De la danza contemporánea a la española
Marcos Morau une flamenco y fotografía en el Liceu con ‘Afanador’
El solicitado creador de La Veronal debuta en el Gran Teatre con una obra para el Ballet Nacional de España que recala del 12 al 17 de octubre en Barcelona
Marta Cervera
Marta CerveraPeriodista
Marcos Morau, aclamado creador de La Veronal, debuta en el Liceu con ‘Afanador’ una obra inspirada en el flamenco e interpretada por 34 bailarines del Ballet Nacional de España que dirige Rubén Olmo. Estrenada en la Maestranza de Sevilla en 2023 (también puedo verse en el Teatro Real), la pieza se inspira en las sesiones fotográficas que dieron lugar a ‘Mil Besos’ y ‘Ángel Gitano’, dos libros de Ruven Afanador, reconocido artista colombiano.
El contraste entre el blanco y el negro predomina en esta pieza. Cada escena ha sido creada a partir de una icónica imagen del fotógrafo, que cobra vida con movimientos que van más allá de la danza española. Si algo aporta Morau a la coreografía es una visión diferente, más moderna y abierta, más cercana a su estilo que al del flamenco y de la danza española que hará gira internacional. El espíritu de ambos subsiste en esta pieza que juega con el blanco y el negro de las imágenes del fotógrafo. Ofrece una mirada diferente no solo en la danza sino también en la música. La banda sonora del espectáculo integra desde sonidos electrónicos a cantes como la seguiriya.
"Salir de mi zona de confort y enfrentarme a lo desconocido siempre es un riesgo. Podía fracasar o triunfar pero ha salido bien"
La obra, no muy bien recibida por los puristas pero sí por el gran público, ha supuesto un desafío para los bailarines de la compañía nacional. No fue fácil para ellos aproximarse al lenguaje a otros códigos coreográficos como el kova, marca de La Veronal, y a la danza contemporánea. Ha sido un revulsivo, un árduo trabajo que llega rodado a Barcelona tras haberse visto ya en Sevilla, Madrid y Valencia. "Salir de mi zona de confort y enfrentarme a lo desconocido siempre es un riesgo. Podía fracasar o triunfar pero ha salido bien. Fue muy bonito de Rubén del Olmo, el director del BNE confiara en mí".
"A mis 42 años he logrado ocupar un lugar en el mundo y ser respetado, pero me siento en casa me siento desprotegido"
En Europa Morau ha alcanzado un estatus impresionante. Se lo rifan los mejores teatros y coliseos europeos que le ofrecen medios y posibilidades, algo que no disfruta en Barcelona, la ciudad que dio alas a este inquieto creador valenciano. Lleva años solicitando más apoyo a la danza. "A mis 42 años he logrado ocupar un lugar en el mundo y ser respetado, pero me siento en casa me siento desprotegido", señala. "Tengo todo el apoyo en Europa, propuestas muy interesantes, pero aquí donde nació La Veronal no encuentro respaldo institucional. Llevamos el nombre de Barcelona y Catalunya a todas partes pero seguimos trabajando por proyecto, metidos en la misma lucha para seguir adelante que aprendimos tras la crisis del 2008". Aunque fuera le ponen todas las facilidades, Morau aspira a poder hacer algo por la danza en Barcelona donde solo existe una compañía pública, recuerda, IT Dansa. Dependiente de la Diputación de Barcelona, como el Institut del Teatre a la que está unida, da salida a jóvenes bailarines. La mayoría se va fuera porque aquí no hay compañías estables. "La gente del teatro y de la música están más protegidos," señala.
"Hay que proteger a las compañías independientes y generar nuevos públicos"
En la capital catalana Morau comparte local y oficina con Sol Picó, tiene dos proyectos estables en Berlín y Milán pero pronto añadirá un tercero que se anunciará en enero. Desde su posición le gustaría poder ayudar a otros bailarines y coreógrafos. Su intención es fortalecer el talento que hay en casa. Pero empieza a estar cansado. Lleva años pidiendo cambios que no llegan. "En Catalunya siempre tienes la sensación que los de fuera son mejores. Hay que proteger a las compañías independientes y generar nuevos públicos".
Del BNE a La Venidera
Para Morau acercarse a la danza española y el flamenco con toda libertad ha sido una gran aventura en la que ha descubierto, entre otros, a dos bailarines muy especiales: Albert Hernández e Irene Tena, ambos barceloneses. Ellos protagonizan un dúo en ‘Afanador’ que les ha cambiado la vida. Ambos intérpretes ya tenían en marcha su propio proyecto artístico, La Venidera, una plataforma desde donde dar rienda suelta a su creatividad con las raíces en el flamenco pero con una mirada muy amplia hacia otros estilos. “Ambos venimos de la danza española pero queremos ir más allá”, comenta Hernández. Tanto él como Tena agradecen todo lo aprendido en el BNE y el apoyo recibido por su director que les promovió a primer bailarín y a bailarina solista, respectivamente. Tras ocho años en una compañía que les ha dado estabilidad y visibilidad, ambos han decidido optar por independizarse y apostar por La Venidera. Entre sus proyectos figura una pieza donde colaborarán de nuevo con Morau. "No es el primer proyecto que apadrino. Quiero ayudar a quienes empiezan porque sé lo duro que es exhibir tu trabajo cuando nadie te conoce".
Tena y Hernández comparten una misma visión de la danza. “Ambos partimos de la danza española y empezamos bailando flamenco pero tenemos una gran versatilidad que nos permite camuflarnos como gente de contemporánea”, asegura él. Esa paleta de colores que pueden mostrar es uno de sus puntos fuertes. “Queremos ir más allá del cliché de la danza española y crear movimientos nuevos fruto del acercamiento y la fusión de diferentes disciplinas”.
Para ella está claro que la formación en el Institut del Teatre de Barcelona les ha dejado huella. “Tenemos una mente más abierta que nos empuja a sobrepasar los códigos y maneras de la danza española”.
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