'Music:Response' en THE CUBE
El Sónar arranca en la Casa Batlló: en la guarida de The Chemical Brothers
El festival empieza a latir en su 31ª edición con la presentación de un espectáculo inmersivo que sumerge al público en el universo del dúo británico
Ignasi Fortuny
Ignasi FortunyPeriodista. Principalmente, escribo sobre música.
En el corazón de un cubo, encerrado voluntariamente, transitando por el interior de sus seis caras, uno se plantea qué carajo quieren decirle cuando una voz repite una y otra vez "free yourself" (libérate). Es el mensaje más contundente que transmite el espectáculo 'Music:Response', creado por los artistas visuales Smith & Lyall, responsables de la parte gráfica de los legendarios The Chemical Brothers, presentado esta noche por el Sónar y la Casa Batlló en el espacio inmersivo 360ª -sí, en principio uno puede mirar a todos lados sin necesidad de biodramina- del sótano del céntrico edificio de Gaudí, THE CUBE. Aquí, en un cubo repleto música, tecnología y creatividad, pilares del festival barcelonés, ha empezado a latir su 31ª edición, que se celebrará del 13 al 15 de junio.
"Un espacio único que supone un primer arranque", definió el codirector del Sónar Enric Palau antes de desprecintar la obra y reivindicar la larga relación del certamen con el dúo británico, autores de himnos perennes de la música de baile. Cuatro millones de euros costó el espacio único, "un lienzo en blanco, un escenario ideal para los artistas", explicó Gary Gautier, director de la Casa Batlló, que invitó a los presentes a "dejarse llevar". "Si llegáis a perder la noción de la realidad es que lo habremos conseguido", dijo, osado. Quizá era por eso lo de "free yourself".
El espectáculo, que se podrá ver desde este viernes hasta el 31 de julio (entradas a 15 euros), pretende que el público entre en el mundo audiovisual de The Chemical Brothers, o que, directamente, se atreva a contornearse mínimamente en su propia guarida. Por cierto, el dúo británico, formado por Tom Rowlands y Ed Simons, estuvo el martes en la instalación para ver horas antes de su estreno la obra por primera vez. Con piezas musicales y visuales hechas expresamente, durante 13 minutos uno se rodea de multitud de criaturas extrañas -no solo periodistas e invitados presentes al preestreno-. Alrededor del espectador, entre paisajes encantados o cielos centelleantes, desfilan y bailan, claro, soldaditos que circulan velozmente de una pantalla a otra y, poco después, aparecen caras fantasmagóricas y seres diabólicos que ríen como hienas. Eso, enntre otras muchas imágenes que se mueven al son de una hipnótica sesión obviamente algo encorsetada, porque la épica queda presa entre las costosas paredes de led.
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