Pese a que no soy un gran fan de los dibujos animados (suelo ver más anime japonés por parecerme un poco más adulto y trabajado), siempre suelo estar enterado de lo que emiten en la televisión para los más pequeños de la casa, tanto por interesarme debido a mi trabajo como a que tarde o temprano te encuentras zappeando esas series que aparecen en todos los lados.
Una de las series que más me han impresionado y enganchado (sí, habéis leído bien) es Phineas y Ferb, la serie de dibujos animados producida por Disney Channel.
¿Qué tiene esta serie que la hace diferente a las demás? Pues para mí lo tiene todo. Es una serie bien dibujada, con unos diálogos muy originales y con un argumento fresco y divertido, pese a ser prácticamente siempre el mismo y una excelente producción, con unos doblajes increíbles y una localización fuera de lo normal para una serie de dibujos.
Y antes de que dejéis de leer porque me he vuelto loco soltando tantos piropos a una serie de dibujos animados, dejadme que me explique. Cada capítulo de Phineas y Ferb posee una estructura fija, los dos hermanos están de vacaciones de verano y se preguntan qué pueden hacer para pasar el tiempo, a los dos segundos se les ocurre hacer algo que, en vez de ser lo normal para unos niños de su edad, es la cosa más surrealista y fuera de lo común. Así un día construyen un transbordador espacial, otro día una montaña rusa gigante o crean una playa artificial al lado de su casa, para ellos nada es imposible.
A estas actividades extrambóticas y exageradas, tenemos que añadirle a Candace, la hermana mayor medio psicótica que siempre está intentando que su madre pille a los dos hermanos haciendo estas barbaridades. ¿Lo consigue? Por supuesto que no, ya que al final del capítulo, cuando Candace consigue atraer a la madre hacia el lugar donde Phineas y Ferb están haciendo de las suyas, siempre ocurre algo que borra del mapa la creación de los dos hermanos, y en la mayoría de ocasiones sin que ellos mismos quieran, ya que su carácter les hace que les de igual que los pillen o no, ya que para ellos no están haciendo nada malo, únicamente divertirse.
Si a esto le añadimos que la familia tiene como mascota a Perry, un ornitorrinco que a los pocos minutos del capítulo se pone su sombrero y se transforma en agente secreto para combatir a Dr. Heinz Doofenshmirtz, un “genio” del mal que siempre hace algun aparato terminado en eitor (empequeñeitor, tritureitor…) y que siempre acaba derrotado por Perry, haciendo que estos dos tengan una relación muy original.
Y no puedo dejar de hablar de esta serie sin comentar sus canciones. En cada capítulo hay una canción relacionada, la cual la suelen estar cantada por los protagonistas del capítulo. Estas canciones en la versión española están perfectamente dobladas y adaptadas, lo que las hacen un atractivo más para la serie, ya que aparte de ser composiciones adecuadas para una serie, quedan perfectamente encajadas en cada capítulo.
Y aunque me dejo muchas cosas atrás (las acampadas polifacéticas y la novia de Phineas, el romance de Candace con el chico de las hamburguesas, el jefe de Perry, que Ferb solo diga una frase en cada capítulo…), creo que lo dicho es suficiente para que os pique la curiosidad y le echéis un vistazo ya que, hoy por hoy, Phineas y Ferb son la mejor serie de dibujos animados que se emite en la televisión (en Disney Channel y Disney XD por cierto).