Corría el año 2001 cuando 'Harry Potter y la Piedra Filosofal' aterrizaba a las salas de cine. La primera de las ocho películas llegó a la gran pantalla con la idea de dirigirse al público infantil y la abandonó despidiéndose de un fandom mayor de edad. Las películas de Harry Potter han ido creciendo con su elenco, pero también con su audiencia: comenzaron siendo películas para niños y terminaron siendo cine para adultos.
¿Qué papel juega la luz en la narrativa de las películas?
La iluminación y la dirección de fotografía son dos elementos fundamentales a tener en cuenta en el cine. No solo tienen una función estética, sino que tienen como objetivo apoyar los hechos que se presentan ante la cámara para darle mayor o menor verosimilitud. Y, aunque es cierto que no en todas las películas se percibe la luz como un elemento narrativo más, en Harry Potter sí sucede.
A nivel cromático la diferencia entre la primera entrega y la última es abismal. No hace falta ser muy ducho en la materia para darse cuenta de que en 'Harry Potter y La Piedra Filosofal' todo es luz y alegría y en 'Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte' todo es drama y oscuridad.
¿Por qué sucede esto? Las ocho películas relatan la vida de Harry Potter desde que se convierte en mago con 9 años hasta que con 18 su condición de "elegido" casi le quita la vida. Lo que comenzó siendo en la primera película la vía de escape perfecta para huir de su mísera vida con sus tíos, termina 10 años después con sangre, muerte y heridos. Y como, obviamente, esto no ocurre de golpe y porrazo del plano 2 al plano 3, la luz es quien nos va guiando y dando pistas a lo largo de las 8 películas.
5 películas para pasar de la luz cálida a la más fría
La luz cálida y los tonos saturados con los que nos recibe Hogwarts en 'Harry Potter y La Piedra Filosofal' solo estarán presentes en esta película y en algunas escenas de 'Harry Potter y La Cámara Secreta'. Desde el momento en el que Harry se encuentra con Voldemort al final de la primera peli, las desgracias comenzarán a sucederse y, por consiguiente, las luces a brillar por su ausencia.
Aunque el argumento de 'Harry Potter y la Cámara secreta' es bastante más "terrorífico" que el de la primera película (hay asesinatos, se pintan las paredes con sangre...) las luces aún guardan la calidez necesaria para no asustar demasiado al espectador de 12 años.
No olvidemos que las dos primeras películas aún van dirigidas a un público infantil y eso es algo que debe cuidarse a la hora de iluminar la escena. No notaremos un cambio drástico en la iluminación y el color hasta la tercera entrega ('Harry Potter y el Prisionero de Azkaban') donde los tonos verdes y azules predominan sobre aquellos naranjas tan característicos de la primera y segunda.
A partir de la tercera entrega, la dirección de fotografía ya no se corta en jugar con la oscuridad para crear misterio y suspense. El público que descubrió la saga con la edad del protagonista ya es adolescente y agradece que se le trate como un espectador más adulto. Así, mientras en el primer enfrentamiento Voldemort-Harry Potter los tonos eran naranjas y saturados, en el "encuentro" de la quinta película la tonalidad viró a azul habiendo pasado anteriormente por un perfil verdoso en La Cámara Secreta (segunda entrega).
Todo al gris en 'Las Reliquias de La Muerte'
Hasta ahora la evolución lumínica y cromática ha sido bastante paulatina siendo la primera película la que más diferencias guarda respecto al resto. Sin embargo, conforme avanza la trama y aumenta el poder de Lord Voldemort, los escenarios y las localizaciones se oscurecen. De hecho, podríamos decir que es a partir de la película en la que muere Dumbledore ('Harry Potter y El Príncipe Mestizo') cuando más se oscurecen las localizaciones.
Aunque es cierto que en las localizaciones exteriores apenas vemos el sol desde la tercera entrega, la oscuridad está aún más presente desde la muerte de Dumbledore. A través de la luz y el color de las dos últimas películas, se busca transmitir la sensación de desamparo, soledad y miedo que sienten los protagonistas al perder el respaldo de una figura como el director de Hogwarts.
La persecución constante de los mortífagos que les lleva a ocultarse todo el tiempo, también contribuye a buscar en la iluminación y el color una herramienta narrativa: si iluminas la escena en exceso y ruedas en días de sol y playa no solo estás transmitiendo una alegría que la trama no pide, sino que no acompañas a los personajes en su deseo de esconderse y ocultarse de sus enemigos.
Si la sexta película recurría poco a poco a esta gama cromática para advertirnos del asesinato de Dumbledore, en la séptima y octava, el gris es el encargado de colorear la temática principal: la muerte. Tanto es así que cuando el señor Tenebroso está presente en las conversaciones (90% del tiempo en 'Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte') predominan los tonos ceniza, mientras que cuando Voldemort aparece en escena todo vira al negro.
No será hasta la batalla final cuando la iluminación vuelva a transmitir un halo de esperanza respecto al desenlace. Sin embargo, la dinámica lumínica de la batalla aún va más allá. Cuando ambos magos se enfrentan sale de sus varitas un rayo verde y otro rojo, dos colores que explícitamente representan la lucha Sylitherin-Gryffindor, pero que también hacen referencia a la lucha entre la calidez y la felicidad transmitida al inicio de la saga y los tonos fríos que fueron avanzando conforme la presencia de Voldemort aumentaba.
Incluso si nos vamos más allá, podemos hablar de un guiño a la última escena de 'La Soga' de Alfred Hitchcock donde los neones verdes y rojos protagonizan la discusión final.
Tan solo hace falta echar la vista atrás y comparar la tonalidad y la luz presente en la primera batalla respecto a la última. Mientras en 'Harry Potter y la Piedra Filosofal' percibimos la inocencia y la luz de un niño que no sabe cómo actuar en una situación de ese tipo, en la batalla final vemos a un hombre al que, tras haber superado todo tipo de pruebas, no le tiembla el pulso para terminar con su enemigo.
La batalla final es la culminación del viaje del héroe que comenzó cuando Voldemort le hizo la cicatriz que definió su suerte.
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