¿Es 'The Zone of Interest', la película con la que Jonathan Glazer concursa en la sección oficial del Festival de Cannes 2023, la obra definitiva sobre la banalidad del mal? ¿La película más incómoda jamás realizada sobre la barbarie nazi? Aunque el frenesí de Cannes es terreno abonado para que las hipérboles campen a sus anchas, no hay duda alguna de que el cuarto largometraje de Glazer ha causado impacto. Su propuesta es radical, en efecto, como el tema que tiene entre manos.
Cuando en 2019 se supo que el director de la aclamada 'Under the Skin' iba a adaptar la novela de Martin Amis 'La zona de interés', nos preguntábamos de qué manera lograría llevar a la gran pantalla la historia de un oficial nazi que se enamora de la mujer judía de un sonderkommando.
Pues bien, poco hay en la película de esa trama, que toma su título de la novela del reciente escritor fallecido para imaginar el día a día de la familia del comandante en jefe de las SS Rudolf Höss que dirige el campo de exterminio de Auschwitz durante los días de la Conferencia de Wannsee, que oficializó la denominada 'solución final'. Un relato de mimbres mínimos amplificado por una puesta en escena estremecedora.
Hiperrealismo y fuera de campo
La cuestión de las imágenes de la barbarie de Auschwitz y de los campos de exterminio han sido objeto de discusión durante décadas (de cineastas como Claude Lanzmann o Alain Resnais a teóricos del arte como George Didi-Huberman), y por ello el fuera de campo se ha convertido en el elemento retórico clave para tratar el genocidio sin mostrar imágenes del sadismo y el horror implícito.
Ahora bien, el fuera de campo que trabaja Glazer no es el mismo fuera de campo empleado por László Nemes en 'El hijo de Saúl' (2015), película que era literalmente un circuito por el horror de un campo de exterminio con el Saúl del título en foco y el resto borroso. Los primeros compases de 'The Zone of Interest' invitan a pensar que Glazer seguirá una estrategia similar: la pantalla negra con un inquietante ruido de fondo no deja lugar a dudas. No obstante, el dispositivo del director británico es más complejo pero también más limitante.
Por una parte, el hiperrealismo con el que lucen sus imágenes abrazan lo siniestro desde un lugar extremadamente perturbador, en ocasiones lindando con el cine de terror. Por la otra, la cámara jamás entra en Auschwitz, aunque la casa familiar donde acontece el grueso de la cinta esté pegada a los muros del campo de exterminio.
Cualquiera de nosotros huiría de la vida en un lugar así, pegado a la barbarie, pero las jornadas de la familia de Rudolf Höss, con su casa impoluta, su piscina, su magnífico jardín y su invernadero ad hoc, apenas se ven alteradas por el humo que expulsan las chimeneas de los crematorios.
'The Zone of Interest': la banalidad del mal y el ruido de fondo de Mica Levi
El rigor con el que Glazer estructura el devenir de los Höss encuentra algunas líneas fuga que, sin embargo, dotan a su ejercicio de un control visual todavía más estricto, si cabe. Una pequeña subtrama filmada con cámara térmica y de colores negativos –que contrasta con esa pátina hiperrealista con la que se retrata a la familia nazi– deja espacio a las víctimas del Holocausto, mientras que, hacia su corolario, un viaje hacia el presente vuelve a insistir en la idea de la banalidad del mal desde una postura más mundana.
Si hay un personaje que, justamente, encarna en toda su magnitud el poder de sugestión del nazismo, ya sea por su ideas o por los beneficios económicos que incluía, es el interpretado por Sandra Hüller ('Toni Erdmann'), la mujer del comandante en jefe Höss. La interpretación de la actriz alemana capta con una sutileza inquietante la tesis de Hannah Arendt y explica, con apenas dos trazos y cuatro gestos los motivos por los cuales todo un país se rindió enfervorecido a las ideas hitlerianas, desde la vanidad hasta el arribismo.
Al acabar este texto no sabemos si la película de Glazer será la definitiva sobre esta cuestión clave alrededor del mal y sus acólitos, o si logrará la ansiada Palma de Oro, pero sí tenemos claro que es una de las películas de la sección oficial de Cannes 2023 favoritas de la crítica.
Para la plumilla que firma esta reseña, el dispositivo propuesto por Glazer impacta y a la vez limita su mensaje, pero, sin lugar a duda, el diseño sonoro de Mica Levi, clave en la construcción del fuera de campo de 'The Zone of Interest', merece ser reconocido en Cannes y también más allá de La Croisette.