De camino a Malmö (II)
La dulce locura del matrimonio que tradujo las canciones de ABBA al español: “Viajamos a Estocolmo con las letras, el éxito fue inmediato”
Enamorados de la música de Agnetha, Frida, Björn y Benny, propusieron a la banda adaptar sus grandes éxitos: las cifras millonarias que lograron con 'Chiquitita' les animaron a grabar un álbum íntegramente en castellano
“Chiquitita, dime por qué tu dolor hoy te encadena. En tus ojos hay una sombra de gran pena. No quisiera verte así, aunque quieras disimularlo. Si es que tan triste estás, ¿para qué quieres callarlo?”. Tuvieron que pasar siete años para que ABBA publicase su primera canción en español: en 1979, ya consagrados mundialmente gracias a SOS, Mamma mia, Dancing Queen o Fernando, la banda decidió acercarse a un público hispano olvidado en sus giras. Jamás tocaron en España ni en Latinoamérica, a pesar de que sus temas coronaban las listas a ambos lados del Atlántico. De ahí que la adaptación de Chiquitita fuese acogida con tanto ímpetu. El furor que despertó les animó a grabar un álbum íntegramente en castellano que, en la actualidad, supera el millón de ejemplares despachados. Una conquista que, si no llega a ser por un desconocido matrimonio, nunca hubiese tenido lugar: Buddy y Mary tradujeron sus letras.
Enviaron la propuesta a Stig Anderson, representante de Agnetha, Björn, Benny y Frida, quien no dudó en darles una oportunidad. Por aquel entonces, estaban en la cresta de la ola. No había país que no bailara al ritmo de su europop. Ya había pasado un lustro de su victoria en Eurovisión, de la que ahora se cumplen 50 primaveras: tras quedar terceros en el Melodifestivalen, la preselección para escoger al candidato sueco, con Ring Ring en 1973, la formación decidió intentarlo de nuevo en 1974 con Waterloo. Arrasó y, el 6 de abril, repitió la hazaña en Reino Unido. Desde entonces, su nombre ha sido sinónimo de éxito.
Con el apoyo del público y la indiferencia de la crítica, ABBA empezó una colección de joyas pop que subrayó el ingenio creativo de Björn y Benny y el imán vocal de Agnetha y Frida. Editaron un elepé por año, cada uno con al menos un par de hits. Así se sucedieron los ya clásicos Honey, Honey (1974), I Do, I Do, I Do, I Do, I Do (1975), Money, Money, Money (1976), Knowing Me, Knowing You (1977), Take A Chance On Me (1978), Does Your Mother Know? (1979)… Las ventas de discos se tradujeron en giras con todo el papel vendido. Se dieron cientos de baños de masas en Europa, Estados Unidos, Australia y Japón. Sin embargo, nada más arrancar los 80, decidieron no realizar más conciertos para centrarse en sus familias. Descartando, así, cualquier opción de verles en España y Latinoamérica. Dos mercados que vivieron con desazón este giro de los acontecimientos justo cuando la banda triunfaba con la versión en español de Chiquitita.
Localizar a Buddy y Mary
Buddy McCluskey era un ejecutivo de RCA Víctor, el sello encargado de importar su música en América Latina. Estaba al corriente de cualquier movimiento realizado por el grupo. Y quería llevarles hasta allí. Pero, dadas las últimas noticias, las posibilidades eran ínfimas. Así que, en un arrebato, llamó a su compañía con la única oferta que podría aproximarlos a su Argentina natal: traducir, junto a su mujer, Mary, sus mayores pelotazos. El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, lo ha localizado a través de su sobrina, Melody McCluskey, también dedicada a la industria musical como road manager.
Es ella quien nos indica la situación actual de Buddy: tiene 89 años y reside en un centro de mayores. Hace tiempo que no concede entrevistas y, cuando lo hizo en el pasado, apenas resaltó este episodio de su carrera. Con el último que lo hizo fue con el periodista Gabriel Hernando, quien recoge su testimonio en ABBA, la bestia pop (Dunken, 2021), uno de los pocos libros que aborda con precisión la andanza hispana de la agrupación sueca. Contactado el autor, éste nos da permiso para reproducir las palabras de McCluskey: “Como director comercial de RCA Víctor, se me ocurrió que, quizá, el alcance del grupo hacia el público latinoamericano podía llegar a ser aún más amplio y profundo si grababa sus temas en español. Me puse en contacto con su representante y, tras presentarle el proyecto, al poco me respondió afirmativamente. La primera adaptación fue Chiquitita, que fue un éxito inmediato”.
Trabajaron con Agnetha y Frida
Las cifras millonarias que trajo consigo les llevó a emular la jugada con I Have A Dream, cuyo nuevo título fue Estoy soñando. De nuevo, la recepción superó las expectativas. Y fue, entonces, cuando se planteó sacar un álbum en este idioma: “Mi señora y yo viajamos a Estocolmo con las letras hechas y allí trabajamos en el estudio con Agnetha y Frida. Aunque los hombres no estuvieron presentes ni participaron en el proceso, la labor de ellas fue agradable… sobre todo, porque se generó una conexión especial entre ellas y mi mujer”. El 5 de abril de 1980, Gracias por la música llegó a las tiendas.
En total, 10 cortes entre los que se hallaban Dame, dame dame, La reina del baile, Hasta mañana, Al andar y Conociéndome, conociéndote. En España, tras alcanzar el puesto 5 de los más vendidos, se dispensaron 100.000 copias. “La tarea fue gratificante, pero también ardua. No sólo escribimos estrofas que coincidieran con la métrica de cada canción, sino que mantuvimos y respetamos el espíritu y el sentido de los textos originales”, continúa McCluskey. A partir de ahí, el cuarteto lanzó dos discos más hasta el desconcertante Voyage de 2021: Super Trouper (1980) y The Visitors (1981). En las distintas ediciones que se han ido publicando desde entonces se incluyeron otras tantas versiones en castellano con el sello de Buddy y Mary. Entre ellas, No hay a quien culpar, Se me está escapando, Andante, andante… Una unión que, aunque prácticamente anónima, terminó de consolidar a ABBA como estandarte universal.
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