No esperaba yo acabar prendado de otra aventura intergaláctica este año. La ambientación empieza a cansar y las desavenencias con ciertos lanzamientos no invitaban a acercarse a ‘Astroneer’ con demasiado entusiasmo. Craso error, porque el enganche con el juego ha sido brutal y ya estoy deseando echarle el guante a las próximas actualizaciones.
Como tantos otros, este desarrollo indie ha tirado de Acceso Anticipado en Steam y Game Preview en Windows 10 y Xbox One, así que con el dinero ganado seguirán trabajando hasta alcanzar una versión final. Hasta que llegue ese momento es difícil hacerse una idea de si ‘Astroneer’ será o no un éxito, pero bastan un puñado de horas para saber con certeza que no va precisamente falto de potencial.
Si alguno cree ver aquí una mezcla entre ‘Minecraft’ y ‘No Man’s Sky’, no va especialmente desencaminado, pero la diferencia entre dichos juegos y este ‘Astroneer’ es enorme por razones que, precisamente, lo hacen tan especial y divertido como prometedor. Aquellos que acaben interesados por él probablemente se echen atrás cuando sepan que el precio actual es de 20 euros, que tiene contenido para unas 8 horas de juego, y que aún está bastante verde en todas las plataformas disponibles. Pero no lo enterremos todavía.
¿Qué es Astroneer?
Apoyado en la reciente moda de la exploración espacial y el crafteo de recursos, 'Astroneer' empieza colocándonos en un planeta creado de forma procedural en el que tendremos que establecer nuestra base para poder ir explorando los alrededores con mayor profundidad y eficacia.
Empezamos con lo básico y, desde ahí, tocará recorrer la superficie cercana a nuestra base para recoger recursos que nos permitan crear nuevos módulos y poder visitar el resto del planeta. Una base en la que crear vehículos, otra en la que fundir distintos materiales para conseguir nuevos, una de investigación para obtener planos... Lo típico de este tipo de juegos.
Cuando nos cansemos de pasear por la superficie tocará ir un poco más allá, hacia abajo, y es que ahí entra la herramienta clave de este juego, la posibilidad de deformar el terreno no sólo para crear montañas o explanadas en las que expandir la base, también para crear accesos a cuevas donde encontrar nuevos recursos.
Dicha herramienta, que funciona a las mil maravillas, será la que también nos sirva como aparato recolector, así que constantemente hay que estar atento a la energía que necesita el cacharro. Algo similar ocurre con el oxígeno, principalmente cuando estamos lejos de un nódulo de conexión con la base o uno de nuestros vehículos, que también pueden personalizarse con tanques de energía, paneles solares, almacenes de recursos, etc.
Demencialmente adictivo
Aunque hay que reconocer que el juego en su fase actual tiene las patas muy cortas (es fácil que en poco más de un día veamos todos los recursos y expandamos nuestra base al máximo), la forma en la que controla el progreso es todo un acierto. La clave está en cómo el crecimiento marca nuestro ritmo.
Colocándonos objetivos que pueden llevarnos entre 15 y 20 minutos completar, tras ello pronto querremos conseguir otro hito que nos costará más o menos lo mismo, así que siempre acabas teniendo algo interesante que hacer a corto plazo y, con ello, el enganche a sus mecánicas acaba siendo tremendo.
Si contamos que una vez terminada la base podremos crear un módulo espacial que nos lleve a otro planeta para repetir el proceso en un ambiente y atmósfera diferente, el círculo se cierra de forma satisfactoria, pero lamentablemente por ahora todos los planetas cuentan con recursos similares, así que no habrá mucha sensación de progreso en ese sentido hasta que los desarrolladores sigan mejorando el juego.
Lo que sí nos va a funcionar para acabar de redondear esa experiencia es saber que el juego se puede disfrutar con amigos, lo que lo convierte en toda una delicia y deja entrever lo mucho que podría haber mejorado ese juego que tú y yo tenemos en mente de haber abrazado realmente el multijugador.
Astroneer: un juego muy prometedor
Sumadle un apartado artístico alucinante con un estilo visual espectacular que da para algunas instantáneas impresionantes, cambios climáticos y horarios, nada de HUDs ni engorrosos menús (aunque hacerse con el control de todo esto lleva unos minutos al no haber tutoriales), pero sobre todo, que estamos ante un juego en plena alfa al que aún le queda muchísimo por crecer, y entenderéis mi entusiasmo por él.
Ahora sí, después de todo lo relatado, lo de arrojar 20 euros a sus creadores para que sigan trabajando en él probablemente no te suene tan descabellado. Puede que el juego no esté acabado y que no contemos con una fecha concreta de lanzamiento, pero las actualizaciones son constantes y aportan grandes novedades y, aunque los que aún no hayáis pasado por esa situación os resistáis a creerlo, lo de ver crecer un juego desde dentro apoyándose en el feedback de los usuarios es una experiencia 100% recomendable.
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