Entrevista

Patrick Radden Keffe: "Es el momento más aterrador de mi vida como ciudadano norteamericano"

Patrick Radden Keffe es uno de los referentes contemporáneos del periodismo de investigación. Lleva un mes viviendo en Barcelona, donde ha sido el primer invitado a las residencias del CCCB, donde ha impartido un ciclo de charlas sobre la fragilidad de la verdad y cómo informar sobre el horror en países como Filipinas. En septiembre se publicará 'Cabeza de serpiente', un apasionante retrato sobre las mafias de Chinatown y la inmigración asiática en Estados Unidos

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe. / Zowy Voeten

Leticia Blanco

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Hace tres años, Patrick Radden Keffe visitó Barcelona para presentar ‘El imperio del dolor’ (Reservoir Books, Edicions del Periscopi), magnífica crónica sobre la epidemia de opiáceos y la multimillonaria dinastía detrás del oxycontin, los Sackler. Se lo pasó tan bien que le preguntó a la directora del CCCB, Judit Carrera, si no existían residencias para estar una temporada más larga en la ciudad y trabajar aquí. Su sueño se cumplió: acaba de cruzar el ecuador de la primera residencia para periodistas que estrena el CCCB para celebrar su 30 aniversario. 

Radden Keffe lleva un mes viviendo en un piso del Eixample cercano a la Diagonal, por donde suele correr cada día, a veces hasta el mar. Confiesa que se lo ha pasado muy bien estas semanas yendo a fiestas y conciertos con su traductor al catalán, Ricard Gil, músico y miembro del grupo mod Brighton 64. Hoy está contento porque sus hijos, por fin, han llegado de Estados Unidos. Los ha apuntado a un casal (él lo llama ‘summer camp’) de tenis en Valldoreix. 

Le veo muy integrado.

Vine a Barcelona hace 25 años como mochilero. Luego he estado como turista y de promoción de mis libros. Pero es diferente llegar a tener un rutina, conocer al panadero local, el mercado… Por las mañanas me dedico a escribir. Sé que el turismo es un tema controvertido aquí, he visto las pintadas. Supongo que yo también debo ser un ‘expat’.

¿Qué está escribiendo?

Un libro sobre un chico de 19 años que murió en Londres este febrero. Se tiró desde un balcón de un edificio de lujo sobre el Támesis. Tras su muerte, sus padres descubrieron que había estado fingiendo ser hijo de un oligarca ruso. Llevaba una vida secreta, se mezcló con la gente equivocada y terminó muerto. El libro va sobre los esfuerzos de sus padres por comprender lo que le pasó. También sobre cómo el dinero ha corrompido a Londres durante los últimos 30 años. El dinero ha corrompido Nueva York y Barcelona también, pero en el caso de Londres es, sobre todo, dinero ruso.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe. / Zowy Voeten

¿Cambia mucho la perspectiva de lo que está ocurriendo en Estados Unidos desde Barcelona?

Es curioso porque estamos haciendo la entrevista un 4 de julio, que es un gran día festivo en Estados Unidos, pero este año estoy feliz de estar lejos. Es el momento más aterrador de mi vida como ciudadano. Al verlo desde Europa me doy cuenta de que nuestros problemas son, en realidad, vuestros problemas. Si gana Trump eso tendrá un gran impacto en Europa y en la OTAN, para Ucrania. Existe la sensación de que Estados Unidos es un país ‘sui generis’, pero en el fondo lidiamos con los mismo problemas que todos los demás: el ascenso de la derecha autoritaria, la polarización… 

Como en Francia.

Sí, tenemos el mismo problema que ellos. Y una izquierda particularmente descontenta con la política de Biden, un centrista, con Gaza, que refuerza los extremos. Culpo mucho de esto a las redes sociales. Nuestra capacidad para comunicarnos se ha deformado.

¿Le preocupa la fragilidad del concepto de verdad?

Parte del problema es que ahora todo es entretenimiento y la gente no piensa bien. Fíjate en la decisión de la Corte Suprema que ha dicho esta semana que el presidente está por encima de la ley. No somos un país tan joven. Tenemos cientos de años de tradición en la que el presidente está sujeto a la ley. Y sin embargo, no hay gente protestando en las calles. Hay males muy profundos a ambos lados del Atlántico. Hannah Arendt y George Orwell escribieron que la naturaleza del totalitarismo y el fascismo se basa en una desestabilización de la verdad. Y eso es precisamente lo que hacen las redes sociales.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe en el CCCB.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe en el CCCB. / Zowy Voeten

Y eso influye en a quién votamos.

Trump es carismático, maldice, miente. Transgrede. Y genera una emoción especial cuando lo vemos, no puedes apartar la mirada. Duterte dice cosas muy groseras sobre el Papa en un país tan católico como Filipinas, donde nadie hace eso. Eso secuestra la idea de que los gobernantes deben ser tipos sobrios, moderados, grises, aburridos que se dedican a servir al país. Los líderes se están convirtiendo en famosos con telegenia, es lo que la gente espera ahora de la política. Y eso solo traerá cosas malas. Internet sigue estando lleno de memes de Obama bailando. 

¿Es tan mala la IA como algunos la pintan para la verdad? ¿Si es tan lista, no podría ayudar a detectar los bulos? 

Eso es lo que dicen las personas que creen firmemente en la IA, que los humanos siempre tendrán el control y que es sólo una herramienta. Es el mismo enfoque que dice que no deberías regular la IA porque todo lo que no haga Estados Unidos lo hará China. Hay una tendencia muy humana, particularmente pronunciada en Estados Unidos, a tardar en descubrir cómo nos hacen sentir las nuevas tecnologías. Tenemos un sesgo a favor del progreso. Todo el mundo quiere inventar algo nuevo. Si no lo haces tú, alguien más lo hará. Es Doctor Frankenstein, Oppenheimer. Con algo como la IA debemos pensar de manera realmente crítica en tiempo real.

La UE ha hecho la primera ley para regularla. 

Sí, hace 25 años ya fue pionera en privacidad digital. En Estados Unidos, tal vez debido a la forma en que empezamos como país, somos muy hostiles al gobierno. No confiamos en él, no queremos regulación. No queremos que el gobierno haga nada, pero sí cualquier cosa que las corporaciones quieran hacer. Si es capitalismo, es perfectamente benigno. Y en Europa es todo lo contrario. Aquí tenéis una especie de fe benigna en el gobierno.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe en el CCCB.

Entrevista con el periodista y escritor Patrick Radden Keffe en el CCCB. / Zowy Voeten

¿Qué cree que pasará con Biden, renunciará a ser candidato?

Creo que su entorno más próximo le está presionando con la idea de que él tiene más posibilidades de vencer a Trump que cualquier reemplazo. Ha sido un presidente razonablemente exitoso. No es muy bueno haciendo campaña, pero tiene un historial que puede aprovechar. Lo que pasa con el envejecimiento es que solo avanza en una dirección. Hacer campaña es agotador. Dentro de tres meses será tres meses mayor de lo que es hoy. Cualquiera que se postule a presidente es, a un nivel profundo, narcisista. Si yo fuera él y tuviera una mentalidad narcisista, estaría pensando: ¿qué dirá mi obituario? ‘Aquí está el tipo que se quedó en casa, fue humillado y le dio un segundo mandato a un convicto’. Pero lo honorable sería hacer un sacrificio personal y hacerse a un lado. Tenemos un país muy misógino, si Kamala Harris se postula, siendo una mujer negra, deberá enfrentarse a las fuerzas retrógradas con las que lidió Hillary Clinton. 

En septiembre se publica en España ‘Cabeza de serpiente’ (Reservoir Books y, en catalán, Periscopi ), su primer libro, sobre el tráfico de seres humanos y el hampa de Chinatown, ¿cómo llegó a esa historia?

Era el verano de 2005, yo había acabado Derecho pero no quería ejercer. Los diarios iban llenos de noticias del juicio a Sister Ping, acusada de liderar una mafia que había entrado ilegalmente a miles de chinos en el país. El gobierno la presentó como una figura horrible, pero en Chinatown la gente decía que era una heroína, la comparaban con Robin Hood. Hubo testimonios que se ofrecieron a cumplir la condena en prisión por ella. Siempre me han parecido interesantes ese tipo de personas que son vistas como un demonio por un lado y un ángel por otro. El caso de Gerry Adams es parecido. 

¿Fue su primer artículo?

Sí. Lo curioso es que nadie en ese momento se planteó que quizá esa historia la tenía que cubrir un escritor chino porque entonces imperaba la idea de que si eras un joven blanco, podías escribir cualquier historia que quieras. No creo que deba haber una prueba de identidad para determinar quién escribe qué historia. Pero creo que si escribes sobre una cultura que no es la tuya debes ser humilde, curioso y minucioso, y debes hacer el trabajo de modo que si alguien de esa cultura lo lee, no pueda encontrar ni un solo detalle equivocado. Estuve cuatro años investigando para escribir ‘Cabeza de serpiente’. Me ayudaron intérpretes en mandarín, cantonés y fujianés. Alguno de ellos sigue siendo uno de mis mejores amigos. 

El tema de la inmigración sigue siendo tremendamente actual, aunque hayan pasado 19 años. 

La mayoría de comentarios que recibo son de jóvenes chinos nacidos en Estados Unidos de entre 20 y 30 años cuyos padres pasaron por eso y jamás hablaron del tema, había un silencio absoluto. Con ‘No digas nada’, sobre los ‘troubles’ en Irlanda, me pasó lo mismo. Eso significa mucho para mi. 

Es curioso el vuelco de la historia. Los inmigrantes chinos fueron demonizados, pero tras las políticas del hijo único y las esterilizaciones forzadas en China, la ultraderecha religiosa llegó a simpatizar con ellos. 

Sí, era una derecha muy anticomunista, muy pro vida y antiaborto. Bill Clinton era el presidente entonces y fue muy duro con ellos. El de la inmigración es un tema muy complicado. Incluso entre las personas de izquierda que a menudo simpatizan con los inmigrantes hay un límite, ¿no? El otro día hice una foto aquí, en Barcelona. Había un grafiti donde ponía: ‘Tourists go home, refugees welcome’. Es un sentimiento agradable. Pero, ¿qué pasaría si aquí se hiciera lo que hizo Angela Merkel, acoger a 800.000 inmigrantes? A veces me siento así con personas que conozco que están todo el día publicando cosas en Internet sobre Gaza, que es lo más fácil de hacer en el mundo. Me dan ganas de decirles: Hay 20.000 huérfanos en Gaza, ¿te gustaría adoptar a uno? 

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