En estos días de invierno y pandemia en los que toca quedarse más tiempo en casa de lo deseado, la alternativa futbolera de FIFA 21 ha resultado ser un punto de reunión, cuanto menos, interesante. Muchos de los parroquianos habituales de la saga de EA Sports hemos tenido menos problemas para encontrarnos en el online. Y, a la vez, hemos dado la bienvenida a viejos amigos que llevaban años sin tocar el mando de una consola.
Un aspecto que siempre me ha fascinado de las entregas más recientes de FIFA -frente a las alternativas- es su ambición por intentar captar la mayoría de matices del deporte rey. Desde el fervor del coleccionismo y la puja de cartas que todos hemos vivido en el colegio a la intrínseca densidad de su modo Carrera y cómo te invita a zambullirte en ese interminable festival de competiciones y eventos con tu equipo favorito.
Y desde el año pasado, a través del VOLTA Football, FIFA ha recuperado el espíritu del fútbol callejero. ¡Larga vida al fútbol de barrio!
Llegados a este punto merece la pena hacer una aclaración: VOLTA Football no es FIFA Street. La mayor adición de estos dos últimos lanzamientos de FIFA no recupera ni reaviva la experiencia del balompié con tintes de Arcade. Pero su alternativa no está nada mal. Sobre todo, en una entrega que busca ser todavía más social, implementando el cooperativo en sus modalidades estrella.
Confieso que no soy precisamente un prodigio con el mando en FIFA. Nada más lejos de la realidad. En los modos tradicionales, como las diferentes variedades de Partido Rápido, a duras penas consigo defenderme al jugar contra mi hermano, y los dos sabemos que no soy capaz de seguirle el ritmo cuando compartimos camiseta y portería. Sin embargo, en VOLTA Football las cosas son algo diferentes.
El estilo de partidas de VOLTA Football me deja más margen a la improvisación, al riesgo y a experimentar cosas que son fuertemente penalizadas en el resto de modos. Los partidos son muchísimo más rápidos y desbloquear extras es más inmediato. Y eso que en FIFA 20 batí mi propio récord de sobres abiertos en el Ultimate Team. ¿Qué es lo que ha cambiado?
En lo jugable, VOLTA Football ha conseguido que juegue un poquito a diario. Sus estilo de juego es más dinámico y hay más margen para filigranas. A lo que hay que sumar que la estrategia cede mucho terreno a la improvisación y el juego físico.
Y eso se traduce en que al final acabo echando un partido más de lo que tenía previsto para desbloquear una camiseta o unas zapatillas que, te confieso, ni siquiera me voy a poner. No por que las quiera, sino porque siempre hay un compañero de equipo al otro lado del online que me invita a no apagar la consola.
Y, por extensión, que me sienta más cómodo improvisando partidos se traduce en unas estadísticas más igualadas de victorias por cada derrota frente a mi hermano cuando comparto sofá, mis amigos desde la distancia y cualquier rival que me salga al paso al jugar online.
Lo cual no está nada mal, si tenemos en cuenta que VOLTA Football no consigue igualar el impacto que tienen el resto de modos de FIFA. Y no es por que no EA Sports no se haya volcado en llevarte de la mano durante compases iniciales de la experiencia.
El DEBUT, mucho más que un tutorial para VOLTA Football
Al igual que al iniciar el propio FIFA 21, VOLTA Football arranca llevándote a su terreno: te creas un personaje más o menos al gusto sacando a relucir la versatilidad del motor Frostbite y te mete a jugar en una pista pequeña. Aquello poco tiene que ver con los partidos de 11 contra 11.
Sobre el papel podría parecer que apenas hay cambios en lo relativo a la jugabilidad, en la práctica se premia mucho más la agilidad y el riesgo. El espacio es más reducido e inevitablemente las entradas son más bruscas. Por otro lado, las filigranas ya no son para lucirse: hacer virguerías con el balón también es tu mejor arma.
El modo historia que arrancó en FIFA 17 desaparece y da paso a El DEBUT, una escueta trama que, a través de pequeñas escenas cinematográficas, nos desafía a clasificarnos para un evento futbolero en Dubai recorriendo escenarios por todo el mundo. Un pretexto que funciona a la hora de enseñarte lo básico y, en el proceso, te permite fichar a tus primeros cracks.
Sin llegar a ser un trámite (El DEBUT es completamente prescindible para acceder al resto de modos) su duración, de apenas una tarde, logra introducir al recién llegado en la variedad de escenarios, el ritmo y el carácter de estos partidos. Invitándote a subir el listón de dificultad cuando te ves lo suficientemente cómodo al ganar los partidos.
Y es a partir de ahí cuando se abre la caja de Pandora. Esa fuente de horas en la que no me cuesta bañarme, al menos, una vez cada día. Aunque sea un ratito.
El modo batallas destacadas son partidos rápidos y variados. Cada encuentro de la comunidad tiene sus propias reglas, su propia pista y su propio carácter, con lo que se elimina por completo la sensación de rutina. Nosotros elegimos en qué participar y si no nos convencen las opciones podemos reiniciar la selección de encuentros.
¿El objetivo final? Acumular los suficientes puntos hasta acceder a los encuentros destacados, dónde podremos hacernos con equipaciones excepcionales y lo mejor de todo: los rompemoldes.
En VOLTA, tras cada partido podremos reclutar a uno de los jugadores del equipo rival. Deberemos tener en cuenta sus habilidades y la química de nuestro equipo, claro. Sin embargo, poco a poco las estrellas invitadas de FIFA 21 van dejando menos minutos a los que nos vamos encontrando por el camino. Y no es para menos: desde João Félix al legendario Cantoná, pasando por Lewis Hamilton (sí, el piloto de Fórmula 1) o la mismísima Dua Lipa.
Una de las novedades de este año es que tenemos la opción de controlar únicamente a nuestro personaje o al equipo al completo. Y pese a que eso parece una mala idea a priori, a la larga cobra sentido de cara al verdadero motor de este año en lo referente a la experiencia VOLTA: el modo Equipos de VOLTA.
Y es en Equipos de Volta, precisamente, dónde este modo me ha devuelto algo que consideraba perdido: las partidas de fútbol de barrio que dejé en mi adolescencia. Con algún amigo de entonces, claro, y también otros muchos que he ido haciendo hasta el día de hoy.
¡Larga vida al fútbol de barrio!
La idea en torno a Equipos de Volta es sencillísima: podemos jugar por nuestra cuenta o formar equipo con hasta tres amigos. Y, desde ese punto, lanzarnos a competir en eventos y ligas. Escalando posiciones y, en el proceso, desbloqueando recompensas semanales.
El DEBUT no es que sea un tutorial rompedor, pero es un primer paso sensacional para que nuestro grupo de amigos haya dejado de machacar botones y tirarse al suelo a la mínima y, en su lugar, empecemos a tomarnos este loco hobby online más o menos en serio. O, por lo menos, con cierta disciplina deportiva.
Y, en el proceso, entre partida y partida, nos ponemos al día de nuestra vida. Riéndonos de viejas anécdotas y de nuestro día a día. Encadenando en el proceso un partido con el siguiente.
El modo VOLTA no es rompedor ni transgresor. No ambiciona ser un juego diferente dentro de otro juego. Pero tiene algo que parecía que no iba a encontrar en un videojuego: la capacidad de reunir a los de siempre con un objetivo común. Con partidas lo suficientemente rápidas como para que la siguiente siempre acabe siendo la penúltima antes de despedirnos.
Quizás es algo que me pasa a mí, pero dejar aparcadas las mecánicas y las estrategias de los partidos tradicionales, los de grandes estados y equipos de 11 jugadores, en favor de hacer un poquito más el cabra o intentar algo más atrevido de lo normal, me parece más divertido. Especialmente con amigos.
Sobre todo, cuando las cosas salen bien y lo celebramos entre todos dando gritos hasta el siguiente saque. Con un avatar que se podrá parecer más o menos a ti, pero que te representa en el juego. Que celebra los goles marcados junto a los personajes de tus amigos.
Porque si VOLTA Football se ha convertido en mi obsesión diaria no es por que sea especialmente adictivo, o por el modo en el que me tiene desbloqueando ropa y estrellas de fútbol o de la canción. Sino porque, en estos días de este año tan peculiar, me paso el resto de horas deseando volver a la cancha de barrio con mi hermano y mis amigos de siempre.
Un sentimiento que parecía haber perdido y que ha reaparecido del modo más inesperado.
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