A Dios no le importa lo que eras, sino lo que eres.(Meacham / Clancy Brown)
En un capítulo de la exitosa serie ‘Friends’, Rachel intenta impresionar a todos con un postre para el día de Acción de Gracias, pero al estar pegadas varias páginas del libro de cocina que estaba usando, hace una extraña mezcla entre dos recetas. El resultado es un desastre, todos se inventan excusas para no comerlo o tirarlo, excepto Joey, que devora su ración con placer; cuando se le pregunta cómo es posible que le pueda gustar tal bazofia, él responde: “¿Cómo no iba a gustarme? La nata, me gusta. La mermelada, me gusta. La carne, me encanta”. Quizá una película como ‘Cowboys & Aliens’ (2011) puede espantar a mucha gente, sonar ridícula o una pésima idea, pero a mí me pasa como a Joey: “El western, me gusta. La ciencia-ficción, me gusta”. No era uno de los títulos más esperados del año, pero no tenía ninguna intención de dejarlo pasar, y es que a la inusual propuesta hay que sumar un reparto de lo más interesante encabezado por Daniel Craig y Harrison Ford (James Bond e Indiana Jones juntos).
Aunque estamos ante un cóctel singular, no es ni mucho menos la primera vez que se intentan combinar elementos cinematográficos que parecen opuestos (en ‘Outlander’ teníamos una “Vikingos & Aliens” y en ‘Sucker Punch’ hay casi de todo…), y tampoco es el primer western donde tienen cabida elementos fantásticos (‘Wild Wild West’ o la reciente ‘Jonah Hex’...). Quizá lo más peculiar de ‘Cowboys & Aliens’ es que se trate de una superproducción de 160 millones de dólares ideada para intentar arrasar en las taquillas de todo el mundo; lo que parecía una locura se ha revelado como una operación mal calculada, un producto demasiado caro para sus verdaderas opciones comerciales. El film llegó a ser número uno en la taquilla de EE.UU. (casi empatado con ‘Los Pitufos’) pero tras cinco semanas en cartelera no ha logrado alcanzar los cien millones, y a sus responsables solo les queda confiar en el mercado internacional y la explotación del formato doméstico para tratar de maquillar el fracaso. A nuestro país llegó este viernes con cerca de quinientas copias y la única competencia de ‘La piel que habito’, que no es precisamente el tipo de cinta que suele llenar salas. Ya vi la de Pedro Almodóvar en Cannes, así que me lancé a descubrir el blockbuster norteamericano. Y, bueno, no es una ruina.
‘Cowboys & Aliens’ es una adaptación de un cómic creado por el empresario Scott Mitchell Rosenberg, creador y director de Platinum Studios, empeñado en vender la idea a Hollywood desde finales de los 90, cuando solo contaba con el título y la portada. Solo eso, no había contenido. Pero allí da igual, y cada vez tienen menos problemas en reconocer que las historias les importan un bledo. En un interesante artículo, BleedingCool desvela la estafa montada por Rosenberg para convencer a los estudios de cine del potencial comercial del producto que les estaba vendiendo; básicamente, una vez que ya existía el cómic (escrito por Fred Van Lente y Andrew Foley e ilustrado por Dennis Calero), logró colarlo en lo más alto de las listas de ventas inundando las librerías con ejemplares que luego se vendían a un precio inferior al coste o incluso se regalaban. Las pérdidas no importaron porque se logró el objetivo, Universal Pictures y DreamWorks picaron el anzuelo y pusieron en marcha la película, con Steven Spielberg y Ron Howard entre los productores.
La historia de ‘Cowboys & Aliens’, reinventada y ampliada para la gran pantalla, nos traslada a Nuevo México en 1875. Un hombre (Craig, en sustitución de Robert Downey Jr.) despierta en medio del desierto, sin recuerdos y con un extraño brazalete en el brazo izquierdo. Cuando esta especie de antepasado de Jason Bourne llega al pueblo más cercano, descubre que se llama Jake Lonergan y que las autoridades piden una recompensa por su captura, estando acusado de robo y asesinato. Cuando están a punto de llevárselo, el lugar es atacado por unos extraños artefactos con forma de insectos mecánicos que surcan el cielo a gran velocidad; entre explosiones y luces cegadoras, algunos de los habitantes del pueblo son raptados ante la impotencia de sus seres queridos, que solo pueden disparar sus inútiles revólveres. Solo Jake, usando el sorprendente brazalete, consigue derribar a una de las asombrosas máquinas. Y así, el forastero buscado por la ley se convierte en la única esperanza de una insólita expedición que seguirá la pista de los visitantes voladores hasta su refugio (su “colmena”), con la esperanza de encontrar sanos y salvos a los abducidos.
La película arranca con intensidad; plantea un misterio, el entorno es creíble, huele a western, los personajes son interesantes, hay tensión, acción, humor… Jon Favreau se siente cómodo e inspirado dirigiendo lo que empieza siendo una enigmática película del oeste de impecable diseño, pero el guion, en el que han metido mano demasiados profesionales (entre otros, Alex Kurtzman, Roberto Orci y Damon Lindelof, uno de los creadores de ‘Perdidos’/‘Lost’ e imagino que responsable de situaciones como el hallazgo del barco), se estanca enseguida y no responde con imaginación a las incógnitas del primer acto. A un nudo lleno de irregularidades, donde se empieza a tirar de tópicos y “homenajes” (‘Encuentros en la tercera fase’, ‘Alien’...) para intentar mantener el interés, con los actores y los efectos visuales cubriendo la falta de ideas de los guionistas y el realizador (es decir, se repite el caso de ‘Iron Man’ y su continuación), le sigue un último acto atropellado y previsible, sin interés, en la línea de las mecánicas producciones que se limitan a seguir patrones establecidos, con un clímax donde prima el ruido, el sinsentido y la épica barata, las lecciones aprendidas y las empalagosas despedidas.
Apoyada en la atractiva premisa, la eficaz música de Harry Gregson-Williams, unos formidables efectos visuales y un elenco carismático que hace lo posible por creerse el relato (aparte de los mencionados, destaca la participación de Sam Rockwell, Olivia Wilde, Clancy Brown, Paul Dano, Adam Beach, Keith Carradine y Noah Ringer, el chico de ‘Airbender’), ‘Cowboys & Aliens’ se mantiene en pie hasta que se descubre que las respuestas no son tan interesantes como las preguntas. Decepciona encontrar frases y situaciones tan trilladas, personajes que se simplifican y se contradicen, y soluciones disparatadas (el comportamiento de los alienígenas es un sinsentido, como que se diga que no ven bien de día, ¿pueden viajar por el espacio pero no tienen visores para contrarrestar la luz del Sol?) en una película que ha costado tanto dinero, incapaz de aprovechar un punto de partida que prometía sorpresas, diversión, emoción y espectáculo. Visto el resultado (cinematográfico), puede parecer una mala idea mezclar pistoleros con extraterrestres, pero creo que el problema está en levantar un proyecto a partir del envoltorio de algo vacío y confiar en un cineasta tan limitado como Favreau.