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El giro de guion que acabó con el breve juicio de película de Alec Baldwin

El proceso por homicidio involuntario contra el actor se derrumba en solo tres días porque la Fiscalía ocultó pruebas a la defensa

Alec Baldwin abraza a su abogado, Alex Spiro, segundos después de que la jueza desestimara su proceso.
Alec Baldwin abraza a su abogado, Alex Spiro, segundos después de que la jueza desestimara su proceso.Luis Sánchez Saturno/The New Me (via REUTERS)
Luis Pablo Beauregard

La noche del viernes fue de celebración para Alec Baldwin. El actor fue captado junto a su esposa, Hilaria, y su equipo de abogados en un hotel del centro de Santa Fe, la capital del Estado de Nuevo México. El grupo sonreía y charlaba animosamente entre ellos. La imagen, de júbilo total, era muy diferente a la que se podría esperar tras el tercer día de juicio por homicidio involuntario. Baldwin enfrentaba una pena de hasta 18 meses de prisión por la muerte de la directora de fotografía Halyna Hutchins, ocurrida en el rodaje en octubre de 2021 del wéstern Rust. La tarde del viernes, sin embargo, Baldwin escuchó en el tribunal cómo el proceso en su contra se derrumbó porque sus derechos como acusado habían sido vulnerados después de que la Fiscalía ocultara pruebas a la defensa. La noticia hizo que el duro actor, de 66 años, estallara en lágrimas en un desenlace inesperado que hizo recordar una película de tribunales.

Este fue un juicio muy esperado. La muerte de Hutchins durante la filmación de la película fue un escándalo en Hollywood. El incidente provocó sorpresa y preocupación dentro de la industria. ¿Cómo era posible que una bala de verdad se hubiese colado en un set de profesionales? La tragedia golpeaba nuevamente a la familia cinematográfica, como lo hizo cuando murió en 1993 el actor Brandon Lee mientras filmaba El cuervo. La jueza Mary Marlowe Sommer prohibió mencionar esta muerte durante el proceso a Baldwin.

El actor llegó a Nuevo México cobijado por un poderoso equipo de abogados. Al frente de su defensa estaban Alex Spiro y Luke Nikas, experimentados letrados que no desconocen los juicios de alto perfil. Spiro ha representado a Elon Musk, el magnate dueño de la red social X, además de atletas y artistas. Ha cobrado hasta 2.000 dólares por hora (algo más de 1.800 euros) para representar a un cliente. Spiro y Nikas estaban rodeados de nueve asistentes del despacho neoyorquino Quinn Emanuel. El equipo de la Fiscalía, apenas de tres personas, lucía diminuto junto a ellos.

Desde los alegatos iniciales, la defensa de Baldwin cargó contra la investigación de las autoridades. Ante las 11 mujeres y cinco hombres del jurado, Spiro aseguró que la policía cambió el foco de su investigación semanas después de que ocurriera la muerte de Hutchins en el rancho Bonanza Creek, a las afueras de Santa Fe. “En lugar de intentar encontrar el origen de la bala letal, la policía y las fiscales se concentran en otro objeto brillante, el señor Alec Baldwin”, dijo el abogado el miércoles. Spiro defendió al actor asegurando que él confió en que la réplica del revólver Colt calibre .45 había sido supervisada por la armera de la producción, Hannah Gutierrez-Reed, y el encargado de seguridad de la filmación, el asistente de dirección David Halls. “Una vez que el actor tiene en sus manos un arma, puede usarla, por supuesto, porque está actuando. Una pistola que ha sido revisada no puede herir a nadie”, añadió.

La fiscal Kari Morrissey abandona el estrado después de testificar voluntariamente.
La fiscal Kari Morrissey abandona el estrado después de testificar voluntariamente.Luis Sanchez Saturno/The New Mex (via REUTERS)

La muerte de Hutchins obligó a la policía a buscar una aguja en un pajar. Decenas de agentes y peritos acudieron al sitio del rodaje en busca de balas. Investigaron primero a Seth Kenney, el proveedor de utilería de la cinta, quien aportó el armamento y las municiones a Rust. Este quedó exculpado pronto en la investigación, pues la policía no pudo vincular la bala con su almacén, ubicado en Arizona.

Los análisis del FBI desvelaron que al menos cinco balas de verdad estaban mezcladas con casquillos vacíos y salvas. Todas ellas eran iguales ante el ojo inexperto. La tragedia podía ocurrir en cualquier momento. Algunas de las municiones letales fueron halladas en bandoleras usadas por Baldwin y otro actor. Se estableció entonces que el proyectil letal, que fue recuperado del hombro del director, Joel Souza, también herido cuando Baldwin disparó durante el ensayo, era una bala de la marca Starline Brass.

El elemento que ha tumbado finalmente el caso hizo una aparición tardía en esta historia. Se trata de un puñado de balas marcadas con la misma leyenda. Eran calibre 45, como la que mató a Hutchins. Fueron presentadas el 6 de marzo pasado, dos años y cuatro meses después del incidente, por quien la defensa llamó “un buen samaritano”. Este les había asegurado que pertenecían al mismo lote que las que acabaron en Rust. El hombre, Troy Teske, las entregó a la policía de Santa Fe los últimos días del proceso que se llevó contra Gutierrez-Reed, quien fue condenada en abril a 18 meses de prisión por homicidio involuntario y por alteración de pruebas.

La fiscal especial Kari Morrissey, quien logró la condena de la armera, intentó el jueves restar importancia a este dato. Aseguró que Teske, un policía retirado de Arizona, tenía motivaciones particulares. Es amigo de Thell Reed, el padre de Gutierrez-Reed, quien es una leyenda en el mundo del cine por ser un experimentado armero en títulos de wésterns como La leyenda de Wyatt Earp, El tren de las 3.10 a Yuma y en el clásico noir Los Ángeles Confidencial. Además, la fiscal le dijo que no le parecía un hallazgo importante porque las balas nunca abandonaron Arizona ni llegaron al set. Tampoco coordinó con policías de ese Estado su recogida.

La jueza Mary Marlowe Sommer abre el paquete que contiene las balas proporcionadas en marzo por Troy Teske.
La jueza Mary Marlowe Sommer abre el paquete que contiene las balas proporcionadas en marzo por Troy Teske.Eddie Moore / Journal (via REUTERS)

Spiro vio entonces la oportunidad de poner contra las cuerdas durante el juicio a Marissa Poppell, la técnica que consiguió la prueba. Poppell es, además, quien recibió de manos de Teske los proyectiles hace cuatro meses. Durante el interrogatorio del viernes, Poppell admitió que elaboró el informe un mes después de haber recibido la munición. Uno de sus superiores, Brian Brandle, le ordenó no etiquetarla como prueba, sino como “información documental”. Además, se le asignó un número de caso diferente, separada de la montaña de pruebas que la policía había reunido.

“Cuando Seth Kenney entró en el Departamento de Policía con la munición y les dijo que procedía del rodaje la incluyeron con el resto de las pruebas. Alguien más, un antiguo policía, hace lo mismo y no lo toman en serio”, aseguró el abogado.

La jueza Sommer preguntó a Alexandria Hancock, la detective principal del caso, ¿cómo llegaron a la conclusión de que las balas de Teske no debían sumarse al proceso? “Fue una conversación entre nosotras”, le respondió Hancock. “¿La fiscal Morrissey estuvo involucrada en esa decisión?”, quiso saber la togada. “Sí”, admitió la detective, quien estaba bajo juramento. La afirmación provocó el viernes gestos de sorpresa entre los presentes.

El hallazgo fue suficiente para que los abogados de Baldwin pidieran la anulación del juicio. “La prueba de que había balas de verdad procedentes de Kenney es favorable para el señor Baldwin, y por ello la Fiscalía la enterró”, señalaron Spiro y Nikas en la moción presentada la noche del jueves para que Sommer desechara el caso.

Las famosas balas de Teske hicieron su aparición el viernes, el tercer día del juicio. Estaban guardadas en un sobre color amarillo mostaza y selladas con una gran cinta roja que tenía escrita la palabra “Prueba” en letras negras. La jueza Sommer lo abrió con unas tijeras ante un ceremonioso y tenso silencio de la sala. La defensa, las fiscales y la magistrada analizaron su contenido en una mesa en el centro del tribunal.

Esto provocó el derrumbe de la acusación. La tarde del viernes se supo que Erlinda Johnson, la fiscal que había presentado los argumentos iniciales, había dimitido. “Era claro que debimos haber remitido esa prueba”, aseguró por la noche a la cadena NBC. La fiscal Morrissey acabó la jornada testificando voluntariamente y respondiendo a las preguntas de Spiro. Pasó de ser la encargada de la acusación a la principal sospechosa en un juicio de película.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.
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