Jared Birchall, el Pepito Grillo tras los arrebatos de Musk
El jefe de Excession, ‘family office’ del fundador de Tesla, pasó por Goldman Sachs y por la banca privada de Merrill Lynch y Morgan Stanley
Raro es el día que Elon Musk no ocupa alguna página en los medios, bien sea por motivos personales o profesionales. Solo en las últimas semanas hemos conocido su broma sobre la compra del Manchester United; que se ha comprado un nuevo jet privado, el Gulfstream G700, por valor de más de 76 millones de euros; que el Tesla Semi, su camión eléctrico, llegará antes de que acabe el año; que ha vendido acciones del fabricante por valor de 6.700 millones de euros, reduciendo así su participación al 15%, o que creará su propia red social si la compra de Twitter fracasa.
Todas estas decisiones las toma con el apoyo y asesoramiento de Jared Birchall (1974, Modesto, California, EE UU). Si nunca ha escuchado su nombre, no se extrañe. Sus excompañeros de universidad dicen que no pueden recordarlo; tampoco lo hacen sus excompañeros de Merrill Lynch. Pero es una de las personas más importantes del círculo de Musk desde hace seis años. Muestra de ello es su posición de liderazgo en Excession, el family office del líder de Tesla.
Birchall nació en Modesto, cabecera del condado californiano de Stanislaus. Pertenece a una familia numerosa de 11 hermanos, y aunque serían suficientes para crear un equipo de fútbol, Business Insider recoge que prefirieron la música. En el obituario de su madre se presentaba una imagen idílica de la familia, indicando que ella era la directora de una banda dinástica llamada Birchall Family Singers, con la que recorrían California cantando.
Sin embargo, él, como buen chico americano, también practicaba deporte. En el instituto jugó al baloncesto y al fútbol americano. Además, es un Eagle Scout, el rango más alto alcanzable en el programa de los Boy Scouts of America. En 1992 se matriculó en la Universidad Brigham Young, de Provoh, Utah, perteneciente a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días –cercana al mormonismo–, de la que también es miembro.
En 1999, se graduó en español tras pasar dos años como misionero, algo habitual para los jóvenes de su congregación. Sigue perteneciendo a esta corriente religiosa, que prohíbe el consumo de alcohol, café, té y tabaco, así como de drogas, y que limita la ingesta de carne. Además, se opone a la homosexualidad y al aborto. De hecho, en 2008, Birchall donó dinero para apoyar la Proposición 8, una iniciativa electoral de California para prohibir el matrimonio entre las parejas del mismo sexo. A diferencia de otros movimientos mormones, su corriente prohíbe la poligamia.
Casado y con cinco hijos, la mano derecha de Musk es conocido por ser un hombre muy discreto y dedicado a su familia. Al contrario que su jefe, no es nada activo en Twitter. De hecho, solo sigue a 40 personas, y mantiene su tablón vacío. Por el contrario, en Facebook suele publicar fotos de sus hijos y compartir publicaciones de su congregación.
Comenzó su carrera en 1999, en la sede de Nueva York de Goldman Sachs, como analista financiero, pero un año más tarde se mudó a Los Ángeles para trabajar en banca privada de Merrill Lynch, relación que duró hasta 2010, cuando fue despedido por “enviar correspondencia a un cliente sin la aprobación de la gerencia”, según dicta el informe regulatorio.
Dos meses después se unió a Morgan Stanley, donde fue vicepresidente sénior de banca privada. Una fuente cercana a su labor en esos años aseguró al Wall Street Journal que, aunque no era una superestrella, sí era bueno administrando la fortuna de los ricos. Una labor que llamó la atención de Musk. Birchall ayudó a organizar cientos de millones de dólares en préstamos del banco para el fundador de Tesla, en un momento en el que estaba corto de dinero. Por ello, Musk no dudó en llamarle cuando en 2016 fundó su family office.
Birchall también es consejero de su startup de túneles, Boring, y CEO de su empresa Neuralink, cuyo objetivo es hacer implantes a pacientes tetrapléjicos para que controlen un ordenador u otros dispositivos. Es, además, patrón de la fundación de Musk. Según su entorno, es una persona con la palabra ética muy presente en su vida diaria y digno de confianza. De moral recta, destacan de él su amabilidad, naturaleza mesurada y diplomacia. Aseguran que es capaz de dar consejos tranquilos y directos, y que siempre se muestra dispuesto a escuchar y meditar después, características que, sin duda, se contraponen a los rasgos que definen a Musk y que le capacitan para tomar decisiones sobre su patrimonio con sensatez.
Pero la labor de Birchall no solo se limita a eso. Su trabajo le ha llevado, en ocasiones, a extrañas controversias, incluso a los tribunales. En 2018, un grupo de menores y su entrenador quedaron atrapados en una cueva de Tailandia y Musk propuso utilizar submarinos para salvarlos. Finalmente, fueron rescatados con la ayuda de varios espeleólogos británicos. Uno de ellos, Vernon Unsworth, tras sacar a los chicos, declaró que Musk podía “meterse su submarino por donde le duele”. Ofensa a la que Musk respondió a través de Twitter llamándole pedófilo. Mientras, Birchall creó una dirección de email falsa con el nombre de James Brickhouse para contratar a un investigador privado y rastrear la vida de Unsworth. Aunque más tarde Musk pidió disculpas y borró el tuit, el asunto los llevó a los tribunales, donde tuvo que testificar Birchall.
Pese a este y otros incidentes, no duda en seguir a su jefe en todas sus contiendas. Esta fidelidad le llevó a mudarse con su familia de California a Texas después de que Musk anunciara en 2020 que lo haría. Allí, según Bloomberg, compró una vivienda por valor de 2,25 millones de dólares en Austin, maneja los negocios de su jefe y asiste a diferentes eventos en su nombre.
Conflicto por Twitter
En abril, Elon Musk anunció la compra de Twitter por 44.000 millones de dólares. Una operación que dirigió en la sombra Jared Birchall junto a Morgan Stanley. El banco comprometió 5.500 millones de dólares en préstamos al directivo de Tesla, supeditados a que la adquisición saliera adelante.
En julio, después de que las acciones de Twitter cayesen un 37% tras empezar las negociaciones, Musk se echó para atrás alegando falsedad en su porcentaje de cuentas reales. En octubre, ambas partes se verán en los tribunales.