¿Un monstruo gigante que arrasa Nueva York?. ¿Alguien ha dicho Godzilla?. Las reacciones de los potenciales espectadores ante el primer teaser de 'Monstruoso' ('Cloverfield', Matt Reeves, 2008) no se hacían esperar. De una brillantez inusitada, el pequeño avance no dejaba lugar a dudas sobre el tipo de cinta que podríamos ver: un cruce entre el estilo visual de falso-documental-cámara-en-mano inaugurado con 'El proyecto de la bruja de Blair' ('The Blair witch project', Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) que tanto hemos visto en la gran pantalla en los últimos años y cinta-con-monstruo-enorme-imposible-de-matar a la manera de los muchos derivados de Godzilla. Tal mezcla podría haber resultado un fracaso —más que nada por la limitada originalidad de sus fórmulas de partida— si detrás de ella no se hubiese encontrado una de las mejores mentes creativas del Hollywood actual, J.J. Abrams.
El director y productor, que ya era responsable en aquellos momentos del arrollador éxito de 'Perdidos' ('Lost', 2004-2010) y se había estrenado en la gran pantalla con la vibrante 'Misión imposible III' ('Mission: impossible III',2006), era sabedor de las limitaciones de la producción que se traía entre manos y para paliarlas decidió crear alrededor de 'Monstruoso' lo que vino en llamarse "campaña viral de publicidad". Desde el momento en el que arranca la post-producción de la cinta, la red comienzó a verse literalmente inundada por falsas páginas web que iban explorando hechos colaterales a los que podremos ver en el filme. Este modo de publicitar, que ya explorara el productor entre la segunda y la tercera temporada de 'Perdidos' con un par de páginas de la corporación Dharma, es llevada a su máximo paroxismo con 'Monstruoso' y semanalmente eran ingentes los datos que los internautas pudimos llegar a recopilar para ir abriendo boca.
Conocedor asimismo de la precariedad del mercado, en el que las grandes inversiones fílmicas en formato de blockbuster cada vez consiguen generar menos beneficios, Abrams decide producir 'Monstruoso' con un presupuesto exiguo, tan sólo 25 millones, la cuarta parte de lo que cualquier producto veraniego modesto viene a costar —y la octava de lo que se maneja actualmente para los taquillazos asegurados—. Para poder ajustar tanto el presupuesto, la cinta decide no contar con ninguna estrella conocida y se rueda en formato digital, detalles ambos que abaratan los costes de manera considerable.
Con todo preparado, y una fecha de estreno, el 18 de Enero de 2008 (título inicial que se barajó para la cinta, 01-18-08, la fecha en formato anglosajón), Abrams y el equipo creativo detrás no pueden ni imaginar el bombazo de taquilla en el que está a punto de convertirse su criatura. En tan sólo tres días, 'Monstruoso' recauda el doble de su presupuesto, y los ejecutivos de la Paramount, esos que sólo entienden de cine cuando su cheque comienza a engordar de manera considerable, se frotan las manos ante la posibilidad de una segunda parte que aún seguimos esperando —algo inaudito dado que la cinta terminó amasando 80 millones en Estados Unidos y 170 a nivel mundial, probando más que de sobra la solidez comercial de la apuesta—.
La pregunta que queda en el aire es, obviamente, ¿valió la pena la espera?. La respuesta es un poco más compleja de lo que pudiera ser deseable, sobre todo en nuestro país. Y me explico. Tal afirmación no implica, ni mucho menos, que 'Monstruoso' fuera una de esas cintas que sólo un americano de pura cepa sea capaz de entender. No. El comentario viene a colación puesto que el estilo visual y narrativo de la cinta ponía a la producción americana en liza directa con esa impresionante cinta que fue—y a fe mía sigue siendo— '[Rec]' (id, Jaume Balagueró, Paco Plaza, 2007).
Y ahí es donde Cloverfield encuentra su talón de Aquiles, bueno, ahí y en un severo defecto que ahora pasaré a puntualizar. Si '[Rec]' no se hubiese estrenado a finales de noviembre de 2007 y no se hubiera convertido en el exitazo comercial que finalmente fue, la sorpresa ante 'Monstruoso' hubiera sido mucho mayor. Lamentablemente no fue así, y la cinta norteamericana acusaba demasiadas similitudes con el filme español tanto en contenido como en forma. Del primero ese inicio casual, como si lo que fuéramos a ver se tratara de algo que nada tiene que ver con el resultado final y su poco convencional conclusión, muy alejado del habitual crowd pleasing del que suelen hacer gala las cintas que vienen del otro lado del charco; de la segunda, el uso de la antorcha y la visión nocturna de la cámara en un momento dado de la acción, si bien en la cinta española dicho momento era muchísimo más impactante que en la norteamericana.
Al margen de dichas similitudes, que poco son apreciables cuando se vuelve a ver la cinta años después, comentaba en el párrafo anterior que 'Monstruoso' acusa un defecto que la aleja aún más de la brillantez con la que '[Rec]' nos mantenía pegados al asiento de la sala durante sus ajustados 85 minutos, curiosamente los mismos que dura el filme norteamericano. Una carencia que se centra principalmente en lo que su libreto es capaz de ofrecer: al margen de contar una historia que ya hemos visto mil veces, la cinta producida por Abrams cae en un tópico tras otro hasta el punto de que su tercio final es tan previsible que asusta. Esa previsibilidad hace mella también en el resto del metraje, y secuencias que podrían haber dado mucho más de sí —el paseo por los túneles del metro— son leídas a distancia por el respetable.
Con todo, 'Monstruoso' es una producción por momentos muy entretenida que alterna lo mareante de su propuesta visual con secuencias de gran impacto, destacando entre todas el caos inicial con esa cabeza de la Estatua de la Libertad volando por Nueva York o la del puente de Brooklyn, inmersas en un tejido que, no obstante, se antoja absurdo —no hay quien se crea a los dos personajes que acompañan al improvisado héroe de la función—. Eso sí, una recomendación final para todos aquellos amantes de la música de cine, si os acercáis ahora por primera vez a la cinta en formato doméstico, no cortéis los créditos finales, diez minutos que cuentan con una portentosa y excelsa obertura compuesta por Michael Giacchino, y que sin duda alguna son lo mejor de toda la cinta.
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