Llega el viernes y una sensación rara se apodera de ti. Y te sientes como un bicho raro. "¿Quizá me pase sólo a mí?", te preguntas. ¿Porque quién no va a estar deseando que llegue el fin de semana, ¿no? Pero a ti te da miedo tanto tiempo libre.
La psicóloga Sandra Ferrer reflexiona sobre esta sensación y para ello comienza preguntándonos cómo nos sentimos cuando llega el viernes y no sabemos lo que va a pasar ese fin de semana. Parece hasta impensable. Si lo pensamos, es probable que conectemos con miedo o ansiedad, ¿verdad?
La experta lo relaciona complejidad de gestionar la soledad: tiempo sin estructurar, apatía... el vacío emocional, al fin y al cabo. "Puede que sientas ansiedad, miedo, tristeza... "Porque el miedo al tiempo libre es en realidad miedo a la soledad", afirma.
Miedo al tiempo libre, miedo a la soledad
"Cuando paras, cuando no tienes nada que hacer o te quedas sin ese plan es cuando te encuentras contigo misma. Ahí empiezas a encontrar un malestar, un vacío. ¿Será que antes no lo tenía? Te preguntas. El problema es que ya lo tenías pero no habías conectado con eso porque no te habías dado un espacio", asegura.
Para enfrentarse a esta soledad, Ferrer sostiene que tal vez la asignatura pendiente sea no necesitar obligaciones que te ayuden a tapar lo que te encantaría resolver. Es decir: el mejor antídoto para superar el miedo a la soledad es dejar de esforzarte tanto por evitarla.
Ferrer advierte que el sufrimiento está más en intentar evitar a toda costa la soledad que no en sentirla. "Cuando intentas evitarla a toda costa tomas muy malas decisiones", añade. "Obviamente, te quedas con lo primero que te pase por delante, te apetezca o no".
Y concluye que el peor antídoto contra la soledad es llenarte de 'nada': llenarte de superficialidad, cualquier cosa... la soledad requiere de mucha intimidad y mucho mimo. Y eso, a veces, solo lo pueden aportar unos lazos de unión muy concretos y muy íntimos.
El vacío emocional
¿Por qué hablamos de vacío emocional y qué significa? Charo Botín, psicóloga y psicoterapeuta humanista-integrativa argumenta que el vacío es una experiencia psíquica y psicofísica que experimentamos todos en algún momento de nuestra vida.
En definitiva, es una experiencia naturalmente humana: "Muchas veces pienso en ello como la incongruencia entre lo que necesitamos y lo que somos capaces de recibir, como nutriente, en ese lugar de necesidad".
Para entenderlo, argumenta que ya desde la infancia estamos abiertos a determinados tipos de relación, "digamos de nutrición que viene en la relación". Pero advierte que lo que se da en esa misma muchas veces no es necesariamente algo que nos nutra o necesitemos.
"A lo largo de la vida sucede esto, una y otra vez conectamos con esta sensación. El vacío nos lleva hacia dentro, nos invita a escucharlo y a ver cuál es la necesidad auténtica... aunque muchas veces es una experiencia tan intensa y difícil de sentir que nos tensamos", explica Botín.
De esta manera, nos cuenta que lo que se vuelve a repetir es la no satisfacción, la no conciencia de qué es lo que verdaderamente va en ese lugar: "Esto puede sonar un poco abstracto, pero por poner un ejemplo, imaginémonos que somos bebés y que estamos muy abiertos a recibir en el cuerpo el contacto, el cariño y la sensación de seguridad. Al final, el cuerpo tiene memoria y registra esas sensaciones. Por eso, en la medida en que las relaciones en las que estamos eso no se cubre, habrá un registro distorsionado".
La experta sostiene que el vacío también lo podemos ver como la experiencia de esa falta de atención, de nutrición, en esos lugares en los que naturalmente se quedó la insatisfacción.
Y nos explica que la relación, el poder habitar ese vacío y encontrarse con todo lo lleno que está, es una de las experiencias o los estados que se reconoce como más evolucionados o iluminados. "Esta es la paradoja del vacío, tanto si lo queremos ver en términos psicológicos como espirituales: la completa apertura a esta experiencia nos lleva a la plenitud".
Qué podemos hacer para enfrentarnos al vacío
El primer paso para dejar atrás esa sensación consiste en reconocerla. "Para enfrentarnos a él lo primero que hemos de hacer es reconocer ese vacío, identificarlo", explica María Cuenca, psicóloga humanista.
Quienes lo sufren detectan ese vacío y saben que está ahí, aunque no entienden por qué. Como si se tratase de un agujero negro que se queda ahí instalado y convierte nuestra vida en una jornada que es constantemente gris. El vacío no se llena con cosas, si no con emociones.
El siguiente paso es afrontarlo con amor y sin juicio, acogerlo: "Es una oportunidad para revisar tu vida. Las insatisfacciones que sentimos en nuestro cuerpo son avisos que éste nos manda para revisar ciertos aspectos internos. Una señal de que necesitamos cambiar, y no tiene por qué ser negativo. Es una oportunidad para explorar nuestro camino".
Cuenca sospecha que cuando atravesamos etapas de crisis solemos poner en los demás esa responsabilidad. Como si culpásemos al planeta de todo aquello que nos sucede: "Deja de buscar fuera, mira dentro de ti".
Para concluir, la experta nos invita a recoger todas nuestras emociones y aceptarlas como vienen (las que nos gustan y las que no), pasar tiempo con nosotros mismos y reconfortarnos, abrazando esa temida soledad y dando la bienvenida a todo lo que venga. Bienvenida, soledad.
Vacío
Fotos | Serie 'The Leftovers', Libro 'Vacío', Serie 'Euphoria'