'The Stand' está pasando injustamente desapercibida: la serie obvia el horror de la novela de Stephen King para captar toda su belleza

'The Stand' está pasando injustamente desapercibida: la serie obvia el horror de la novela de Stephen King para captar toda su belleza

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'The Stand' está pasando injustamente desapercibida: la serie obvia el horror de la novela de Stephen King para captar toda su belleza

La serie ‘The Stand’ (2020) de CBS Access, que aquí podemos ver en StarzPlay, ha acabado con un gran episodio final inédito escrito por el propio Stephen King, añadiendo así un epílogo coherente y lúcido a su propia novelaApocalipsis’ a partir de la adaptación que ha hecho Josh Boone en 9 capítulos, que trasladan la historia a nuestros días y plantea su visión de forma más anclada en una realidad tangible a la que añade un ineludible comentario social.

Pese a que se ha criticado su aproximación algo disipada al material de partida, el tramo final ha demostrado que la estructura estaba pensada para coger cuerpo con el discurrir de los eventos, cerrando una serie notable que, pese a minimizar bastante los elementos de terror y oscuros que rodean al gran villano, tiene grandes personajes que han ido creciendo capítulo a capítulo, para captar la esencia humanista, amarga y bíblica de la novela.

Apocalipsis

SPOILERS de la trama general de la novela y adaptaciones

Una coincidencia profética

The Stand’ apetecía poco en un año como 2020, en el que la humanidad ha vislumbrado la realidad de lo que antes sólo se imaginaba por pesados libros de historia o ficciones escalofriantes. Da un poco de miedo pensar en cómo el año en el que se estrena la ambiciosa adaptación de CBS de ‘Apocalipsis’ surge una terrible pandemia mundial que conecta con el punto de partida del libro, con un virus tremendamente contagioso que acaba con la vida de la gran mayoría de los seres humanos.

Sin embargo, hay que pensar que con la gran producción Stephen King no es nada extraño que le sobren obras en las que ha tratado la visión del colapso social y ocaso de la civilización tal y como la conocemos. Tampoco es tanta coincidencia cuando ha sido una temática bastante habitual en los años en los que la ficción apocalíptica ha sido común en la gran pantalla, sin ir más lejos en la extraordinaria trilogía de ‘El origen del planeta de los simios’. Pese a esto, consciente de las comparaciones, el propio King salió al paso en su muy activa cuenta de twitter para aclarar que:

"No, el coronavirus NO es como el Capitán Trotamundos de THE STAND (Apocalipsis). No es tan grave en absoluto. Es eminentemente sobrevivible. Mantengan la calma y tomen todas las precauciones razonables".

Obviando lugares comunes del cine pandémico

Pese a que la tasa de mortalidad en Estados Unidos no equivale al capitán Trips, era inevitable que nos miráramos en su ficción para tratar de buscar alguna respuesta. Afortunadamente, la adaptación de Boone no centra su inicio en la expansión de la pandemia como sí que hacía la adaptación original de Mick Garris –quien por cierto tiene un cameo en el episodio 9– y aprovecha el recorrido actual del cine pandémico para resumir las primeras fases a base de flashbacks, algo que no ha sentado muy bien a los fans de la novela original.

Stand Cover2

Y es que para muchas personas, ‘Apocalipsis’ es la obra maestra del autor, una epopeya que popularizó el género postapocalíptico, porque no olvidemos que apareció tres años antes que la secuela de ‘Mad Max, salvajes de la autopista’ (Mad Max, 1979) y un par antes de ‘1997: Rescate en Nueva York’ (Escape from new York, 1981), consideradas las piezas clave en la expansión del subgénero. Pero también hay que asimilar que desde ’28 días después’ (28 Days Later, 2002) hemos visto decenas de películas con el inicio y desarrollo del contagio reformulado una y otra, y otra vez. Sin embargo, sí hay algún detalle a cine de epidemias, pero yendo a clásicos, como esa sutil recreación del inicio de 'La amenaza de Andrómeda' (The Andromeda Strain, 1971) o 'The Crazies' (1973) del piloto.

Por ello, la decisión de alternar el inicio de Boulder con el recorrido de cada uno hasta llegar hasta él en el primer acto es una buena forma de aligerar la impaciencia que se genera en los primeros capítulos del libro, reconozcámoslo, un poco espesos a causa de una estructura que va enumerando a tal cantidad de personajes que da la impresión de que la historia nunca arranca. Esto tiene un punto positivo, pero por otro lado sí que pierde la sensación incomparable de ir mano a mano junto a cada uno, aprendiendo junto a ellos cómo ha cambiado el mundo y conociéndoles mejor. Un billete a pagar demasiado alto para muchos.

El seductor poder del maligno

Sin embargo, conforme va entrando en detalles, la serie va templándose firme, con una dirección y un propósito que da por hecho que el espectador conoce a grandes rasgos la historia, que sigue a dos bandas dispares de supervivientes mientras cruzan un Estados Unidos devastado por una pandemia del virus conocido coloquialmente como Capitán Trotamundos. Mientras algunos supervivientes son contactados por una anciana llamada Madre Abigail, otros se sienten atraídos por la influencia de una entidad maligna llamada Randall Flagg.

Apocalipsis2

Este, conocido en otras obras de King como el hombre de negro, es similar a Lucifer, pero encaja de otra manera en la compleja mitología desarrollada por el autor. Aunque los seguidores de la Madre Abigail se esfuerzan por reconstruir la civilización, Flagg crea su propia Sodoma y Gomorra en Las Vegas, convirtiendo ‘Apocalipsis’ en una pieza de fantasía de enfrentamiento entre el bien y el mal arquetípica cuyo carácter bíblico se acentúa en esta adaptación, en la que el epílogo viene a ser una poco disimulada, pero aguda, relectura de los primeros compases del Génesis.

Aquí tenemos a una figura mesiánica, un elegido, traidores que pactan con el diablo, plagas que asolan y castigan a la humanidad, éxodos, vellocinos con forma de cabeza nuclear, adoración a falsos dioses, ira divina, ángeles exterminadores que bajan del cielo y personajes con libre albedrío a los que se les tienta con caminos fáciles y promesas de autorrealización. ‘The Stand’ enfoca su viaje en la reflexión, en la propia naturaleza multidimensional del ser humano, en su capacidad de resistir las embestidas de la soberbia y la avaricia. Temas universales representados en la deriva de los distintos jugadores.

Una instantánea de la Norteamérica reciente

Esto puede apreciarse en el mayor desarrollo del personaje de Harold Lauder, un hombre blanco sin habilidades sociales que cree que el mundo le debe algo (una mujer). Sibilino, patético y trágico, la interpretación de Owen Teague –Patrick Hockstter en ‘IT’ 2017– coloca en el centro de la serie su conflicto, haciéndole justicia tras un discreto papel en la versión del 94. Su Lauder es un reflejo evidente de la comunidad incel de internet, hombres autoconsiderados beta que alimentan su toxicidad a base de victimismo y una autopercepción excesiva.

Harold

Esta no es la única relación con fenómenos actuales de Norteamérica, y en la congregación de Flagg puede verse claramente a la parte más nostálgica del sur, la turba de los bajos instintos y el materialismo entendido como el “yo primero”, y la facilidad para convencer a las masas con populismo fácil, con un demonio de pelo rubio, que vive en una gran torre y que trata de parecer como otro americano normal. Escalofriante ver cómo algunas imágenes del juicio del episodio 7 recuerdan al ataque al capitolio, con ese gorro de cuernos de una de las personajes y alguna gorra roja a lo MAGA.

No es extraño ver estos pequeños guiños y paralelismos cuando el proyecto ha sido concebido en una época especialmente decisiva en Norteamérica, en donde el propio King ha utilizado su cuenta de twitter como látigo del Presidente casi a diario. Esto ha sido aprovechado por Greg Kinnear, cuyo Glen Bateman ha sido modelado por la figura y personalidad del escritor, siempre cargado de sarcasmo y un punto de vuelta de todo que le hace el más insensato y valiente al enfrentarse al mal.

La conexión de dos viejos escépticos del género de terror

Bateman es uno más en el gran tapiz de personajes de la novela, que también podrían servir de borrador para lo que veremos en ‘The Walking Dead’, un apocalipsis zombie modelado según George A. Romero pero que reciclaba las dinámicas de asentamientos de la épica de King. Sin embargo, es en el paralelismo con la sátira neoliberal donde King y Romero vuelven a conectar, ya que el mundo que propone ‘La tierra de los muertos vivientes’ (Land of the Dead, 2005) no deja de ser una extensión del pan y circo de Flagg, con similitudes pandémicas, de clase y de reflejo en la política de su país.

Pero Romero, como King, también analizaba la humanidad en el entramado y se mostraba escéptico de que al final, derrocar al tirano significara reamente un cambio. Al final de su cuarto film de zombies, el héroe decidía optar por dejar la ciudad, preguntándose “¿en qué nos convertiremos nosotros?”. Asimismo, en ‘El diario de los muertos’ (Diary of the Dead, 2007) la protagonista cerraba el film con un “¿merecemos ser salvados?” mientras varios humanos practican el tiro con zombies. Dos ideas que resuenan en la voz de Frannie al inicio del epílogo:

“A veces parece que el capitán Trips fue como reiniciar los fusibles, todo nuevo, una oportunidad para hacer todo de forma diferente, pero todos los días me pregunto ¿lo haremos? ¿Haremos algo de forma diferente en esta ocasión? ¿Podemos hacerlo, somos siquiera capaces?”

El Ka es una rueda

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Un texto reciente y nuevo para la serie, que evidencia la conexión de ideas de los dos amigos en sus creaciones de la tercera edad: una profunda desconfianza en el ser humano para escapar de su propia naturaleza, de sus propios errores y su condena a repetir la historia. Sin embargo, King sí que busca aquí un componente temporal que tiene una implicación en el resto de su obra. El equilibrio del bien y del mal nunca va a tener una conclusión. En su reflexión inicial, Frannie expresa:

“Desearía decir que todas las historias tienen un final feliz, la verdad es que la mayoría de historias no tienen ningún final, no en la realidad”.

El episodio certifica esta idea con una vuelta al origen, Fran y Stu son los nuevos Adán y Eva, y Flagg no solo no ha muerto sino que se aprovechará de nuevo del miedo que provocan sus poderes para crear un nuevo grupo de seguidores, revelando que lo que le mueve es que le adoren, quiere ser como Dios, busca imitarle y siempre va a estar en la tierra ofreciendo el camino más barato, aprovechándose de las debilidades y el miedo. Por eso resuena a menudo la frase “no temeré a ningún mal” como haiku contra el pavor que hace caer al lado oscuro.

Pero, si la humanidad está abocada a convivir con el mal, haga lo que haga, ¿Qué sentido tiene tratar de evitarlo? Ahí es donde Madre Abigail da la última lección a los protagonistas. Todo es una rueda –que conecta con la filosofía de “el ka es una rueda” de ‘La torre oscura’– y lo único que se puede hacer es ser honesto y perdurar –en el original “stand”, que hace del verbo el significado completo de la obra–, jugar nuestro papel dentro de la tormenta sin traicionar nuestra propia alarma moral al tomar decisiones.

Trashcan Man

Una épica bíblica humanista y sin cinismo

Esto da una implicación existencial que trasciende a la mirada religiosa de la obra, a través de las imágenes del bebé de Frannie como símbolo del relevo, que da a ‘The Stand’ un matiz humanista que celebra la vida, sí, pero como algo efímero y por la que no merece la pena caer en la complacencia del utilitarismo y la codicia. Se nota mucho que Boone se siente mucho más cómodo en los pasajes más cercanos, trabajando en las conexiones de los hombres más corrientes, buscando la pureza en lo mundano, sin ningún exabrupto en el que los héroes hagan mucho más que caminar y tratar de organizar la vida desde cero lo mejor que pueden.

The Stand’ puede no ser la mejor adaptación posible de la novela, ignora las posibilidades de dibujar un paisaje tenebroso y opta por un villano sardónico antes que terrible, aunque deja algún detalle de su conexión cósmica ausente en otras versiones, como la del cómic de Marvel, que puede considerarse la mejor hasta la fecha. Sin embargo, la serie proporciona una inusitada calidez conforme despliega su mirada sutil, que no blanda, a la bondad humana y la capacidad de resistencia frente a la adversidad.

Una lectura de la historia de Job llevada a la aventura épica de terror y fantasía que ganará en visionados, una vez ya conocemos a los actores de este gran fresco de temas universales y ética cósmica que se perpetúa y llega en el momento preciso en la historia de la humanidad. Bajo el manto del cinismo, del escepticismo hacia una ficción mellada, ‘The Stand’ se erige como un pequeño bálsamo de sincronía casual con el desastre que retrata, con ideas paradigmáticas que pueden resultar ingenuas, pero que recogen una belleza en medio de la tormenta que quizá no merezcamos al fin y al cabo.

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