Crónica

Deep Purple luce leyenda, oficio e himnos en el Rock Fest

La banda británica desplegó sus credenciales de pionera del rock duro en el parque de Can Zam en una jornada en la que destacaron también las actuaciones de Europe y el Michael Schenker Group

Ian Paice y Ian Gillan, durante el concierto de Deep Purple en Can Zam

Ian Paice y Ian Gillan, durante el concierto de Deep Purple en Can Zam / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Al principio de todo, en el tránsito de los años 60 a los 70, allí donde el rock subió de grados y pasó a ser hard (y heavy metal: las etiquetas han variado de significado con los años), estaba Deep Purple, una banda troncal en el relato que conduce hasta el Rock Fest. Y ahí sigue, sufridas algunas bajas en sus filas, pero portando la llama con una vitalidad que no habríamos vaticinado en otros tiempos y brindando conciertos tocados por un halo de magisterio, como el de este sábado en Can Zam.

La segunda jornada del Rock Fest situó a Deep Purple en lo alto del cartel (antesala del pase de madrugada de Pantera), con Ian Gillan una vez más en el papel de su vida, el de estrella de la carretera, ‘Highway star’. Por muchas pruebas que hayan hecho con otras canciones de su catálogo, esta es imbatible como proa de sus conciertos, y tal vez da la razón a Gillan cuando dice que Deep Purple siempre ha sido una banda “esencialmente instrumental” (aún con un gran cantante al frente). Solos pulcros y dramáticos con las figuras ausentes como subtexto: Don Airey, revitalizando las armonías de Bach que acuñó el finado Jon Lord, y el chico nuevo, Simon McBride (45 años, camiseta de Social Distortion), imprimiendo un respetuoso sello propio a la canción dentro de la canción creada en su día por Ritchie Blackmore (el fugitivo, hace ya tres décadas).

De otro mundo

¿Y la garganta de Gillan? El tipo aguanta a sus casi 79, sabe dosificarse, se ajusta a cada relieve y reserva los alaridos para los momentos clave. Lo que ya es casi de otro mundo es lo de Roger Glover y, más todavía, Ian Paice, un músculo rítmico que no pierde pegada por más exigente que sea el temario. La primera media hora fue avasalladora a cuenta también de ‘Hard lovin’ man’ e ‘‘Into the fire’ (del esencial ‘In rock’, 1970), y uno de los temas (‘A bit on the side’) de ese nuevo álbum titulado ‘=1’, que verá la luz el 19 de julio. El quinto en once años, también con producción de Bob Ezrin.

McBride, paradójicamente, es un guitarrista más clásico que su predecesor, Steve Morse, y tuvo secuencias de foco (‘Uncommon man’, dedicada a Lord), como Don Airey. Ahí pudo reposar un poco Gillan, que se mostró más y más crecido a lomos de canciones como la fresca ‘Portable door’, la indultada ‘Anya’ y la traca final de trofeos como ‘Space truckin’’ y el himno ‘Smoke on the water’.

Esa Flying V

El Rock Fest, que la madrugada de este sábado acogió la sesión de hitos de W.A.S.P. (de ‘L.O.V.E. machine’ a ‘War child’), con un Blackie Lawless vocalmente competente (y con problemas de movilidad, sentado en un taburete), sirvió otras propuestas veteranas, como el Michael Schenker Group, el combo del que fuera guitarrista de Scorpions y UFO. Sigue siendo un poco raro ver a Robin McAuley cantando un repertorio integrado por temas originalmente grabados por los vocalistas que le precedieron (Gary Barden y Graham Bonnet), pero los hitos son los que son: ‘Cry for the nations’, ‘On and on’, ‘Attack of the mad axeman’… Fino y punzante Schenker con su guitarra Flying V, guiando al grupo hasta el frente de ‘Assault attack’.

Hubo algunos extremismos en la tarde sabatina: el metal de raigambre thrash de Angelus Apatrida, banda albaceteña, sacando sulfuro de su último álbum, ‘Aftermath’, y el black metal de los nigromantes suecos de Dark Funeral. Claro, a su lado, Europe parecía Roxette, aunque el fondo hard rock pivotó en torno a esas piezas, ya fueran las más aparatosas, como la ‘zeppeliniana’ ‘Walk the earth’, o las más melódicas, caso de ‘Rock the night’, todas cantadas con primor por Joey Tempest. ¿Y la balada ‘Carrie’? No nos libramos de ella. Pero casi cuatro décadas después de ‘The final countdown’ (tema que cerró la sesión), Europe dio la impresión de haber logrado construir una obra respetable tras un largo camino, dejando muy atrás el estigma de grupo de radiofórmula. En el Rock Fest, fueron perceptibles los pulgares hacia arriba.

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