Algo cambio en la franquicia tras el estreno de 'Harry Potter y la cámara secreta', ya que es cierto que seguía marcada por el tono infantil de la primera entrega, pero también que la oscuridad empezaba a asomar de una forma que Chris Columbus no supo reflejar del todo bien. Habría que esperar a la llegada de Alfonso Cuarón con 'Harry Potter y el prisionero de Azkaban', película que esta tarde recupera Cuatro a partir de las 15:45, para que quedase claro que la cosa empezaba a ponerse mucho más seria.
Por mi parte, recuerdo que en su momento salí de ver la película con sensaciones enfrentadas. Es cierto que ya entonces pensé que era superior a sus predecesoras, pero no pude evitar tener cierta sensación agridulce por haber prescindido de ciertos elementos de la novela original. Hubo que esperar al primer revisionado para que me quedase claro que era una película incontestable y con suficientes virtudes incluso para hechizar a quienes no tengan ningún interés hacia el universo de Harry Potter.
Estupenda
Desde el incidente del joven mago interpretado por Daniel Radcliffe se palpa en el ambiente cierto nerviosismo, la certeza de que la película va a ser diferente. La introducción del personaje de Sirius Black (Gary Oldman) y los aterrados dementores refuerzan ese elemento adulto, algo que se traslada tanto al apartado visual, mucho menos luminoso que en las dos anteriores entregas, como incluso al propio vestuario de los protagonistas, marcado por un look muy diferente, casi propio de un adolescente cualquiera.
No me olvido tampoco de esas charlas entre Harry y Lupin (David Thewlis) con un aire casi melancólico, como si la realidad se suspendiera, incidiendo así en que su relación va incluso más allá de una aprendiz con su mentor. Ahí tanto las interpretaciones como el enfoque visual elegido por Cuarón resulta esencial para que sienta como parte imprescindible de la historia y al mismo un espacio para dejar respirar a los personajes.
Y es que esas energías renovadas afectan a la película a todos los niveles, ya que Cuarón consigue dar ese impulso necesario del entretenimiento infantil a algo quizá no adulto porque no deja de ser una película para toda la familia, pero sí tan cuidada a todos los niveles que es una pena que no volviese a ocuparse de ninguna otra entrega, y es que nadie volvió a conseguir dotar a este universo de tanta belleza visual, siendo además totalmente coherente con lo que hay que exponer.
Además, todos esos cambios también se perciben en las interpretaciones de los tres protagonistas, pues todos ellos dan un paso adelante respecto a las dos anteriores entregas. Obviamente ayuda que el guion acompañe y el material original de Rowling, pero la auténtica clave está en que 'Harry Potter y el prisionero de Azkaban' se sienta como una película en sí misma antes que como una secuela más de la saga.
'Harry Potter y el prisionero de Azkaban' funcionó muy bien en taquilla, pero lo cierto es que se trata de la entrega menos taquillera de la franquicia. Sus 795 millones de dólares de ingresos mundiales siguen sin estar nada mal, pero no deja de ser curioso que la mejor película de la saga sea también la menos rentable.
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