Educación
Alberto Soler, psicólogo: "Tener que rendir y competir desde el momento cero está incrementando la ansiedad en la infancia"
“Podemos hablar de las maravillas de la educación respetuosa, pero con jornadas brutales y problemas para llegar a fin de mes, se vuelve muy difícil”
Con cinco libros publicados, más de 12 años de experiencia y casi medio millón de seguidores en Instagram, el psicólogo valenciano Alberto Soler es referente para muchas familias y docentes que buscan entender mejor a la infancia y lograr su mejor versión en el desafío de la crianza. El próximo 21 de septiembre se sube al escenario del VIII Foro Faro Educa para hablar de ansiedad, enseñar a diferenciarla del estrés o el miedo, identificar sus síntomas y muy especialmente, mostrar cómo podemos ayudar a los niños y niñas que los sufren.
-La ansiedad en la infancia es ya una realidad, ¿dónde se encuentra el origen?
-La ansiedad forma parte de nuestra biología, es una emoción que forma parte de nosotros que nos permite identificar potenciales peligros para que podamos actuar de manera adecuada. Se suele decir que la ansiedad nos prepara para dar una de estas tres respuestas: lucha, huida o congelación. En definitiva, te prepara para sobrevivir, el problema llega cuando la ansiedad empieza a activarse en situaciones en las que no debería o a edades en las que quizá es demasiado temprano porque niñas y niños tan pequeños se enfrenten a tantísimas situaciones que sean amenazas para su integridad.
Muchas veces esa ansiedad o ese estrés vienen del contexto en el que nos movemos, de las vivencias que tienen, de la presión a la que se les somete por parte de la escuela, por parte de las familias, tener que estar rindiendo y compitiendo desde el momento cero. De hecho, desde la pandemia que hemos visto un incremento brutal de los problemas de ansiedad en la infancia.
-¿Cómo distinguir cuándo se trata de ese mecanismo natural y cuándo se están cruzando líneas rojas?
-El problema a la hora de identificar la ansiedad es que no hay síntomas que permitan decir “si tienes este síntoma es que sí o sí tienes ansiedad”. Son muy difusos y poco concretos. De hecho, algunos síntomas típicos de la ansiedad como puede ser la irritabilidad, el cansancio, los despistes, los dolores de tripa o de cabeza, los enfados, bajar el rendimiento escolar… son realmente cosas que todas las niñas y todos los niños en algún momento manifiestan. Pero cuando se juntan todas ellas y además, y esto es importante, con factores de riesgo, entonces ahí sí que podemos empezar a sospechar de ansiedad.
“Deberíamos desterrar las pantallas de Infantil y Primaria, no tienen uso pedagógico”
-Si en los adultos todavía quedan prejuicios con el tema de la salud mental y la terapia, ¿qué pasa con los niños?
-Paradójicamente, parece que con los niños aceptamos más la ayuda psicológica, está todavía más normalizado como algo natural dentro del circuito de ayuda a los peques. El problema no es tanto el hecho de buscar ayuda, sino que muchas veces normalizamos cosas que quizá no deberían ser normales. Y no buscamos ayuda no por prejuicio, sino porque entendemos que los niños son así.
-¿Cómo puede ayudarse desde los colegios?
-Desde las aulas se puede hacer bastante, de hecho se está haciendo mucho. Cada vez los programas educativos tienen más en cuenta la parte emocional y el bienestar del alumnado. Algo que me molesta profundamente es que se habla de la educación, y más concretamente de la educación pública, como si se estuviera educando en la actualidad como hace 30 o 40 años con la EGB y la educación no tiene absolutamente nada que ver. Tenemos un cuerpo de docentes muy preparados y motivados para enseñar y para acompañar a las criaturas. Cada vez hay más profesionales alrededor de los docentes, personal de pedagogía terapéutica, orientadores escolares, personal de apoyo, que llegan ahí donde los docentes no pueden.
-¿Y más concretamente?
-Habría que intentar reducir un poco la presión que se tiene sobre los alumnos, por ejemplo, con el tema de los deberes escolares, que en muchos casos son innecesarios o son contraproducentes. Intentar desde la escuela que no haya una interferencia en el tiempo libre de las familias, permitir que las niñas y los niños cuando salen de clase puedan disfrutar de su tiempo.
También se puede intentar que tengan más tiempo libre en aquellos horarios en la escuela que no son curriculares. Hay una tendencia que es muy preocupante, que es que todo el tiempo dentro de la escuela es tiempo que está estructurado. Hasta el tiempo de patio, y los niños y las niñas lo que necesitan es poder disponer de su propio tiempo.
“Las familias que plantan a sus hijos frente a una pantalla lo hacen por necesidad, es un problema social”
-Que sea la infancia la que debe adaptarse siempre a una sociedad que no se esfuerza por acercarse a ellos ¿cómo influye en la calidad de vida de los niños y niñas?
-Hay detalles tan pequeños, como por ejemplo el tiempo de los semáforos en la calle que nos muestran que la ciudad no está hecha para las personas mayores o para los niños. Está hecha para las personas que trabajan y que producen. Entonces, eso hace que demos la espalda a la tercera edad, pero ellos tienen voz para protestar y tienen voto para quejarse en las elecciones. La infancia no tiene voz y no tiene voto por eso es tan importante defenderlas.
-En las aulas las cosas se hacen diferente y también en casa, pero ¿cuál es el principal enemigo de la crianza respetuosa?
-Los problemas de conciliación, sin lugar a duda. Podemos hablar aquí de las maravillas de la educación respetuosa, de la crianza con apego, de la etiqueta de moda que queramos poner, que básicamente es tratar con educación y respeto a los niños, pero cuando estamos delante de unas jornadas laborales brutales, sin tiempo para estar juntos, con dificultades para llegar a final de mes, pues todo se vuelve muy difícil. Necesitamos un contexto social que pueda acompañar. Los permisos por nacimiento de nuevo hijo para las madres son tan ridículos que ni cubren el tiempo recomendado de lactancia materna exclusiva.
Si como Estado, nos volcáramos un poquito más en la infancia, hiciéramos las ciudades un poquito más amables, los tiempos un poquito más amables, hubiera un verdadero apoyo a las familias y a las empresas para que pudieran fomentar medidas de conciliación. Pero teniendo que dejar a los niños en la escuela de madrugadores a las 8 de la mañana y recogiéndolos de la vespertina a las 7 de la tarde, poco margen hay. Es un problema social.
-Ante esa falta de tiempo, pantallas
-No me canso de decir que tenemos que minimizar el tiempo de pantallas y, por supuesto, retrasar la incorporación de los niños y también de los adolescentes a las redes sociales. En paralelo, debemos también educar en su buen uso. Ahora mismo tenemos un problema muy gordo con eso para la salud mental.
Con todo, y volviendo a lo de antes, también debemos entender los recursos de los que dispone cada familia. Una madre o un padre que llega del trabajo y planta a su hijo frente a una pantalla, muchas veces no lo hacen por gusto, sino por necesidad. A ellos les gustaría tener tiempo para tirarse a la alfombra, jugar y hacer puzzles pero es que la ropa se tiene que doblar y la cena no se prepara sola. Por todo esto es que tiene que mejorar las condiciones sociales y laborales para que las familias tengan más recursos.
“Los niños y niñas necesitan disponer de su propio tiempo, hay que reducir la presión y los deberes escolares”
-Hablamos de las pantallas en el tiempo de ocio, pero ¿qué hacemos con las pantallas en las aulas?
-No hay un uso pedagógico justificable para las nuevas tecnologías en educación infantil, ¿qué hacemos con ellas, ponerles Baby Shark? Lo que necesita son aprendizajes muy sensoriales y muy manipulativos. En la Educación Primaria cuesta mucho también encajar las pantallas, ahí lo que toca es empezar con la lectoescritura, con las operaciones matemáticas, con los problemas, y las pantallas tampoco tienen cabida. Me atrevería a decir que deberíamos desterrar las pantallas de Educación Infantil y Primaria. Ya en Secundaria y superiores pueden ser bastante más útiles.
“Las ciudades no están hechas para los niños, no tienen ni voz ni voto”
-Se dice que la información es poder, ¿también en la crianza? ¿es importante formarse?
-A mí me parece que es esencial. Lo entendemos muy bien, por ejemplo, cuando hablamos de preparación al parto, entendemos que es importante prepararnos para poder tener la mejor información y los mejores recursos para el nacimiento de nuestra criatura. De la misma manera, durante la infancia es importante, porque no basta con estar muy motivados para tener criaturas, sino que también tenemos que saber cómo manejar a esas criaturas. El problema nuevamente es que en el contexto en el que nos movemos, el acceso a esa información o a esa formación, aunque sea gratuita, no deja de ser un privilegio de clase. Al final quien tiene tiempo, tiene motivación y tiene recursos para acceder, paradójicamente es muchas veces quien menos lo necesita. Muchos de los problemas que repercuten en las familias son problemas sociales.
-En esto de la crianza hay dos elementos, los niños/as y los adulto/as, ¿cómo se cuidan los padres y las madres?
-Es importante cuidarse para poder dar lo mejor a nuestras criaturas, y también para darles un modelo de que el bienestar de todas las personas es importante. Pero hay momentos y momentos; el margen que tendrá una pareja con un bebé de pocos meses por fuerza será mucho menor que el de una pareja con hijos de más edad y con necesidades menos urgentes. Reservar tiempos, saber que es una prioridad y, sobre todo, pedir ayuda, son tres claves que pueden ayudarnos.
“Ciertos divulgadores de crianza hacen un muy flaco favor al transmitir un estilo de vida alejado de la realidad, con una perfección irreal”
-Para quitarnos la culpa, con tres hijos, cinco libros publicados y un montón de formación, ¿Alberto Soler todavía se enfrenta a retos en la crianza y educación?
-¡Todos los días! Realmente cada persona es diferente y cada día nos enfrentamos a retos distintos. Por mucho que seas un profesional, no tienes las respuestas a todo. Y todos los días se me plantean debates o dilemas con mis hijos que tengo que pararme mucho a pensar, por no hablar de momentos en los que pierdo los nervios, en los que me enfado, porque, por supuesto, somos personas.
Sobre este tema, es un muy flaco favor el que se hace por parte de ciertos divulgadores de crianza de transmitir un estilo de vida alejado de la realidad, trasladando una perfección irreal. Me parece poco ético y genera mucha culpa en las familias el que desde las redes sociales, personas con cierto grado de influencia, transmitan esa falsa imagen de perfección.
-¿Vamos por el buen camino para cerrar heridas de otros modelos de educación?
-Creo que las nuevas generaciones están muy concienciadas, nosotros intentamos hacerlo de la mejor manera que podemos, pero por supuesto cometiendo una serie de errores que ahora mismo no nos estamos dando cuenta, pero que la siguiente generación tratarán de superar, cometiendo otros de los cuales tampoco se darán cuenta y así seguiremos evolucionando como sociedad. Pero sí, yo veo cada vez más motivación, más ganas por parte de las familias y una juventud muy preparada dando lo mejor que tiene.
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