Tras la cancelación de los Salones de Ginebra, en marzo, y de Detroit muy recientemente, por causa de coronavirus, le ha tocado el turno al Salón de París de verse cancelado. Esta vez ya no tanto por medidas de confinamiento o restricciones de movimiento, sino sencillamente por la incertidumbre general que reina en las marcas y en la economía en general. Así, los organizadores de la muestra parisina han declarado que el Salón de París estaba cancelado en su “forma actual”.
Los organizadores del evento explican en su comunicado que el “sector del Automóvil, golpeado por la onda de choque económica, se juega su superviviencia” por lo que no podrán celebrar en su forma actual el Salón de Automóvil en su edición 2020. Y añaden: “estudiamos todas las soluciones alternativas”.
El Salón de París podría mantenerse como un evento exclusivamente para profesionales. Y es que el evento montado en paralelo para el sector profesional, el Paris Motion Festival, con el acento puesto sobre las soluciones de movilidad y carsharing, se mantiene, al menos de momento.
En un contexto en el que las fábricas y los concesionarios de automóviles están totalmente parados a ambos lados del Atlántico, el anuncio del Salón de París era previsible. El Salón de Ginebra no se celebró, el de Detroit se ha cancelado ayer, mientras que el Salón de Nueva York que debía celebrarse en abril se ha pospuesto al mes de agosto. Aunque al final podría cancelarse también, habida cuenta de la situación actual en Nueva York, epicentro de la pandemia en Estados Unidos.
Incluso antes de la pandemia, los Salones del Automóvil estaban ya en la cuerda floja. Los fabricantes llevan ya unos años saltándose algunos eventos o casi todos los eventos. Las principales razones que avanzan son el coste desorbitado que les supone exponer en un Salón del Automóvil y el bajo impacto en términos de marketing.
Los Salones del Automóvil tendrán que reinventarse
Para los Salones del Automóvil, que en los últimos tiempos se han dejado llevar con los fabricantes a convertir esos eventos en mega espectáculos de luz y sonido, la dificultad ahora está en volver a los origines, es decir, la venta de coches.
Y es que si bien los grandes salones internacionales pierden fuelle, los eventos regionales cobran cada vez más fuerza. Éstos, tienen un coste relativamente bajo ya que no hay esa parafernalia de espectáculo y el coste suelen asumirlo, al menos parcialmente, los grandes concesionarios locales, están orientados a vender coches.
Un Salón del Automóvil debería ser sobre todo un punto de encuentro en el que se decide una venta, aunque ésta se formalice uno o dos meses después en el concesionario local del visitante. Ahora, en un futuro cercano, tendrán que buscar el equilibrio entre proyección internacional y ventas a nivel local.
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