Quién lo iba a decir...
En las últimas décadas, Suecia ha estado a la vanguardia de la transición hacia el modelo de 'sociedad sin efectivo': este país escandinavo ha sido testigo de cómo el dinero físico ha sido casi completamente sustituido por métodos de pago digitales, estando únicamente el 1% de su Producto Interno Bruto (PIB) en circulación en forma de efectivo ya en 2018 (frente al 11% de media de la Zona Euro).
Este cambio se ha realizado en nombre de la obtención de toda una serie de ventajas... pero también ha expuesto al país a nuevos y sofisticados riesgos en términos de cibercrimen y fraudes económicos. Tanto, que Suecia se ha convertido en lo que el fiscal sueco de delitos económicos, Daniel Larson, denominó recientemente "el Silicon Valley del emprendimiento criminal".
Menos fraude fiscal, pero más ciberestafas. El Estado gana... ¿y tú?
La transición de Suecia hacia una sociedad sin efectivo comenzó con fuerza en la década de 1990, impulsada por un aumento en los robos a mano armada que llevaron a las autoridades y a las instituciones financieras a buscar alternativas más seguras. Para 2022, tan sólo el 8% de los suecos utilizaba efectivo para sus compras diarias.
Este rápido cambio se facilitó gracias a la adopción generalizada de BankID, un sistema de identificación digital (lanzado ya en 2001) que permite realizar transacciones electrónicas de manera rápida y sencilla, y que se ha convertido en una herramienta esencial para la vida diaria en Suecia.
BankID se utiliza para todo, desde presentar declaraciones de impuestos hasta comprar boletos de autobús, pero su omnipresencia también ha creado oportunidades para los delincuentes digitales: las estafas que giran en torno al BankID se han vuelto particularmente comunes, apostando por técnicas cada vez más sofisticadas para engañar a los usuarios y robar sus fondos.
Y es que el impacto de esta digitalización ha sido mixto: si bien el rastro digital del dinero electrónico ha facilitado la lucha contra el fraude fiscal y el blanqueo de dinero, también ha creado nuevas formas de delitos económicos. De hecho, el cibercrimen comenzó a proliferar de la mano de la digitalización.
Piénsalo, ¿por qué robar una pequeña cantidad de dinero físico a una sola persona cuando puedes robar una gran cantidad de dinero al por mayor a un enorme grupo de gente apostando por el ciberdelito?
Entre 2021 y 2023, los delitos cibernéticos se duplicaron, y se estima que el crimen económico en el país representa hasta el 2,5% del PIB. El fraude online y otros ciberdelitos se tradujeron en 2023 en el robo de 1.200 millones de coronas (unos 105,6 millones de euros).
El Banco Central sueco, conocido como Riksbank, reconoce ahora los problemas que se derivan de la marginación del efectivo... pero su respuesta ha sido, cuanto menos, inesperada: complementar el actual sistema de pagos digitales con una nueva moneda digital estatal, la e-krona, destinada a ofrecer un mayor control sobre las transacciones digitales.
Pero "mayor control sobre las transacciones" no significa, necesariamente, mayor protección frente al cibercrimen, de igual manera que la hipervigilancia estatal no tiene por qué impedir que te atraquen por la calle.
Implicaciones socioeconómicas
El 'modelo sin efectivo' de Suecia también ha planteado desafíos en términos de inclusión social: muchas personas mayores y/o que viven en áreas rurales han encontrado dificultades para adaptarse a los métodos de pago digitales. La Agencia Sueca de Contingencias Civiles incluso ha llegado a recomendar públicamente a los ciudadanos suecos que mantengan una reserva de efectivo en caso de ciberataques o fallos en el sistema eléctrico.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
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