'Iron Man', Robert Downey Jr. y todo lo demás

Han pasado muchos años desde que leía, en tardes veraniegas, los cómics de 'Daredevil' y de 'Iron Man'. A 'Daredevil', entre Ben Affleck, Jennifer Garner y el resto, lo masacraron. Había perdido muchas de las esperanzas de que alguno de mis héroes preferidos de la Marvel fuera adaptado decentemente a la gran pantalla. Y es ahora cuando ha venido 'Iron Man'.

Con Jon Favreau tras las cámaras, más conocido por su faceta de actor, y con un guión de Hawk Ostby y Mark Fergus (autores de la esplendorosa 'Hijos de los Hombres'), 'Iron Man' es una experiencia prácticamente nueva en las películas de superhéroes. Y digo prácticamente porque con "el hombre de hierro" se ha conseguido el mismo resultado satisfactorio que está logrando Christopher Nolan con su Batman.

Y es que lo primero que podemos notar de esta película es la fidelidad respecto del cómic original, con todas las virtudes que esto supone. Tony Stark (Robert Downey Jr.) es un genio de la tecnología, un flamante fabricante de armas que, durante un viaje a Afganistán por sus convenios con el ejército de EEUU, es apresado y forzado a construir un misil para un grupo terrorista. Durante su periodo de cautividad, se percata de que su verdadera misión es radicalmente diferente a lo que ha estado haciendo hasta ahora.

En definitiva, el argumento, y los detalles técnicos, sólo cambian por el hecho de que 'Iron Man' se ha adaptado al siglo XXI. Cambiemos Vietnam por Afganistán, y los aspectos del progreso tecnológico, que suponen un deleite para los espectadores más geeks. En este sentido, quizás puede que sea esa la mayor cualidad de la película: la definición y concretitud del público al que va dirigido. Y es que 'Iron Man' va más encaminado a un público adulto, exigente, que sabe que poco se puede esperar de la historia de un superhéroe. Un público que disfruta poco, aunque se entretiene con 'Transformers' o 'Spiderman 3', pero que sin embargo se regocija con los cambios evidentes en la perspectiva de 'Batman Begins'.

Por tanto, todo implica que la película se centra más en la dirección de actores y la solvencia del guión, por encima de los efectos especiales, que los hay, muchos y muy buenos. Robert Downey Jr. está impresionante como Tony Stark, dotando al personaje de un sinfín de matices, riqueza de personalidad, cinismo, socarronería y hasta simpatía, a pesar de la limitación empática de su condición social. De hecho, ya no me imagino a otro Stark que no sea Robert Downey Jr., y eso refleja muchas conclusiones. El inmenso carisma del protagonista es, en definitiva, uno de los mejores logros de la película.

El punto más débil se encuentra en los villanos, que en ningún momento dan la sensación de hacer frente al héroe. Tanto el líder de los terroristas como Obadiah Stane (socio de la firma Stark, convertido en un ambicioso maníaco) parecen demasiado empecinados en una causa perdida, como es derrotar al hombre de hierro. Y eso que Stane está interpretado con cierto esfuerzo por Jeff Bridges, actorazo por lo general. En cuanto a los demás personajes, tenemos a Terrence Howard y Gwyneth Paltrow interpretando al coronel Rhodes y a Pepper Potts, secretaria de Stark, respectivamente. Bien porque sus personajes son mayormente innecesarios en la película (que no en el cómic), su presencia no basta para complementar al héroe. Howard cumple sin más, y Paltrow, a pesar de su arrolladora presencia física (para todo hombre con sangre en las venas), pasan inmediatamente a un segundo plano en pro de Robert Downey Jr.

Hay algunas escenas dignas de mención, como la irrupción de Iron Man en el pueblo de Afganistán, liberando a los refugiados de la amenaza terrorista. El arranque de la película es demoledor, con un cinismo (como antes he mencionado), que recuerda más a películas más serias como 'El Señor de la Guerra', antes que a alguna otra película del género antes vista. En este sentido, es de alabar que se moje tanto en el dilema moral de los beneficiados de las guerras, lo poco que conviene económicamente la paz mundial, sobretodo en la primera hora de película. Asimismo, la extensa preparación de Stark para convertirse en el héroe, a base de mil artificios tecnológicos y ningún don natural, es portentosa en la medida en que se da una gran profundidad psicológica al personaje.

No obstante, se hacen un tanto inverosímiles algunos detalles argumentales, como la inmensa capacidad creativa de Stark durante su cautiverio, o la inevitable lucha final entre Stark y Stane. Pero teniendo en cuenta que este género obliga al espectador a comparar con otros títulos, 'Iron Man' sale ganando se mire por donde se mire.

Es un blockbuster inteligente, audaz, muy arriesgado, con dosis de humor (que ya se iban echando de menos en las películas de superhéroes, la verdad), un buen guión, y personajes a la altura. Combinar todo esto con el entretenimiento puro y duro, y la ausencia absoluta de irregularidad o sombra de aburrimiento, hace de 'Iron Man' un gozoso espectáculo que, aun con sus defectos, recuerda a los espectadores más desesperanzados con este horrible año cinematográfico, que todavía es posible disfrutar con el séptimo arte. Si las más que probables secuelas de 'Iron Man' mantienen este nivel de calidad, estamos ante una saga memorable.

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