Wii Music, el juego que convirtió los mandos mágicos de Nintendo en instrumentos muy poco afinados

Wii Music, el juego que convirtió los mandos mágicos de Nintendo en instrumentos muy poco afinados

Un tropiezo para Wii con instrumentos desafinados y buenas ideas

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Wii Music

Ningún videojuego supo entender tan bien las posibilidades de la revolucionaria Wii como Wii Music: convertir tus gestos en música es de locos. Y, pese a ello, pocos juegos de la Gran N tropezaron tanto en sus propósitos y ambiciones. En honor a la verdad, aquellas ideas tan valientes patinaban en algo esencial: en lugar de consagrar la fantasía de que cualquiera pudiese ser un virtuoso de la música, al menos como ocurría en los exitosos Guitar Hero, nos topamos con que en cada sesión desaparece el encanto y solo nos queda la sensación de tocar instrumentos de juguete. Algo que tiene doble delito cuando técnicamente no hay instrumentos más allá de nuestro wiimote y, además, las notas de las canciones principales están totalmente prefijadas.

El concepto de Wii Music era valiente, que conste. Lanzado en una época en la que las guitarras de Harmonix se vendían como pan caliente, su premisa se resumía en combinar dos conceptos: interpretar más de 50 canciones diferentes convirtiendo el mando wiimote, el nunchuk y hasta la tabla Balance Board de Wii Fit en más de 60 instrumentos. Bueno, y nuestros avatares Mii. Y no solo eso ya que con amigos y más accesorios podíamos hacer una verdadera orquesta o intercambiar temas propios por internet. Siendo esto último algo inusual en consolas si partimos de que estamos en el año 2008.

La otra realidad es que, como juego, Wii Music acaba siendo demasiado simple en lo básico y demasiado complicado en lo técnico. Y eso lo puso en tierra de nadie: pese a contar con temazos musicales, no tenías ni la sensación de ser una súper-estrella del Rock que te daban otros juegos, ni tampoco de crear música con unos sensores de movimientos que eran prácticamente mágicos para la época, pero  estaban lejos de ofrecer la precisión de unos instrumentos de verdad.

De hecho, la idea de Wii Music y la propia iniciativa de Nintendo se entiende mejor si las ponemos en contexto: su presentación, con Shigeru Miyamoto como maestro de ceremonias, se produjo en el  Tokyo Game Show de 2005 más o menos un año antes del lanzamiento de la propia Wii. ¿Era posible crear música con aquel cacharro tan raro que parecía un cruce entre un mando de la tele y una varita mágica? Como luego se sabrá, la respuesta es que sí, pero para sorpresa de nadie los wiimotes y esos sensores que había que poner junto a la tele no tardaron en mostrar sus propios límites. Al menos, a la hora de hacerse pasar por instrumentos.

Aquella puesta en escena de 2005 no solo era para presentar un juego, sino una demostración de lo que podía hacerse con Wii y unos controles por movimiento que ni PlayStation ni Xbox se tomaron inicialmente en serio y acabaron siendo decisivos para el éxito de Wii y la apertura de nuevas maneras de interactuar con los videojuegos. No solo derivando en ventas sino millonarias, sino atrayendo a esa clase de personas que no solían jugar pero que les atraía la loca idea de tener su propia bolera en casa o su propio Mini-Golf con Wii Sports. Entonces, ¿Wii Music es un buen juego... o no tanto?

Wii Music: lo mejor y lo peor de la Touch! Generations de Nintendo

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La manera rápida de entender cómo se juega, si es que se puede considerar jugar, y lo que no funcionó de la iniciativa pasa por hacer una analogía: Wii Music es a la música lo que Wii Sports al deporte. En ambos juegos usas un personaje creado por ti para que, mediante gestos más intensos o no tan pronunciados, se reproduzcan reacciones en pantalla que expanden la experiencia. De hecho, en uno no se te pide que seas un experto en Boxeo y en otro pasa lo mismo con la guitarra.

La diferencia, sin embargo, es que al jugar al Tenis o al Baseball con el wiimote compites y se disimula la precisión a base de reflejos; mientras que cuando intentas tocar el piano o la trompeta se te piden cualidades diferentes que no resultan ni tan entretenidas, ni tan sorprendentes. De hecho, a veces da la impresión de que estás ante la evolución de una pianola y, pese a que le puedes añadir tus propios ritmos y tonos -algo que Wii Music promueve constantemente- el resultado final rara vez logra ser satisfactorio en solitario y es un caos en compañía. Y eso lo empaña todo.

Nintendo no es una compañía que hace las cosas de cualquier manera y antes de ponernos sobre un escenario a tocar una pieza de Beethoven o el tema de Super Mario Bros. nos hace pasar tutoriales con los que familiarizarnos con las posibilidades del mando. Y pese a que hay un total de 65 instrumentos, a la hora de la verdad se dividen en grupos muy específicos (instrumentos de tipo piano, de tipo guitarra, de tipo trompeta, tipo flauta, tipo violín, tipo percusión y otros tipos) que definen la forma en que se tienen que tocar a través de gestos. O, más bien, con la que pretendes que estás tocando.

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Y pese a que está la opción de improvisar, así como otras experiencias y minijuegos, lograr que lo que haces con el wiimote y el nunchuck suene bien toqueteando los pocos botones de los mandos para darles efectos requiere un esfuerzo que lastra la iniciativa de cara a los jugadores que se hicieron con una Wii para divertirse sin complicaciones. Demoliendo por completo el resultado desde el otro extremo del puente al reducir la experiencia más casual a gestos simples. Muy simples. Y eso que desde el juego se nos da la opción de grabar el resultado con arreglos propios, añadirle una portada creada sobre la marcha y compartirlo a través de WiiConect24 a lo Mario Maker. Recordemos una vez más, es el año 2008 y las funciones online de Nintendo eran gratuitas.

A partir de aquí nos empezamos a topar con decisiones que afectan directamente a nuestra predisposición hacia el juego. Como otros videojuegos de ritmo, no tenemos acceso a todos los contenidos desde el principio, de modo que toca desbloquear canciones e instrumentos, así como escenarios; y eso nos obliga a superar clases o pasar por determinados minijuegos. Por ejemplo, para desbloquear el arpa hay que tocar la canción de The Legend of Zelda en el modo Mii Director, y para obtener este último hay que interpretar antes la canción del Himno de la alegría en ese mismo modo.

Como resultado, Wii Music te acaba haciendo sentir casi como cuando tocas instrumentos de juguete sin la pretensión de lograr un buen sonido o sentirte un virtuoso. Y pese a que hay buenas ideas por aquí y por allá, la ejecución de las mismas en un tiempo en el que los videojuegos de ritmo estaban en lo más alto terminó por sentenciar la iniciativa tanto en lo que respecta a su acogida como en ventas. Siendo uno de los contados fracasos de aquella revolución llamada Touch! Generations de Nintendo. Pero, ¿de dónde salió la idea?

La revolucionaria tecnología de Wii puesta en manos de músicos nintenderos

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Si tienes una consola de Nintendo muy probablemente habrás escuchado al menos un tema compuesto por Kazumi Totaka, cuyo legado abarca juegos como Super Mario Land 2, la saga Pikmin o Animal Crossing: New Horizons. Y si eres muy, muy fan de la Gran N con toda probabilidad habrás desbloqueado la icónica canción de Totaka escondida en la mayoría de sus juegos. Wii Music no solo fue su mayor proyecto, sino también su debut como director de videojuegos.

El juego no lo hizo solo Totaka, ya que fue respaldado por otros pesos pesados de la casa, incluyendo un Shigeru Miyamoto que además de tener una confesa afición por la música, hizo de productor viendo cómo el concepto de convertir el mando de Wii en diferentes tipos de instrumentos podía ser algo divertido, original y para todo el mundo. En esencia, tres de los pilares que sostuvieron el éxito de Wii.

"Cuando se nos ocurrió el concepto de la Wii por primera vez, queríamos que Wii fuera una consola con la que todos los de la casa se identificaran, por lo que en cuestión de software necesitábamos tener varias temáticas clave disponibles para que la gente pudiera jugar: deportes, salud y fitness, y música. Ese fue el origen a la hora de crear Wii Music.
Nuestros experimentos iniciales consistieron en encontrar formas de usar el mando de Wii y el nunchuk para tocar diferentes instrumentos, y luego experimentamos con el wiimote como varita para dirigir una orquesta. Descubrimos que ambos produjeron una experiencia divertida.
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Sin embargo, y pese a que la manera de emplear los instrumentos en Wii Music no lograba irradiar las mismas sensaciones que otros juegos de ritmo contemporáneos, la verdadera gran iniciativa siempre fue un paso por delante de lo que había entonces: no solo interpretabas música, sino que también podías componer junto con amigos intercambiando piezas y arreglos por internet.

He sido músico durante los últimos 30 años y a menudo he pensado en cuál es la parte más divertida de tocar e interpretar música. Así que trabajamos muy duro para tomar esa experiencia y el placer de crear música y llevarlo a Wii Music."

Sobra decir que Wii Music no igualó ni la acogida de Wii Sports (el juego de deportes) o Wii Fit (el de salud y fitness), y mucho menos obtuvo el mismo calado de ambos. Sin embargo, antes de ponerle la pegatina de fracaso comercial, algo reconocido por el propio Miyamoto, conviene tener presente que se vendieron más de dos millones y medio de copias. Nada mal para ser un pinchazo.

Wii Music, un "fracaso comercial" que también tuvo buenas ideas

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Además de los modos principales, Wii Music ofrece tres juegos (Mii director, Sinfonía de campanas y Tono perfecto) que añaden ese extra de variedad a la experiencia y, en cierto modo, puede estimular ligeramente a que los pequeños de la casa comprendan las bases de la música. No obstante, Nintendo prometió y promocionó la experiencia como el próximo Wii Sports mostrando a familias pasándolo en grande tocando en grupo delante de la tele y poniendo a la venta mil cacharros para simular los instrumentos. La otra realidad es que el resultado no fue el mismo que el juego de deportes porque la naturaleza de ambos juegos era muy diferente.

Vaya por delante que en Wii Music hay una amplia cantidad de temas a desbloquear, muchos de dominio público y otros de la casa que le daban un carácter especial. Sin embargo, su mayor logro fue aportar elementos que lo hacían diferente de otras propuestas de ritmo de entonces que se, en esencia, basaban en replicar ritmos y penalizar nuestros fallos. Aquí se fomenta que nos arrancásemos de vez en cuando. Que le demos algo propio a cada canción.

Dicho esto, y pese a que la precisión del wiimote jugaba en contra de la iniciativa y su verdadero potencial para los jugadores (como pasaba con el Power Glove), también merece la pena tener en cuenta que el hecho de apostar por notas prefijadas condicionó enormemente la experiencia de juego, pero también abría nuevas posibilidades:

"Cada canción en Wii Music se compone de seis partes diferentes, y puedes establecer cada parte individualmente, interpretar esa parte tú mismo y colocar tu interpretación de la siguiente parte encima de lo que grabaste. Por ejemplo, tocar la batería, superponer la batería sobre el bajo y añadir una capa más de armonía.
Puedes crear una versión propia de la misma canción en la que está trabajando tu amigo, y cada una puede sonar muy diferente, dependiendo de los instrumentos y patrones de arreglo. Además, luego es posible compartir ambas y compararlas... y pueden volver a editarlo y superponerlo a las actuaciones de cada uno. En ese sentido, tener dos o más personas colaborando juntas."
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La historia de las consolas de Nintendo está llena de grandes ideas que se adelantaron al resto y acabaron sentando cátedra, pero también de sonados tropiezos tanto en hardware como en lo que respecta a propuestas de juego que no terminaron de encontrarse a sí mismas ni conectar con los jugadores. Y pese a que hasta el propio Miyamoto consideró Wii Music un fracaso en ventas, conviene recordar que aquella propuesta musical logró vender 2,65 millones de copias en marzo de 2009. Cifras que ya quisiera más de una producción actual.

Como videojuego musical o encasillado dentro de los estándares de los juegos de ritmo, Wii Music no logró los objetivos deseados. Lo que trató de hacer era diferente y atrevido, pero sus instrumentos no estaban lo suficientemente afinados. Sin embargo, es innegable que, pese a su recepción y sus tropiezos, pertenece a ese tipo de experiencias que muestran a la Nintendo más inquieta y que, como Nintendo Labo o Estudio de videojuegos, tratan de incentivar a la parte creativa de los jugadores sin importar su edad.

Como esos juegos, Wii Music quiso romper las tradicionales barreras de los videojuegos combinando tecnología y ideas nuevas. Y pese a que con el hardware de hoy habría salido algo diferente y mejor, no se puede negar que también tenía algo especial: ese ingrediente secreto e inexplicable al que llamamos magia nintendera.

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