Christopher Nolan: 'Following', dubitativos primeros pasos

Siempre he creído que a la hora de juzgar una opera prima hay que ser algo más benevolente con tu valoración de la película en cuestión, ya sea porque quizá el director haya recibido muchas intromisiones por parte de sus productores, tal vez aún no está completamente seguro de qué tipo de director quiere ser o sencillamente porque no deja de ser la primera vez que alguien hace una película y lo suyo es que uno suele ir a mejor en cualquier cosa nueva en función de la práctica. Habrá quien saque a colación casos como ‘Ciudadano Kane’, y el tópico de ser la mejor película de la historia (que va a ser que no lo es), ‘Doce hombres sin piedad’ (una de mis películas favoritas), ‘El halcón maltés’ o, por poner un ejemplo más actual, ‘Reservoir dogs’ (en mi opinión la peor de las cuatro mencionadas). Y es que sí que hay grandes primeras películas, pero lo más habitual no es eso.

Ya os comenté en la presentación de este especial que ‘Doodlebug’, cortometraje dirigido por Christopher Nolan, ya mostraba el que yo considero que es el eje temático de toda su filmografía (la obsesión de un protagonista que lo lleva a una autodestrucción total o, al menos, parcial). Lo que dejé de decir es que creo que se trata de una obra que roza entrar en la categoría de merecer ser considerada como una tontería, ya que tener una buena idea no equivale a ser capaz de plasmarla acertadamente en pantalla. Algo así sucede, aunque de forma mucho menos acusada, en el caso de ‘Following’, su ópera prima.

Hay dos cosas que se puntualizan de forma bastante rápida en la película: La historia no va a contar con una progresión lineal, sino que podría decirse que se desarrolla en cuatro espacios temporales, y tenemos a un protagonista con una obsesión un tanto peculiar: Espiar las vidas ajenas, primero limitándose a eso, luego evolucionando a seguimientos por las calles de la ciudad y acabando por la invasión directa de los domicilios de sus víctimas para, de paso, apropiarse de alguna de sus posesiones. Sin embargo, la obsesión del protagonista resulta algo más endeble en este caso (eso es algo que ya desaparecería en ‘Memento’, su alabado segundo trabajo), ya que resulta necesaria la introducción de una tercera persona que ejerza como mentor de la misma. Esas dudas también se trasladan a Nolan a la hora de ejecutar su primer rompecabezas cinematográfico.

Nolan muestra ya aquí su interés por desorganizar el conocimiento del espectador de lo que está viendo para que así la película vaya atando cabos de forma progresiva. El problema es que no consigue hacerlo de forma que pase desapercibida, ya que son varias las pistas acerca del salto temporal de una secuencia a otra: Primero por el uso de los fundidos a negro y luego por la vestimenta del protagonista o por el estado de su cara. Eso sí, a cambio encontramos varios aciertos en su forma de tratar la historia (también él ejerce labores de guionista): Durante 45 minutos, Nolan desarrolla la fascinación del protagonista con acierto, permitiendo leves elementos reflexivos que dan al conjunto cierta trascendencia sin caer en lo discursivo, y además lo consigue apoyándose un poco en la nada, porque la evolución argumental es reducida (un voyeur descubre el placer de llevar al extremo la invasión de lo ajeno).

Además, por evidentes que resulten los saltos, sí que dan un toque especial a la historia en el que la dosificación de la información que vamos conociendo está muy bien equilibrada para que no parezca que la estructura asumida sea poco más que un mero capricho de su director, ya que Nolan prefiere optar por la sencillez a la hora de ejecutar cada secuencia de la película, quizá conocedor de sus limitaciones por aquel entonces, pero más probablemente por la notable falta de medios (la película tuvo que rodarse durante un año entero, ya que muchos de los participantes tenían un trabajo normal que les impedía poder dedicar más tiempo), ya que conviene recordar que ‘Following’ apenas costó 6.000 dólares.

El problema llega con el giro de guión que hace que ‘Following’ se acerque más al cine negro en su tramo final (algo ya presente hasta entonces, pero forma mucho más tenue), ya que entonces la historia se acelera de forma parcial, siendo esto algo que afecta tanto a la unidad de la película como al interés del espectador en lo que se le está contando. Es verdad que Nolan demostraría más tarde ser muy dado a ofrecer unos terceros actos bastante más potentes que lo previo, pero aquí no funciona como una consumación de lo que habíamos visto, sino como una especie de trampa (sentido tiene, pero no termina de resultar convincente) para darle más vidilla al asunto y encadenar los tres espacios temporales principales con la actualidad (básicamente presente al comienzo y al final de la película) para conseguir un enfrentamiento entre dos personajes, algo también habitual en su obra, pero que aquí no tiene la suficiente naturalidad a la hora de llevarlo a cabo.

En el apartado interpretativo apenas son tres los actores que cuentan con cierto protagonismo en la trama, pero ya aquí detectamos uno de los aspectos que Nolan peor controla: Los personajes femeninos. Ya en ‘Following’ quedan claros dos rasgos característicos del cine de Nolan: Lo cerebral se impone a lo emocional y sus películas están dominadas por los personajes masculinos, siendo las mujeres, en el mejor de los casos, accesorios para ejemplificar la obsesión o los traumas del personaje protagonista. Además, eso suele dañar el interés de los personajes femeninos (poco desarrollados por lo general, pero de forma aún más evidente en el caso de ‘Following’), algo a lo que no ayuda en este caso el hecho de que la interpretación de Lucy Russell sea un tanto distante y desapasionada, quizá como resultado del excesivo tiempo dedicado a los ensayos para que luego fuese más sencillo dar por buenas las primeras o segundas tomas de cada secuencia. Y es que si no había dinero, tampoco había celuloide para gastar a lo tonto o tiempo de rodaje que perder, porque incluso se grabaron ciertas escenas sin tener permiso para hacerlo en el lugar en cuestión.

Sí que resulta mejor el dúo formado por Jeremy Theobald y Alex Haw. El primero, que ya fue el protagonista de ‘Doodlebug’, parece una prolongación de la indecisión de Nolan sobre hasta qué punto dar de sí la obsesión del protagonista, por lo que su actuación puede llegar a transmitir cierta sensación de atolondramiento, pero creo que encaja perfectamente dentro de las necesidades de la historia. El segundo es un personaje más maquinador y seguro de sí mismo, sirviendo al mismo tiempo como mentor y antagonista del primero. Seguramente sea la mejor interpretación de la película, pero también se ve algo afectado por el ya mencionado giro de guión. Una pena que haya sido su única experiencia en el campo de la actuación.

En definitiva, ‘Following’ es una ópera prima más que aceptable en la que ya pueden detectarse varias de las características que desarrollaría Nolan con posterioridad (y mayor acierto) y con la ventaja añadida de esquivar la tentación de alargarse más de lo debido (algo demasiado habitual en el cine contemporáneo), ya que estamos ante una película que ni siquiera llega a los 70 minutos de metraje. Además, se da la curiosa coincidencia de que en cierto momento aparece en escena el logo de cierto personaje que luego sería clave en la carrera de su director. Valorándola como ente individual, lo más adecuado sería calificarse como una rareza algo desigual, pero suficientemente estimulante para que merezca la pena su visionado, mientras que como ópera prima de Nolan, podríamos hablar de una cinta experimental para luego dar el do de pecho justo después con ‘Memento’, próxima parada de este especial.

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