Fenómeno preocupante

La masificación de los espacios protegidos se acerca a su límite en Catalunya: "Van al río con tumbonas y flotadores"

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Un problema en aumento: ¿Por qué no te puedes bañar en los lagos de alta montaña?

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Guillem Costa

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La masificación extrema de los espacios naturales era una tendencia que ya estaba en aumento antes de la pandemia. Sin embargo, después del confinamiento, todavía fue a más. Ahora, tres años después del inicio de la pandemia de covid-19, la cantidad de visitantes se sigue multiplicando en senderos de montaña, zonas de escalada y cascadas, pozas y 'gorgs'. Lo advierten los agentes rurales de la Generalitat de Catalunya, que manejan datos sobre los accesos a estos lugares.

"El problema no es solo que cada vez haya más gente, sino que el perfil de las personas que van al monte ha cambiado", dice Pep Capdevila, jefe de los rurales en el área de la comarca del Berguedà. "Antes era gente que estaba habituada a las excursiones y que conocía el medio ambiente. Ahora, como el disfrute del entorno natural se ha extendido a toda la sociedad, nos encontramos con un gran desconocimiento de las normas", afirma.

Capdevila asegura que a menudo los rurales se ven obligados a sancionar a la gente por incumplimientos de una normativa que se puede consultar fácilmente en el móvil antes de salir de casa: "Hay visitantes que no son conscientes de los requisitos físicos o materiales necesarios. Y esto también provoca que haya más accidentes en la montaña".

Lo que también ha crecido es el número de personas que encienden fuegos para hacer barbacoas o usan bombonas de butano donde no deben. También se han puesto sanciones por hacer volar drones en zonas donde está prohibido (por ejemplo en el parque natural del delta del Ebro o en el parque natural de Aigüestortes) o por bañarse en zonas no permitidas. Otro caso habitual es la circulación motorizada por caminos no habilitados.

Más desconocimiento

"A día de hoy, todo el mundo se atreve a ir al monte", advierten los agentes rurales. En verano, las rieras y los 'gorgs' son los puntos más frecuentados. En algunos de los más famosos, se ha impuesto una entrada de cinco euros para evitar la masificación y controlar los accesos.

"La gente acude a estas zonas de agua como si fueran a una playa urbana: tumbonas, mesas, sillas y flotadores", señala Capdevila. "Además de denunciar cuando es preciso, los rurales siempre intentamos informar de que el espacio se comparte con la flora y la fauna y que es imprescindible ser respetuoso con ellas", puntualiza.  

El mensaje que envían desde los agentes rurales es que el medio natural no es un lugar antropizado: "Además de la naturaleza, se desarrollan otras actividades como la pesca o la ganadería, y se debe evitar estorbarlas".

En este cuerpo de vigilancia del entorno, hay preocupación por el aumento de incumplimientos de la normativa: "Trabajamos para hacer llegar la educación ambiental a las escuelas. Pero es evidente que hay gente de cierta edad que no sabe qué se puede hacer y qué no en estos espacios, ya que ahora acude al campo y a la montaña gente sin inquietud ambiental". El mensaje es el mismo de cada verano: informarse antes de ir y evitar cometer imprudencias. "A veces, no se trata de evitar la multa, sino de evitar un incendio o un desatre para una especie animal que habita en la zona", zanja el agente rural.

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