Se ha dicho en un sinnúmero de ocasiones: Netflix llena su catálogo con estrenos continuos, en una especie de estrategia de saturación que le ha hecho ganarse también sus peores críticas: ¿hay motivos para este ritmo que les lleva a lanzar un puñado de series y películas cada semana, o más bien es una labor de tanteo de gustos y necesidades de los espectadores? En su presentación de próximas series y de estrategias para el año que viene, Netflix ha dado al fin una respuesta.
Un año de cambios. Todo cambió para Netflix, como para tantas otras plataformas, desde el año pasado. Posiblemente después de hacer las correspondientes previsiones de mercado que vaticinaban un año horribilis para las plataformas, decidieron cambiar de estrategia de producción (Warner fue otra de las primeras en tomar decisiones de peso, que Disney, por ejemplo, ha imitado recientemente). Sus principales decisiones: endurecer su política de no compartir cuentas y lanzar una opción de suscripción más económica y con anuncios.
Seis géneros por persona. En este contexto, Bela Bajaria, Jefa de Contenido de la compañía, ha deslizado en su reciente presentación de próximas novedades para anunciantes un dato que justifica la sobredosis de contenido que vive Netflix en los últimos tiempos. Según Bajaria, los suscriptores "ven, de media, seis géneros distintos al mes". Ese dato podría explicar muchas cosas.
Superservir al público. Este es el término que usa Netflix, y que pareciera que está intentando asentar para su empleo habitual, teniendo en cuenta lo mucho que se ha insistido en él durante estos días. La estrategia de Netflix, afirma Bajaria, es cubrir todas las posibilidades y variedades que puedan interesar a su público. Si cada espectador puede consumir seis géneros, eso implica que hay que producir muchos más: de historias de fantasía para jóvenes a true crime, pasando por animación para adultos o realities de citas, por decir solo algunas variantes que trabaja la plataforma.
Eso será tu opinión. Bajaria también deja claro que no todo el mundo tiene que ver bien esta saturación, o gustarles todos sus productos. Ha afirmado que "para poder 'superservir' a los espectadores tenemos que centrarnos en la calidad, siempre teniendo en cuenta que ésta, como la belleza, está en el ojo del que mira". Que no por ser una obviedad muy cierta deja de ser una forma de esquivar la siempre comprometida cuestión de si la cantidad de producciones nuevas de Netflix puede sostenerse con una calidad constante.
De todo y para todos. Bajaria ha subrayado (de hecho, se ha puesto a sí misma como ejemplo de niña que descubrió la cultura norteamericana gracias a la televisión) la importancia de que la programación de Netflix trascienda fronteras y barreras: "Ninguna otra empresa de entretenimiento aspira a crear grandes películas y programas de tantos géneros, en tantos países y para un público tan amplio y diverso". Canto al hermanamiento global, y también declaración de intenciones y brindis a los anunciantes: el exceso de programación de Netflix implica también gustar a todo tipo de públicos, de edades, y de miembros de una familia que consume.
Cifras jugosas. Desde hace un par de años, Netflix abandonó su táctica de no dar datos de audiencia, como hacen la mayoría de plataformas, para empezar a darlos bajo un código singular: el número de horas vistas de una serie durante su primer mes en emisión. Sin embargo, recurre a terceros, como Nielsen, para anunciar algunos datos que le conviene que se sepan, sin duda en un intento de atraer anunciantes: "Sólo este año", afirma Bajaria, "hemos tenido el programa de televisión original número uno en streaming en EE.UU. durante 15 de las 16 semanas, y la película número uno durante 14 semanas".
Datos contrapuestos. Sin duda, Netflix tiene de qué presumir: según sus datos, su modelo de suscripción con anuncios suma casi cinco millones de usuarios en todo el mundo (una cuarta parte de sus nuevos clientes). Sin embargo, observadores externos como la empresa analista de datos Antenna habla de bastante menos: apenas un millón en Estados Unidos. De momento, y con el oscurantismo típico de las plataformas, es complicado saber si la fórmula está funcionando todo lo bien que necesita Netflix, pero algo está claro: van a seguir "supersirviéndonos".
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