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El universo tecnológico y Silicon Valley en concreto está viviendo un momento de caos y rebelión entre sus empleados. Todo empezó con los casos de abusos en distintas empresas (grandes y pequeñas), y siguió con el dilema ético de los contratos gubernamentales que algunos como Google estaban firmando para desarrollar inteligencia artificial con fines militares.
Hasta entonces la mayoría de consumidores tenía la idea de que Silicon Valley era básicamente el mejor lugar del mundo para trabajar. Todo era perfecto, todos eran felices y ganaban mucho dinero. Sin embargo, nada podía estar más lejos de la realidad. En la mayoría de compañías se había instalado un cultura tóxica basada en el sexismo, racismo, y una competitividad sin límites.
Una de estas compañías era, aunque no lo parezca, Microsoft. La empresa que fundaron Bill Gates y Paul Allen veía como sus trabajadores (sobre todo ejecutivos) se pasaban por encima por conseguir el mejor resultado, no se comunicaban e incluso algunos dicen que se insultaban con frecuencia.
Según un ex empleado, no siempre fue así. La época en la que Gates era CEO fue más tranquila. Se basaba en el trabajo en equipo, en crear y aportar. No obstante, con Steve Ballmer se adoptó una cultura más agresiva. Es por eso que cuando en 2014 Satya Nadella llegó a la presidencia, lo primero que hizo fue cambiar el ambiente tóxico que se había formado en Microsoft.
Revertir 14 años de malas relaciones no se consigue de un día para otro y menos en una empresa con la cantidad de empleados que tiene Microsoft. Pero por algún lugar tenía que empezar Nadella y decidió dar a todos y cada uno de los ejecutivos con los que se reunía, un libro. ‘Comunicación no violenta’ del psicólogo Marshall Rosenberg.
Este trabajo no estaba ideado únicamente para mejorar las relaciones laborales, sino para ayudar en todos los ámbitos de la vida de una persona. Porque todos sabemos cómo hacer daño con las palabras (intencionadamente o no) pero nos cuesta mucho más expresarnos de manera correcta y siendo más constructivos.
Resulta irónico que una de las empresas que más ha contribuido a que hoy en día estemos más conectados y comunicados que nunca, tuviera tanto que aprender sobre cómo hablar entre ellos. Y es que Nadella lo tenía claro, si conseguía que sus trabajadores aprendieran a expresarse y a comprender a los demás, entonces la toxicidad podría desaparecer.
Según Rosenberg, todos estamos acostumbrados a expresarnos según lo que los demás hacen y no lo que nosotros sentimos. Juzgamos y demandamos y tendemos a verlo todo blanco o negro. Esto nos lleva a ser incapaces de explicar y entender lo que queremos y necesitamos, lo que puede resultar incluso en depresión, ansiedad, estrés …
La comunicación no violenta se basa en trabajar nuestra capacidad para analizar una situación, entender cómo nos sentimos al respecto y expresarlo correctamente y pedir un cambio que sea más beneficioso. Se trata de aprender a ser buenos comunicadores e intentar eliminar todo juicio y prejuicio para ser más efectivos, y escuchar y entender a los demás.
Es imposible evitar conflictos en nuestro día a día. Ya sea con alguien de nuestra familia, con un compañero de trabajo o con nuestra pareja, siempre puede aparecer algún motivo de discusión. La NVC (las siglas en inglés) pretende mejorar nuestra habilidad solucionando estos conflictos de manera rápida y sin que nadie termine enfadado.
Escuchar activamente lo que los demás nos están diciendo y ampliar nuestro vocabulario emocional son las claves para ello. De esta manera los enfrentamientos pasarán a ser meras charlas, y nos encontraremos más relajados y con menos estrés.
En la oficina se traducirá a un menor absentismo laboral, mayor productividad y crecimiento de los empleados, y que estos últimos aumenten su moral y su lealtad a la empresa, porque no hay nada más poderoso que la palabra.
Algunos trabajadores creen que todavía queda bastante por hacer en Microsoft para que realmente desaparezca la cultura tóxica de la compañía (si es que es posible que algún día lo haga). Sin embargo, reconocen que en estos últimos cuatro años el ambiente ha cambiado considerablemente, recordando más a la época de Bill Gates que a la de Ballmer.
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