'Patria': el primer gran desembarco de HBO España en la ficción se produce con una visión poliédrica y dura del conflicto vasco

'Patria': el primer gran desembarco de HBO España en la ficción se produce con una visión poliédrica y dura del conflicto vasco
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Como un reflejo coherentemente adaptado de la HBO norteamericana, la primera gran producción de la plataforma en su versión española (ha habido otras previas, como 'Por H o por B', pero palidecen en cuanto al despliegue de medios que está exhibiendo 'Patria') es fiel a las señas de identidad del canal original. Es decir, grandes temas en envoltorios apropiadamente aparatosos y solemnes. Y en España, ningún tema es más solemne que ETA y las víctimas del terrorismo.

La experiencia y los años han permitido a HBO encadenar series como 'Watchmen', 'Westworld' o 'Territorio Lovecraft', que parten de temas tan de "baja cultura" como los superhéroes, la rebelión de las máquinas o los mitos de Cthulhu, pero que mantienen el sello distintivo de HBO: pulcritud técnica, espectáculo visual de primer orden, enfoque serio y que se noten los medios. En España aún estamos lejos de hacer un 'Los bingueros' al estilo HBO, pero su primera elección concuerda perfectamente con el paradigma de las series de la casa.

La elección del best-seller de Fernando Aramburu para afrontar esta adaptación, pues, encajaba perfectamente con este modelo, y lo cierto es que en ese sentido 'Patria' cumple las espectativas. 'Patria' está posicionada políticamente, como no podía ser de otro modo con un tema como este -como lo está la novela-, pero se esfuerza en retratar a gente golpeada en ambos lados por el conflicto. En ese sentido, la relación central de la serie, la más compleja y satisfactoria (en especial por el extraordinario trabajo interpretativo) es también el símbolo del mensaje de 'Patria' y las vidas desde las que se ramifican todas las demás.

'Patria' cuenta muchas historias, pero la primordial es la de la amistad de Bittori (Elena Irureta) y Miren (Ane Gabarain), cuya relación se tuerce cuando el empresario Txato, marido de la primera, es asesinado en la puerta de su casa. El hecho de que el hijo de Miren pertenezca a ETA y que ésta se esfuerce en justificar las acciones de la banda terrorista lleva al distanciamiento de ambas familias en un momento y lugar, además, especialmente complicado y conflictivo. Años después, cuando ETA anuncia el fin de la tregua, Bittori vuelve al pueblo para reencontrarse con la vida anterior al asesinato.

Un enfoque melodramático

'Patria' es una de esas series que, como el libro, está blindada a las malas opiniones: el tema que toca es tan trágico, y los efectos de la violencia en el País Vasco impactaron tanto a toda España, que se puede hablar de ella sin hacer referencia a sus valores como serie de ficción (un elemento que no hay que olvidar, se basa en hechos reales pero la historia que cuenta no la protagonizan personajes auténticos). Es una de esas series cuyo tema permite hablar de moral, política y sociedad sin entrar en sus valores narrativos.

Por eso HBO está patrocinándola con podcasts en la que hablan expertos sobre el conflicto, por eso el autor de la novela en la que se basa, Fernando Aramburu, está inusualmente colocado en primer plano de la promoción, y por eso la competencia de HBO está desempolvando catálogos de películas sobre ETA. De 'Patria' se puede hablar, y seguiremos hablando mucho después del estreno de estos dos primeros capítulos y de la llegada del resto con cadencia semanal, porque todos tenemos una opinión sobre ETA.

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Ese efecto es, como no podía ser de otro modo, muy positivo, pero no debería impedirnos apreciar un par de temas. Primero, 'Patria' no es la primera (ni será la última) producción que habla sobre ETA, ni la primera que lo hace con libertad. Ya en 1979 'Operación Ogro' recreaba con una mezcla de extraño thriller y tono documental la muerte de Carrero Blanco. En 1994, la durísima 'Días contados' arrasaba con 8 Goyas y se convertía en un éxito de taquilla. Y las películas de Borja Cobeaga (y su paso por ese tesoro del humor que es 'Vaya semanita') llevan años demostrando que se puede hablar sanamente y sin tapujos de los intríngulis más caricaturescos del conflicto.

Es injusto para con todos estos precedentes brindarle a 'Patria' el privilegio de la novedad. Es una estimable serie sobre el conflicto, pero no la primera... ni la mejor. Aunque la serie de Aitor Gabilondo brilla en aspectos como el trabajo de ambientación, que refleja la asfixiante situación de opresión sin palabras y de tensión contenida que se vivía en el día a día del País Vasco, a veces peca de excesivamente melodramática, y comparte con la novela una narrativa por momentos algo ramplona, donde brilla especialmente el buen oído de Aramburu para el habla cotidiana.

Las metáforas se van acumulando en la historia, a veces superponiéndose: la maceta con la flor cuando Bittori vuelve al pueblo, el ictus como paralelismo con la violencia armada, todo el tramo final... Y aunque en unas ocasiones la cosa está mejor resuelta que en otras (la idea de arrancar la serie con Bittori hablando con su difunto marido no es especialmente original, pero está bien resuelta y se beneficia una vez más de la extraordinaria interpretación de Irureta), la sensación es de que, narrativamente, 'Patria' peca de cierta superficialidad y de haber optado por la vía más sencilla de llegar al corazón del espectador.

No es un problema grave porque el enfoque difícil o inaccesible no tiene por qué ser el mejor, y menos en un tema como este. 'Patria' opta por el punto de vista conciliador ("aquí todo el mundo ha sufrido", desarrollado con más valentía en el documental 'ETA, el final del silencio'), y encuentra sus mejores momentos en los detalles del día a día, especialmente valiosos para quienes no los vivimos en la época: cómo la cotidianeidad se iba retorciendo bajo el paraguas de la violencia, que solo se hacía explícita en contados momentos. 'Patria' queda así quizás no como la obra definitiva sobre las acciones de ETA, pero quizás sí una especialmente apropiada para este momento histórico, perfecta para seguir ahondando en el conflicto.

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