de Pokémon, los remakes han sido un símbolo de innovación. Un estandarte que representa las ganas de ofrecer ideas del pasado, pero aportando las novedades del presente. Durante casi dos décadas este planteamiento ha sido prácticamente inamovible. Todo empezó en 2004 con Rojo Fuego y Verde Hoja y todo terminó a finales de 2021, con el lanzamiento de Diamante Brillante y Perla Reluciente. ¿Qué ha sucedido para que, ahora, en pleno 2024, la gente procese un sentimiento de dejadez ante la noticia de un nuevo remake de la saga? Son muchas las razones detrás de esta desmotivación. No existe un único motivo que explique esta situación, por lo que os voy a contar una serie de motivos que considero claves para entenderlo.
No basta con adaptar contenidos
Las comparaciones son odiosas. A menudo nos sirven para mejorar, nos enseñan cómo hemos progresado en la vida y, en otros casos, ilustran cómo hemos podido empeorar. Ambas situaciones (de mejora y caída) han ocurrido en Pokémon. ¿Os suena el lanzamiento de HeartGold y SoulSilver? Estoy seguro de que rápidamente habéis conectado con la nostálgica Johto y sus preciosos iniciales. Quitando que Totodile siempre ha sido y será el mejor Pokémon de todos (para nada esto es una opinión), el estreno de estos remakes estuvo cargado de una nostalgia apabullante. Se percibía en su marketing, en su enfoque publicitario y en los contenidos de sus videojuegos.
Pokémon HeartGold
Todo se ligaba estrechamente a la experiencia que habías vivido años atrás con los Oro y Plata originales. Al encender tu Nintendo DS te sentías como en casa. Estabas en una zona de confort, en un espacio seguro resguardado y protegido por las emociones que sentiste cuando apenas eras un niño. A ese safe-place se le sumaba algo inédito, una sensación de descubrimiento que no esperábamos tener, pero que abrazamos con muchísima curiosidad. A los remakes de segunda generación se les añadió decenas de novedades y una perfecta adaptación de Pokémon Cristal a su contenido post-game.
Situaciones de mejora y caída han ocurrido en Pokémon
La sensación de ver a Jotho con el límite técnico que ofrecía Nintendo DS en 2010 era algo indescriptible. Los Pokémon se veían mejor que nunca, cada pequeño pueblo o cada gran ciudad tenían un aspecto completamente renovado y muchos entrenadores tuvieron una remodelación perfecta (tanto de sus diseños como de sus equipos e intervenciones). Pero no todo se remite a un nuevo lavado de cara, sino que detrás de ese look, teníamos un espacio con muchísimas mejoras y con grandes cambios respecto a los videojuegos originales que mejoraron la experiencia original que sentiste de niño. Aun siendo HeartGold y SoulSilver unos remakes de Oro y Plata, el legendario Suicune tuvo su respectivo protagonismo adaptándolo de forma orgánica a este nuevo esquema argumental. Había espacio para la sorpresa.
Pokémon Rubí Omega
Esta dinámica de adaptar los contenidos de terceras ediciones al planteamiento de nuevos remakes generacionales terminó siendo una norma. Rubí Omega y Zafiro Alfa, aun eliminando el Frente Batalla, ofrecieron un post-game donde Rayquaza era el protagonista absoluto. Su historia se imprimía a la perfección dentro de la nueva narrativa de la sexta generación y se le dotaba de nuevas capas de significado. No fueron pocas las míticas teorías que nos hicimos muchísimos fans sobre si podríamos explorar el espacio a bordo del cohete de Ciudad Algaria o si existía algún método legal para capturar a Deoxys más allá del evento del Ori-Ticket. Estas ideas las tuvo presente The Pokémon Company y así pudimos disfrutar de un postgame que hilaba nuestra ilusión por aquellas fantásticas teorías junto a un perfecto guiño del enfrentamiento que tuvieron Deoxys y Rayquaza en la séptima película de la franquicia (que no pudimos disfrutar en España, todo sea dicho). Mucho guiño, mucha referencia y, sobre todo, muchas ganas de querer contar algo nuevo adaptando el pasado a los tiempos de su presente.
Lo que debía estar no estuvo
Esto no sucede con los últimos remakes que hemos tenido. Diamante Brillante y Perla Reluciente venían de un legado de remakes perfecto. La tercera generación elevó el listón de los videojuegos de Kanto (también por ello tantísimos jugadores los reviven una y otra vez); la cuarta nos dio dos de los mejores títulos de la saga (y cuyo precio ahora mismo es desorbitado por culpa de la especulación); la sexta reforzó el fenómeno de la megaevolución y expandió todo el lore de Hoenn de forma orgánica, e incluso la séptima, con los Let's Go, consiguió crear una perfecta hibridación entre el fenómeno de Pokémon GO junto a la historia de Pokémon Amarillo (con un apartado artístico que difícilmente se ha igualado en 2024).
Pokémon Diamante Reluciente
El look de pinypon no convenció de primeras, pero existía la posibilidad de que Diamante Brillante y Perla Reluciente fuesen buenos remakes teniendo en cuenta que todas las demás reminiscencias de la saga habían sabido adaptar, de una forma u otra, sus contenidos generacionales. Pero no. En los remakes de cuarta generación no se dio siquiera un buen espacio a uno de los escenarios más importantes de Sinnoh, el mundo distorsión. La aparición de Giratina terminó siendo anecdótica. Su duelo ante Dialga y Palkia jamás existió, ni mucho menos fue mencionado. No hubo ningún esmero en presentar nuevas historias como antaño se había hecho en repetidas ocasiones y desde luego no existió un trabajo de rediseño que mejorase la calidad inicial de los videojuegos que representaban.
Frente a los remakes, una leyenda
Cuando acabé los remakes me sentí desilusionado. La cuarta generación era la que mayor potencial tenía para unos remakes. ¿Un mundo distorsión en 3D? ¿Las leyendas del tiempo y del espacio con una nueva explicación detrás o con una ampliación de su narrativa? ¿Y si se mejorasen las razones que motivaban a Helio a ser el villano de estas entregas? Al final, ni una cosa ni otra. Pero, frente a esta dejadez, apareció un nuevo faro que me hizo ilusionarme de nuevo. Esa luz provenía de Leyendas Pokémon: Arceus.
Leyendas Pokémon: Arceus
Y no, no cumplía exactamente las directrices que debió haber cumplido Diamante Brillante y Perla Reluciente, pero sí que aportó frescura, un enriquecimiento de la narrativa de Sinnoh y diversos combates que se quedaron grabados en mi retina así como una experiencia jugable que no había disfrutado tanto en más de 10 años como jugador de Pokémon.
La aparición de Giratina terminó siendo anecdótica. Su duelo ante Dialga y Palkia jamás existió
Es por ello por lo que tengo tanta ilusión depositada con el lanzamiento de Leyendas Pokémon Z-A. Si la reminiscencia de Arceus consiguió engancharme como nunca a la saga, y elevó la riqueza narrativa de la cuarta generación, confío en que The Pokémon Company habrá tomado nota y querrá seguir por ese camino. Una senda que aparentemente ya no avanza por los remakes que nos hacían soñar de pequeños, sino más bien por nuevas historias que ilusionan a nuestras versiones más adultas.
Sabemos lo que falla, apostemos por lo que acierta
Durante muchísimos años de mi vida pensé que si Game Freak delegaba parte de sus responsabilidades a otros estudios eso haría que el esquema productivo de sus videojuegos llegaría a ser mejor. Más eficiente. Más práctico. Una fórmula básica que no daría margen de error. Pero, para mi mala suerte, me equivoqué. ILCA fue el equipo de desarrollo que se encargó de los remakes de cuarta generación y los resultados fueron catastróficos y evidenciaron una gran falta de creatividad (la más grande de toda la franquicia). Aterrizando mi pensamiento en un espacio positivo, existe la posibilidad de que, si Game Freak retoma su papel y su responsabilidad principal en el desarrollo de los siguientes remakes de las posteriores generaciones, volvamos a tener buenos videojuegos. No los mejores de la industria, pero sí unos títulos que sepan reivindicar el espíritu de las ediciones originales que reimaginan.
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