Cuando era pequeño usaba la misma contraseña para todo. Eran tiempos más sencillos, uno era inocente y la seguridad informática no era algo que le preocupase en exceso. Total, mi uso del ordenador se resumía en mirar Tuenti, usar el chat de Terra, echarme una partida al buscaminas de Messenger y escribir "xD", "jaja ya vs" y "k t cntas?". Vamos, que para tres cuentas que tenía no me iba a calentar la cabeza: la misma contraseña para todo y listo.
Las cosas, sin embargo, han cambiado demasiado. Actualmente tengo cuenta en más de 150 servicios quitando a los que accedo usando la cuenta de Google, y usar la misma contraseña para todo supone un riesgo demasiado alto. Pillada en un sitio, pillada en todas, y ahí sí que se puede liar la más grande.
Hubo un día, hace ya unos cuantos años, que me topé casi sin querer con los gestores de contraseñas, en concreto con LastPass. ¿Me estás diciendo que existe un servicio que aloja mis contraseñas bajo una contraseña maestra y cifrado, que tiene función de autocompletado y que además es capaz de generar contraseñas seguras automáticamente? Ni pregunté: lo instalé directamente y dediqué toda una tarde a volcar (y cambiar) mis credenciales. Desde entonces no puedo vivir sin él, literalmente.
Cuando no te sabes tus propias contraseñas
Los gestores de contraseñas tienen muchas funciones, pero mis dos favoritas son el generador de contraseñas y el sistema de autocompletado. Si estoy creando una cuenta en un servicio que pretendo volver a usar (en caso contrario uso una cuenta temporal de 10 minutos y ancha es Castilla) introduzco mi correo y genero la contraseña con el software. Cada contraseña tiene una longitud diferente, mayúsculas, minúsculas, símbolos y números. Creo la cuenta, LastPass guarda el usuario y la contraseña en la bóveda y listo.
Si dentro de dos semanas necesito volver a acceder, con la extensión para navegador puedo usar la función de autocompletado que se encarga de introducir el correo y la contraseña por mí. Es, en pocas palabras, demasiado cómodo, porque no solo funciona en el PC, sino que también se puede usar en Android y en iOS, por lo que para alguien como yo que cambia de móvil por trabajo muy a menudo es, sencillamente, pura fantasía.
El tema es que me acostumbre muy rápido a esta sencillez. Llegó un punto en el que creaba la cuenta, generaba la contraseña y, cuando quería darme cuenta, no sabía qué contraseña había puesto. Y veréis, una contraseña como "paquito-85-martinez" la recuerdas fácil, pero algo tipo ""$uGh?G57_5gK!"... no. Pues tanto es así que el gestor de contraseñas ha conseguido que no me sepa casi ninguna contraseña. Me sé las tres o cuatro más importantes, las que más uso, y la contraseña maestra del gestor, pero poco más.
De hecho, actualmente diría que mi contraseña para todos los servicios que uso desde el móvil es mi huella dactilar o mi cara, según el tipo de smartphone que tenga. Al menos en el gestor que yo uso puedes bloquear el acceso mediante biometría, por lo que solamente hay que bajar una app, digamos Twitter, decirle al gestor que rellene automáticamente las credenciales, verificar la huella o la cara y dejar que la herramienta haga su magia. O sea, el día que descubrí esto fue como pasar de la Edad de Piedra al Siglo XXI en 10 minutos, os lo juro.
El gestor de contraseñas es lo primero que instalo en cualquier móvil, tablet u ordenador que pasa por mis manos y se ha convertido en una herramienta imprescindible. Para mí, el gestor de contraseñas es como el dedo meñique del pie: no lo echas de menos hasta que te lo quitan.
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