La dedicación que exige una carrera universitaria no siempre coincide con los tiempos y demandas del mercado. El caso de la carrera de informática es un claro ejemplo. Es grande el porcentaje de alumnos que decide abandonar sus estudios frente al amplio y tentador repertorio de ofertas que se les presenta, incluso antes de llegar a la mitad de su carrera.
Daniel Bautista tiene 28 años y es programador. Hace casi diez años empezó la carrera de grado de Ingeniería en la Universidad Autónoma de Barcelona, pero dos años más tarde la abandonó. “Estudiar por la vía oficial del sistema no ha sido nunca mi punto fuerte”, explica Bautista, y agrega: “Además, necesitaba dinero, porque mi familia no podía seguir pagando una carrera de 2500 euros al año”. Él trabajó durante un tiempo como vendedor en una tienda de electrodomésticos, después en otra de ropa pero, mientras estaba en el segundo año de la carrera, le llegó su primer oferta para un puesto junior como programador.
“En ese momento pensé que, si mi objetivo era trabajar como programador y me estaban ofreciendo ese trabajo, ¿Para qué iba a perder el tiempo”, dice Bautista, aunque en verdad intentó darle una última oportunidad a la carrera antes de abandonarla por completo. “Cuando empecé a trabajar como programador quería seguir estudiando para conseguir el título y poder escalar laboralmente. Intenté combinar la jornada completa de trabajo con la carrera online, pero era demasiado demandante, con entregas obligatorias cada semana”.
Daniel Bautista no era el único que tomaba esta decisión en ese momento. Según los datos del Sistema Integrado de Información Universitaria (SIIU), en el 2011-2012 la tasa de abandono en la carrera de informática era del 51,67%. Casi una década más tarde, las cifras recogidas por el Informe U-Ranking de la Fundación BBVA de 2019, no describen un panorama muy distinto: con un porcentaje del 42,9%, del cual un 16,9% representaba un cambio de carrera, la tasa de abandono de la carrera de Informática sigue siendo una de las más altas en España. Pero ¿por qué una de las carreras con más presente y futuro en el mercado laboral es todavía hoy una de las más abandonadas por los estudiantes?
De la falta de interés al exceso de propuestas
Si antes la alta tasa de abandono en la carrera de informática se explicaba por el desfase de expectativas, la falta de motivación o el desinterés, hoy en día la explicación de por qué muchos estudiantes deciden no acabar sus estudios está en la cantidad de ofertas que reciben antes de terminar la carrera.
“En 2009-2010 la carrera de informática no tenía el mismo prestigio que hoy. Muchos estudiantes acababan siguiendo la carrera pero sin mucha motivación, y con notas de corte bastante bajas. Eso propiciaba a que los dos primeros años se desmotivaran y abandonaran”, dice Silvia Terrasa directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad Politècnica de València.
Sin embargo, explica que la mejora progresiva de la tasa de abandono -en la UPV pasó de ser del 21% en 2015-2016 a alcanzar el 11,54 % en 2018-2019- se explica por el hecho de que “El interés de la carrera ha aumentado y con ello ha disminuido la tasa de abandono”. Alberto Garrido, Vicerrector de Calidad y Eficiencia de la Universidad Politécnica de Madrid, también indica que en su universidad la tasa se ha estabilizado y que las titulaciones de informática que se imparten tienen sus cupos llenos.
Los datos de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) revelan también una reducción del porcentaje de abandono: Mientras que en 2014-15 la tasa era del 54,6%, en 2019 era de un 35,9%. Josep Fernández Ruzafa, decano de la Facultad de Informática de Barcelona de la UPC, también asegura que “La demanda ha subido y es uno de los estudios que está teniendo más atractivo. Ofrecemos 400 plazas y tenemos alrededor de 600 de demanda como primera opción. Además, llegan alumnos con una mejor nota, de una media del 9,25, lo que nos da una pauta de perfiles más responsables”.
Sin embargo, aún después de haber ganado prestigio y de ser una de las carreras con más empleabilidad, todavía un gran cantidad de estudiantes decide abandonarla.
“Parte del abandono que tenemos actualmente no es porque no les interese la carrera sino porque se puede trabajar antes de acabar”, asegura Silvia Terrasa. Según observa, son muchos los estudiantes que empiezan a trabajar antes de terminar el trabajo final de grado, que es lo último que les queda para acabar el título. “Alargan mucho el período antes de entregarlo, con lo cual parece que estén desvinculados pero realmente no es eso, es que están trabajando”, dice.
Hay una altísima empleabilidad, muchos puestos que no se cubren
“Hay una altísima empleabilidad, muchos puestos que no se cubren. El sector empresarial demanda informáticos de a montones. Muchos estudiantes empiezan a trabajar en tercero o cuarto año. No se dan cuenta que el trabajo final requiere una concentración, una disciplina académica, y muchos tardan en entregar”, confirma el Vicerrector de Calidad y Eficiencia de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
El decano de la Facultad de Informática de Barcelona de la UPC coincide: “Hay un porcentaje de estudiantes que consigue trabajo y éste los absorbe, y entonces dejan de matricularse o dejan pendiente el trabajo de final de grado, que es una actividad que requiere bastante dedicación”.
Una oferta demasiado tentadora
Para Daniel Bautista, su primer trabajo como programador fue como una puerta que se abrió para no cerrarse más. “Una vez que tienes tu primer trabajo, después de los seis meses de experiencia ya empiezas a recibir cada semana nuevas ofertas, sobre todo si te mueves por ciudades muy céntricas, como Barcelona o Madrid, hay muchas ofertas. También para trabajos en el extranjero. Cualquier programador con un perfil en LinkedIn tendrá ofertas cada semana”, dice Bautista.
Las universidades no alcanzan a formar la cantidad de profesionales que demanda el mercado. “La oferta laboral es espectacular”, confirma Silvia Terrasa, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universitat Politècnica de València (UPV) y agrega: “Nos han dicho que si formáramos el triple de ingenieros informáticos, se colocarían el triple. Las universidades no damos a basto en generar la cantidad de profesionales de la informática que se necesita”.
Si formáramos el triple de ingenieros informáticos, se colocarían el triple
Hay un abanico de muchas ofertas y son demasiado buenas como para poder decirles que no, aunque eso implique renunciar a los estudios. “Es una tentación muy grande. Hay mucha demanda y los trabajos están muy bien pagos. Si te dan a elegir entre estar cuatro años haciendo una carrera para después trabajar o empezar antes a ganar dinero y hacer un estudio intensivo, creo que es normal optar por la segunda”, explica Daniel Bautista.
“Son trabajos bien pagos, incluso para informáticos que no han terminado la carrera, ven que pueden cobrar un salario digno y crecer en las empresas, gracias a su capacidad de aprendizaje”, dice Alberto Garrido, Vicerrector de Calidad y Eficiencia de la Universidad Politécnica de Madrid, y sintetiza: “Ven que no necesitan terminar su trabajo y titularse para desempeñar su trabajo, porque ya han llegado a un nivel que les permite progresar y aprender. Cuando ya se dan cuenta, ya han asumido una cierta responsabilidad y dedicación al trabajo y no pueden sacar horas para acabar. Entonces no acaban o acaban tarde”.
La exigencia de una actualización constante
Daniel Bautista cuenta que el estudio nunca fue lo suyo y que, aunque le gustara la informática, el sistema universitario le resultaba difícil. Descubrió que para él era más fácil el aprendizaje fuera del aula y dentro del ordenador, donde se fue perfeccionando en su oficio de forma autodidacta con ayuda de varios cursos de universidades online.
“Hay distintos tipos de perfiles, yo soy muy inquieto. En mi tiempo libre me la paso programando. Las empresas buscan este tipo de gente, porque programar no es difícil, entonces lo que buscan en gente que esté muy motivada y eso no siempre te lo va a dar un título”, apunta Bautista, aunque aclara: “Tampoco aliento a que la gente no estudie. Tengo muchos amigos que han acabado la carrera y que están contentos con ello. Simplemente no se ajustaba a mí”.
El bootcamp aparece como una opción ante el desfase que hay entre los contenidos que piden las universidades y lo que pide el mercado
Según explica a Xataka, muchos de sus compañeros de carrera siguieron su mismo camino. “He tenido compañeros, incluso en puestos de trabajo más altos que yo, que dejaron su carrera a medias o que se cambiaron a otra y aprendieron a programar por su cuenta. Ahora están de moda los bootcamps intensivos para aquellos que vienen de otras carreras”, explica.
Los bootcamps a los que se refiere son cursos de programación intensivos focalizados en la parte práctica, de entre 9 y 12 semanas, que no requieren de titulación académica previa. Algunos de los bootcamps más conocidos en España son los de Ironhack, Le Wagon, Ubiqum y Neoland.
“Cada vez es más fácil aprender todo lo que se hace la carrera de forma autodidacta. Para alguien que ya hizo dos años, puede ver que es capaz de aprender lo que le falta solo y entrar al mercado antes”, explica Adrià Baqués, General Manager de Ironhack. Sin embargo, aclara que el bootcamp suele verse como algo complementario y no como un reemplazo a la carrera. “No tengo mucho constancia de gente que deje la carrera para hacer un bootcamp. Es más bien algo complementario a hacer antes o después de acabarla. Pero, al final, aparece como una opción ante el desfase que hay entre los contenidos que piden las universidades y lo que pide el mercado”.
Para él, lo que hace destacar a los bootcamps es que están alineados con las demandas de un sector en permanente cambio. “Las carreras no han evolucionado mucho en los últimos años, mientras que el sector de la tecnología va progresando constantemente y requiere de una actualización constante. Tienen unos currículums muy estáticos, no evolucionan al mismo nivel que requieren las empresas. Por el contrario, los nuestros son muy cambiantes y los adaptamos a lo que pide el mercado, lo que se ve reflejado en nuestra ratio de empleabilidad del 85%. Además, las carreras son muy generales, mientras que los bootcamps están muy focalizados para alguien que quiere ser programador”, asegura.
Las carreras no han evolucionado mucho en los últimos años, mientras que el sector de la tecnología va progresando constantemente y requiere de una actualización constante
Silvia Terrasa, directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universitat Politècnica de València (UPV), asegura que “Sería imposible darles lo último de lo último porque no tiene sentido. La tecnología hoy es una, pero dentro de tres años puede cambiar completamente. Lo que intentamos es dar una base generalista bastante sólida. Les damos los cimientos para que puedan incorporar a partir de ahí todo lo que les haga falta”, y agrega: “Lo que formamos no son programadores básicos, sino ingenieros todo terreno capaces de adaptarse a cualquier situación”.
Por su parte, Daniel Bautista asegura que: “Los contenidos son funcionales. La carrera en sí tiene mucha práctica. El primer año es muy teórico pero el segundo ya tiene mucho más que ver con el trabajo. No tengo mucho para decir contra el programa”, asegura, y agrega: “No te pueden enseñar lo más nuevo, el último framework para hacer paginas web, porque se creó hace sólo tres años. Ellos te dan una base, para que a partir de ella puedas utilizar después cualquier lenguaje”.
La diferencia entre un albañil y un arquitecto
“Está perfecto que hayan academias para personas que quieran aprender a programar, sobre todo si hay mucha demanda”, dice Josep Fernández Ruzafa, decano de la Facultad de Informática de Barcelona de la UPC, pero aclara que “No hay que confundir una cosa con la otra. Al igual que está muy clara la diferencia entre un albañil y un arquitecto, en este caso el programador es el que construye el producto y el ingeniero en informática es quien tiene los conocimientos para realizar todo el ciclo de creación de un producto o servicio informático, desde su concepción, especificación, desarrollo, testeo, validación tecnico-legal, desplego, mantenimiento, etc”.
El programador es el que construye el producto y el ingeniero en informática es quien tiene los conocimientos para realizar todo el ciclo de creación de un producto o servicio informático
Aunque aclara que “tener un título es cada vez menos una limitación, porque la mayoría de las empresas no lo pide”, el General Manager de Ironhack Adrià Baqués coincide en este punto: “Mientras que una persona que hace un bootcamp puede entrar más rápido al mercado laboral porque ha estudiado lo que el mercado laboral pide, una persona que hace una carrera puede llegar más alto”.
En este sentido, Baqués explica que: “Mientras que el bootcamp está muy enfocado a desarrollar páginas web, la carrera, aparte de ciertos lenguajes de programación, te da herramientas para ser ingeniero. Si alguien que fue a un bootcamp quiere llegar a ser software engineer, también puede lograrlo, pero tiene que estudiar mientras trabaja”.
Es posible que en algún momento de su carrera profesional se tope con alguna limitación u obstáculo que le impida avanzar por no haber completado sus estudios
Para el Vicerrector de Calidad y Eficiencia de la UPM, es importante que los estudiantes no se dejen guiar por la inmediatez. “Aunque un estudiante pueda progresar, es posible que en algún momento de su carrera profesional se tope con alguna limitación u obstáculo que le impida avanzar por no haber completado sus estudios. Creo que el alumno debe tener la suficiente paciencia y visión a largo plazo. Pensar en que su carrera puede durar unos 40 años. Un trabajo final puede llevar un par de meses como mucho”.
“Entendemos que es una opción de vida que eligen, donde priorizan el ingreso. Pero, en caso de que se lo puedan permitir, acabar los estudios posiblemente les permita optar a puestos de trabajo y salarios más atractivos”, dice Josep Fernández Ruzafa, decano de la Facultad de Informática de Barcelona de la UPC, y agrega que “Es normal que a su edad quieran buscar una independencia económica, pero priorizar los estudios les permitirá tener una carrera profesional plena”.
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