Traumas y abusos con el sexo en el centro, y no sólo en pantalla
Aunque haya quien puede creer que no, existe una diferencia entre crear arte que sea éticamente peliagudo o desafiante y realizarlo de una manera que sea moralmente reprobable. La genialidad del artista no es realmente una justificación para actuar de manera despótica y poder llegar a crear obras de complejidad moral, aunque estas puedan ser realmente geniales.
Claro, a veces se vuelve difusa la línea que nos debería permitir apreciar la ficción al margen de las posturas o comportamientos cuestionables de quien la crea. Especialmente cuando hay ecos en la obra de cosas terribles que suceden tras las cámaras, como puede ser el caso de la fabulosa ‘Marnie, la ladrona’.
Una compulsión intratable
Una de las películas más peliagudas y fascinantes de Alfred Hitchcock cumple 60 años de su estreno en salas de cine. Una obra que generó división, pero está cada vez más reivindicada como gran clásico suyo. Tippi Hedren vuelve a colaborar con el director, compartiendo reparto con Sean Connery en una obra que se puede ver en streaming a través de Filmin.
La Marnie que da título a la obra toma trabajos de secretaria de alto nivel en firmas destacadas para luego proceder a robar importantes sumas de dinero. Ya ni siquiera es por necesidad o malicia, es pura compulsión. Un rico empresario conoce de estas tendencias de Marnie, pero la contrata igualmente y, posteriormente, busca casarse con ella y que deja atrás sus obsesiones. Pero traumas del pasado despertarán por culpa de una situación límite.
La obsesión de Hitchcock con tantear los límites morales desde un prisma de entretenimiento adulto alcanza aquí una cúspide de lo escabroso. Su interés por preservar una escena de violación, por mucho que pudiera volver al espectador en contra de los personajes, termina terriblemente conectada con la realidad, donde se redoblaron los abusos psicológicos a los que sometió a Tippi Hedren durante el rodaje de ‘Los pájaros’ para obtener el favor sexual. Según Hedren, finalmente los obtuvo por la fuerza, violándola y luego negándole abandonar los rodajes.
‘Marnie, la ladrona’: visceral y deslumbrante
Es algo que tiñe con bastante amargura esta historia de traumas y compulsiones ligados con el sexo, presentados desde una mezcla de cine ligero de atracos y melodrama clásico. Pero al mismo tiempo es capaz de retratar la perspectiva de su protagonista con una visceralidad deslumbrante, entrando en la raíz de la aversión a la intimidad y en la búsqueda constante de la evasión.
Resulta interesante la paradoja, de igual modo que el crítico Richard Brody señalaba cómo la película sobresalía en su filmografía por ser opuesta a su fórmula: “el maestro del control, pierde el control”. Hubiera sido notablemente mejor no tener que torturar o asaltar a su protagonista para lograrlo, pero esta colisión de lo cinematográfico y lo extracinematográfico hace de ‘Marnie, la ladrona’ una de las historias más devastadoras de la carrera de Hitchcock. Y de las más soberbias.
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