Economía circular y agua en iGenium17
Hace unos día tuve el honor de ser invitado por la Asociación de Ingenieros de Cataluña (INEC) a participar en iGenium17, una jornada dedicada, en esta sexta edición, a la Economía Circular y patrocinada, entre otras instituciones, por la Escuela del Agua, ICL Iberia-Iberpotash y la Caja de Ingenieros.
En ella se mostraron numerosos ejemplos de economía circular, como el empleo de materiales reciclados en la remodelación del puerto de Barcelona, la valorización de residuos de poda y de restauraciones forestales y la construcción de señales de tráfico con materiales reciclados.
En el sector del agua, comenté cómo desde 2010, la tripulación que vive en la estación espacial internacional no depende sólo de las bolsas de agua que le llegan en los trasbordadores para beber, lavarse los dientes o ducharse.
Más de 6.000 litros de agua al año son regenerados y reutilizados gracias a un sistema avanzado de reciclaje que permite recuperar el 93% del agua presente en la orina, el sudor e incluso en la humedad ambiental.
Gracias a esta solución, los astronautas de la estación espacial pueden disfrutar de un agua con una calidad superior a la de la mayoría de las aguas que bebemos en la Tierra, además de reducir sus costes de una manera muy notable, ya que enviar un litro de agua al espacio cuesta cerca de 20.000 dólares.
Este ejemplo de economía circular es, probablemente, uno de los más llamativos que podemos encontrar. Pero unos años antes, en 2003, comenzó otro proyecto en Singapur que posiblemente haya sido el más revolucionario en materia de reuso de agua. Se llama NEWater.
En esta ciudad-estado del sudeste asiático, que cuenta con el tercer mayor producto interior bruto del mundo y que es quinta en el ranking de desarrollo humano, las plantas de Newater transforman el agua residual de la ciudad en agua potable que, incluso, es embotellada.
Para ello emplean una combinación de tecnologías de membranas de ultrafiltración y ósmosis de General Electric Water, la compañía que acaba de ser adquirida por el grupo SUEZ.
En sus 5 plantas, se regenera suficiente cantidad de agua como para cubrir el 40% las necesidades de los casi 6 millones de habitantes de este país. Su éxito e innovación le hizo merecer en 2014 el premio “Water for Life” de Naciones Unidas.
En España también contamos con numerosos ejemplos de buenas prácticas en materia de regeneración de agua residual para su reuso. Una de las mayores plantas de nuestro país está en la depuradora de Rincón de León, la mayor de la provincia de Alicante, gestionada por el grupo SUEZ, en la que se producen 25.000 metros cúbicos de agua al día de la calidad necesaria para su utilización en el riego agrícola o de parques y para su empleo en la limpieza viaria.
También en nuestro país, la depuradora de El Prat de Llobregat, una de las mayores y más modernas de Europa, trata cerca del 40% de todo el agua residual generada en el área metropolitana de Barcelona: alrededor de 420 millones de litros de agua al día llegan a esta instalación que es capaz de regenerar una parte de ellos para poder darles un segundo uso: Aumentar el caudal ecológico del río Llobregat, crear una barrera para proteger el acuífero del delta contra la intrusión de agua de mar o el baldeo de calles son algunos ejemplos de estos “nuevos usos”.
Además, si para producir nuevos recursos hídricos comparamos la regeneración de agua residual con la desalación del agua de mar, nos encontraremos una enorme diferencia en el consumo energético. Mientras que para regenerar 1.000 litros de agua se necesitan alrededor de 700 vatios, para producir la misma cantidad de agua desalada se precisan entre 5 y 6 veces más. Esto cobra aún más importancia en el entorno actual de lucha contra el cambio climático y de cumplir con los objetivos de sostenibilidad, incluyendo el ahorro de un 20% del consumo energético por mejoras en la eficiencia.
Pero el futuro de la gestión del agua residual de las ciudades y la industria va más allá de la producción de agua para su reuso. Las depuradoras se están convirtiendo en fábricas no sólo de agua, sino de energía y biomasa.
Las depuradoras se están convirtiendo en fábricas no sólo de agua, sino de energía y biomasa
Desde hace años, las grandes depuradoras han venido produciendo biogás en sus digestores a partir de los fangos que se generaban. Hasta ahora, en el mejor de los casos, este biogás se valorizaba transformándolo en electricidad en las propias plantas mediante motores de cogeneración.
Sin embargo, en un escenario como el actual de lucha contra el cambio climático y de búsqueda de alternativas al uso de combustibles fósiles, este biogás puede ser más provechoso si, tras enriquecerlo, se transforma en un biometano que pueda ser empleado como combustible en vehículos de gas o inyectado a la red, como ya está haciendo el grupo SUEZ en la depuradora de Valentón, una de las mayores de París, en la de Estrasburgo y en otra docena de plantas en Europa.
Además, los nutrientes que transporta el agua residual pueden ser segregados y aprovechados en la agricultura. Procesos como el Phosphogreen, de SUEZ, permiten precipitar el fósforo en forma de cristales de estruvita que se pueden emplear de manera directa como fertilizante natural y renovable.
Pero aún se puede ir más allá en la aplicación de los principios de la economía circular en el sector del tratamiento de aguas: Se puede recuperar energía térmica y de presión de los colectores y canalizaciones de agua; se puede valorizar el CO2 que se produce en la digestión de fangos para su uso en invernaderos; se pueden producir tecnosoles, suelos a la carta con los que rehabilitar zonas industriales degradadas o mejorar las condiciones agronómicas de los campos de cultivo, a partir de los residuos generados por nuestra actividad, como los lodos de depuradoras, las escorias o las cenizas de combustión de biomasa.
La revolución de los recursos ya ha llegado a la gestión del agua.
Director de Compras Área Industrial en Agbar, Veolia
6 añosQué bien te veo Javier!!!