Mathieu Kassovitz ha terminado hasta el gorro, por decirlo educadamente, de Hollywood y sus productores, lugar al que todos quieren ir, pero en el que no parece que sea fácil desenvolverse, aún para directores de prestigio de otros países. Su debut en aquellas tierras había sido 'Gothika' (se titulaba así como también se podría haber titulado 'Bocadillo de jamón con chorizo') por la que también se paseaba nuestra Penélope Cruz, codeándose con Halle Berry (a la que habría que darle una medalla con la inscripción "veneno para la taquilla") y Robert Downey Jr. cuando empezaba a recomponer su carrera. La calidad de aquello es mejor dejarlo a un lado.
Para recompensar tremendo desaguisado, 'Babylon', adaptación de la obra de Maurice G. Dantec, era una buena opción, y éramos muchos los que esperábamos con ansia el film. Diesel rechazó el papel en 'Hitman' para intervenir en este film, sustituyendo al inicialmente previsto Vincent Cassel, actor fetiche de Kassovitz. Primer error, aunque es muy probable que la productora haya metido mano en el asunto por las muy lógicas razones taquilleras. Al final, ya sabemos como quedó todo, incluido su batacazo en el estreno.
Pero no fue la decisión de meter a Diesel en el reparto uno de los motivos de su fracaso (influye más bien en su calidad). A eso contribuyó el continuo acoso que el director tuvo durante el rodaje por parte de los productores, que tomaban las verdaderas decisiones. Que la película quedase recortada en nada más y nada menos que 70 minutos, pasando de los 160 minutos de duración a los 90 finales, es algo que clama al cielo. Me acuerdo del caso de 'La puerta del cielo' de Michael Cimino, cuyo montaje (el bueno, no la nadería que hay editada en nuestro país) sólo puede encargarse al otro lado del charco (como le pasa a 'El resplandor' de Kubrick). Lo cierto es que en esos casos, tanto Cimino como Kubrick tuvieron una libertad de la que Kassovitz no puedo disfrutar. Todo esto según sus propias declaraciones. Viendo el film se puede deducir fácilmente que tenía razón.
'Babylon' narra cómo en un futuro no demasiado esperanzador, un veterano mercenario es contratado por un mafioso para llevar a una chica desde Rusia hasta América. La chica tiene un gran valor, pues lleva en su interior la clave para crear genéticamente a un nuevo Mesías. Con la ayuda de una mujer tratará de cumplir su misión, que estará llena de sorpresas.
El inicio del film marca muy bien por donde van a ir los tiros, nunca mejor dicho. Música hip hop a lo bestia, lluvia de spot publicitario y Diesel caminando a ralentí, mientras la cámara hace una panorámica describiendo la sociedad del futuro, sucio y deprimente. Ahí es nada. Desgraciadamente el tono del film no cambia en el resto de la corta proyección, y aquellos que acusaban a la película de acabar siendo el típico producto para el lucimiento de Vin Diesel tenían razón. 'Babylon' desaprovecha todas sus posibilidades, que las tenía, para terminar siendo el típico film de acción, con algunos puntos interesantes, pero sin pies ni cabeza. Acción la hay a raudales, pero toscamente filmada. Y de esto no se salva Kassovitz, que al fin y al cabo ha firmado la película, y ha rodado esas secuencias.
En tan sólo hora y media de duración, en el film se suceden infinidad de situaciones, desarrolladas en otras tantas localizaciones. La acción avanza a trompicones, producto probablemente del recorte de duración en lo que es sin duda alguna uno de los peores montajes de la historia. Las elipsis son tan brutales que los personajes saben cosas que no sabían en la escena anterior. De juzgado de guardia. Y ya no hablemos de las motivaciones de cada uno, o de su dibujo psicológico, porque éste queda totalmente anulado, aún dejándose entrever ciertas cosas, sobre todo en el personaje al que da vida Mélanie Thierry. Una bella actriz, totalmente desaprovechada en su rol, el cual queda reducido a la mínima expresión, como el resto. Diesel en su línea de tipo duro, y Michelle Yeoh parece sólo contratada para dar un toque oriental a la película. En los años 70 y 80, los secundarios en este tipo de films era negros, ahora tienen que ser orientales. Los tiempos cambian, sobre todo desde que en Hollywood han descubierto la cinematografía proveniente de Asia.
Los actores se limitan a ser estampas (y en el caso de Gérard Depardieu un cromo), aunque a ratos vemos que su misión inicial debió ser mucho más enriquecedora, por lo que se deduce de algún que otro diálogo. Pero la tijera manda, y al final, el 'Babylon' que hemos visto nada debe parecerse al que Kassovitz tenía en mente. No vale ni como producto de acción, y el apunte de que Europa sea un basurero humano, en el que la muerte es algo diario (atención a los apuntes del gato o del perro), y América parezca un lugar de ensueño, lleno de luces de neón, brillante y resplandeciente, es algo que mejor dejamos para debates de otra índole. 'Babylon' ha sido definida por su director como un mal episodio de '24'. Yo diría que es peor.
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