Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Sor Lucía Caram y Apeles en la rebelión del convento

Lucía Caram y Apeles, El cisma de Belorado

Lucía Caram y Apeles, El cisma de Belorado / TVC

Ferran Monegal

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Esta rebelión de las monjas de un convento burgalés, de Belorado en concreto, está provocando en Risto Mejide una gran excitación. Lleva días en su programa ‘Todo Es Mentira’ (Cuatro) moviendo el tema con gran ilusión. Es un asunto que en la tele da para muchas jornadas sainetescas. Tiene ingredientes muy despendolados y sabrosos.

Unas monjas se han asilvestrado impulsadas por un falso obispo y un falso mosén llamado ‘el cura coctelero’. Solo reconocen como último Papa a Pio XII, o sea, desde 1958 todos los Papas que han habido son unos herejes. Y como tema de fondo --que al parecer es la madre del cordero-- la compra-venta de otros dos monasterios, el de Derio y el de Orduño, por valor de más de cuatro millones de euros. O sea, a Dios rogando y pelotazo dando. Una historia impagable para el circo de la tele, estamos de acuerdo. Después de varios días relamiéndose cada tarde en estas conventuales peripecias, Risto montó ayer por la noche un programa ‘especial’ de hora y media. Llamativos titulares y alocuciones procuraban enganchar a la audiencia: «¡Quince monjas se han rebelado contra el Vaticano! ¡Se juegan la excomunión! ¡El asunto mueve a cachondeo pero detrás hay algo muy serio!». Los protagonistas de estas trapaceras andanzas, el obispo ‘fake’ y su monaguillo ‘el cura coctelero’, fueron analizados con mucho divertimento. Y para calentar más el ambiente convocó Risto en el plató a Sor Lucía Caram y al padre Apeles.

¡Ahh! Fue un éxito. Consiguió un 7,7% de cuota de pantalla, más de dos puntos por encima de la media de la cadena. Sor Lucía, que está haciendo una labor admirable de ayuda a los más necesitados, incluidos sus viajes a Ucrania socorriendo a las víctimas de aquella guerra, no sé por qué se presta a estos ‘shows’. Con buena intención se ofreció como mediadora de las monjas rebeldes. Lo de Apeles es más comprensible. Alejado de los platós, debe echar de menos que el despiporren que protagonizó en los años 90 y hasta bien entrados los 2000, cuando conseguía pelotazos televisivos muy vistosos. Apeles estuvo sosegado en esta aparición. Interpretó que las monjas eran víctimas de la manipulación del falso obispo y del ‘cura coctelero’. Todo parece indicar que tiene razón.

Fue hora y media de programa, con 39 minutos de publicidad en cinco cortes. Dijo Risto en un momento dado: «Sigamos. Más que seguir ¡interrumpimos la publicidad!». Efectivamente.

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