En buena medida ‘Los mundos de Coraline’ deben servir para otorgarle a Henry Selick el puesto de honor que se merece en el mundo de la animación cinematográfica. En esta película despliega toda una fantasía desbordante en una historia de gran similitud con el mundo de ‘Alicia en el país de las maravillas’ que supone la adaptación (guión del propio Selick) de la exitosa obra literaria de Neil Gaiman, pero ya antes Selick nos dejó buenas muestras de su talento. Esa pieza maestra llamada ‘Pesadilla antes de Navidad’ fue obra suya, a pesar de que su nombre quedara ensombrecido por Tim Burton. Aunque también firmó la estupenda ‘James y el melocotón gigante’ y la reivindicable ‘Monkeybone’.
Ahora, con ‘Los mundos de Coraline’ es momento de reivindicar su figura como uno de los mejores realizadores de animación stop-motion. Nos ha dejado una película que despliega con enorme entusiasmo gran poder visual, y nos adentra en la historia fantástica de Coraline, una jovencita valiente e imaginativa que se adentra en un mundo paralelo donde, aparentemente, todo parece perfecto. Demasiado para ser real.
Ya Selick recurría a un mundo fantástico, de sueño y pesadilla para encontrar el mensaje principal que subyace en la producción de Burton, y ahora vuelve a sumergirnos en un universo paralelo donde encontrar la moraleja que intenta devolverle el valor a la unidad de la familia. Ahora también se encarga del diseño de producción y demuestra un enorme genio a la hora de poner imágenes a esta fantasía envolvente, con el añadido del 3D que la hace aún más espectacular.
Uno de los principales pilares sobre los que se construye la imaginativa y onírica historia de ‘Los mundos de Coraline’ es sobre el dibujo de sus personajes. Y es que Coraline, la niña de once años protagonista, es un personaje sólido, bien definido y lleva de la mano al espectador, casi arrastrándolo, a su mundo, para descubrir los verdaderos motivos que tiene para que su espíritu aventurero le haga huir de su realidad.
Coraline se acaba de mudar junto a sus padres a un viejo caserón donde irá descubriendo los fantásticos y extravangantes personajes que tiene como vecinos. Una niña despierta, que reclama la atención de sus padres y que encuentra en su profunda curiosidad su única vía de escape y diversión. Aunque se dará cuenta, que el mundo idílico que se encuentra, con “otros” padres que parecen perfectos, en especial esa “otra” madre que le ejerce un enorme influjo, no siempre es mejor del que ella quiere evadirse.
Cruzar el umbral de una pequeña puerta misteriosa es el camino hacia ese universo de sombras, a la vez estimulante y misterioso, con el que va conectando, hasta verse atrapada. Con la ayuda de unos personajes únicos, extravagantes y extraños (geniales las dos veteranas actrices inglesas), va encontrando salida y solución, a ese laberinto de pesadilla del que no parece encontrar la salida.
Selick ha concebido la primera película de animación en stop-motion fotografiada en 3D como un claro ejemplo de hasta donde se puede llevar la imaginación, con una historia, si bien no excesivamente original por su gran parecido con la famosa obra de Lewis Carroll (curiosamente ahora teniendo una nueva adaptación por parte de Tim Burton), pero que funciona a la perfección. Y que contiene los engranajes necesarios para desplegar un prodigioso ejercicio de animación, cuya dilatada y dura realización se ve recompensada, sin duda, por su resultado visual (acompañado de un extraordinaria banda sonora).
Es cierto que la historia decae en ciertos instantes, a pesar de tener un arranque lento pero sobresaliente que introduce de lleno en la fantástica historia con una tonalidad oscura muy apreciable y realmente sensacional (aunque ello lo aleje en gran medida del objetivo infantil). Y también se le puede achacar que algunos personajes aportan poco a la narración y más al engrandecer el espectáculo tridimensional (como el circense y exageradamente extravagante Sr. Bobinsky), pero a pesar de ello, la película funciona con precisión en su cometido principal. En acercarnos, junto a la protagonista, a otro mundo inquietante, lleno de sombras y oscuridad pero que hipnotiza como cantos de sirena, para finalmente descubrir a Coraline el verdadero valor de su familia real.
Con Selick se demuestra el buen estado de la animación cinematográfica actual, y ofrece una destacada alternativa a la imagen digital, con esta tradicional stop-motion elevada a su máxima expresión (con permiso de Wallace & Gromit de Nick Park).
Mi puntuación: