Muy Interesante

Platón, el padre de la civilización occidental

Las ideas del filósofo ateniense han sentado las bases del pensamiento occidental, llevando sus ideas más allá de la Antigüedad griega.

Publicado por

Creado:

Actualizado:

En el libro III de “Vidas y opiniones de los filósofos ilustres”, el recopilador Diógenes Laercio escribe que, estando Platón a punto de presentarse a un certamen con una tragedia suya, ante el teatro de Dioniso, tras haber escuchado a Sócrates, la quemó mientras exhortaba al dios del fuego y de las artes del siguiente modo: “Acude aquí, Hefesto, que Platón necesita de tu auxilio”. Esta breve pero elocuente anécdota nos ofrece valiosa información sobre el modo en que tradicionalmente se ha interpretado la obra del filósofo ateniense. En efecto, la anécdota nos muestra a un ciudadano interesado por la creación poética que, en un momento de su vida, la abandona para abrazar la filosofía. En segundo lugar, la anécdota nos informa de que el responsable de esa transformación es Sócrates.

Con respecto a la primera cuestión, se ha asumido la idea de que Platón rechazaba la actividad poética y a los propios poetas, a los que no permitía la entrada en su ciudad ideal. Sin embargo, esta extendida opinión debe ser muy matizada: Platón no se opone ni a la poesía ni a los poetas, sino a un tipo de poesía y de poeta que entiende como perjudiciales para la ciudad y sus ciudadanos y que son, precisamente, aquella poesía y aquellos poetas que más éxito cosechan en su tiempo: el viejo Homero, poetas trágicos como Esquilo, Sófocles o Eurípides y comediantes como Aristófanes. Hay que añadir, sin embargo, que Platón reivindica la creación poética, pero solo aquella que no solo es agradable, sino también útil para la ciudad. Frente a lo que ha sido la interpretación habitual del pensamiento de Platón, el filósofo nunca dejó de ser un poeta y sus diálogos, que no son tratados filosóficos sino dramas literarios, reflejan la verdad de esta afirmación.

La influencia de Sócrates

En cuanto a la importancia de la figura de Sócrates como responsable de la transformación platónica, se encuentra bien reflejada a lo largo de toda la obra del filósofo. En efecto, ya en la Apología de Sócrates el acusado relata al tribunal una interesante anécdota ambientada en el oráculo de Delfos, según la cual la pitia de Apolo le habría transmitido a Querofonte, conciudadano y amigo de Sócrates, que no había en toda Grecia un hombre más sabio que el segundo. Tal como él mismo relata en su defensa, tras ser informado del oráculo, había salido a conversar con todos aquellos que pasaban por ser los más sabios de la ciudad –poetas, políticos y artesanos– y, sorprendentemente, había comprobado que lo afirmado por la pitia era cierto, pues mientras él asumía no saber nada, aquellos con los que hablaba no solo no poseían ningún conocimiento real, sino que además albergaban opiniones falsas.

A partir de este primer texto, Platón enfrentará en sus diálogos la figura de Sócrates con todos los que pasan por ser los sabios de su época –rapsodas, poetas, logógrafos, retóricos y sofistas–, en una suerte de verificación del oráculo délfico que presenta a Sócrates como modelo de filósofo y ciudadano ejemplar. Es por ello también que Platón elige la forma literaria del diálogo, en la medida en que se trata de la forma que mejor refleja el método socrático de la mayéutica. Platón rechaza, en efecto, la idea sofística de que se pueda infundir conocimiento como si a unos ojos ciegos se les pudiera infundir vista; por el contrario, educar significa saber dirigir los ojos del alma, es decir, el entendimiento, hacia el objeto adecuado, el Bien, algo que puede lograrse mediante el diálogo con el maestro adecuado.

La política de su tiempo

La extensa obra de Platón también está profundamente marcada por los dramáticos sucesos de su época. Sin el conocimiento de las circunstancias políticas y sociales de su tiempo, no es posible entender el trasfondo de la misma. Platón nace en 427 a.C., es decir, cuatro años después del inicio de la Guerra del Peloponeso, tres de la epidemia que asoló Atenas, su ciudad, y dos después de la muerte de Pericles. La Guerra del Peloponeso se alargó hasta 404 a.C., período en el que un joven Platón pudo conocer el desastre de la expedición de Sicilia (413 a.C.) o el gobierno oligárquico de los Treinta Tiranos (404 a.C.), hechos que agravaron la ya de por sí complicada situación de guerra. A ello hay que añadir el juicio contra Sócrates (399 a.C.), condenado a muerte por una democracia radical y garantista a la que se le atribuye, por otro lado, el honor de haber decretado la primera amnistía de la historia (403 a.C.). La vida de Platón coincide, por consiguiente, con el inicio de la crisis de la democracia ateniense, que anuncia a su vez la decadencia de su imperio tras medio siglo de hegemonía tras la victoria griega sobre los persas en la primera Guerra Médica (490-479 a.C.).

Platón, el padre de la civilización occidental

Platón atribuye el triste destino de la ciudad a la falta de sentido de la responsabilidad de sus conciudadanos y dirigentes políticos, al sistema democrático por el que se rige la ciudad, ordenado en torno a instituciones como la Asamblea y los tribunales de justicia en las que no se precisa ningún tipo de conocimiento para poder participar, y a los sofistas, representantes intelectuales de esa democracia, que Platón ve como perjudiciales maestros de demagogia. Ello explica su preocupación permanente por la educación de los ciudadanos de la polis y la formación de una clase dirigente capaz de realizar una ciudad justa, estable y feliz. Y ello explica también la fundación de la Academia ateniense en 387 a.C., a la vuelta de su frustrante experiencia política en Siracusa (Sicilia), adonde había ido como consejero del tirano Dioniso I, experiencia que acabó en fracaso, llegando Platón muy probablemente a ser vendido como esclavo. Si se tienen en cuenta todas estas circunstancias, se entiende el por qué las cuestiones éticas y políticas se sitúan en el centro de la obra de Platón. En este sentido, sus textos más representativos son “La República”, descripción utópica de su ciudad ideal, obra de enorme trascendencia que contiene el que, sin duda, es el texto más conocido de Platón; “La alegoría de la caverna” , donde el filósofo expone a través de metáforas el núcleo de su pensamiento, y “Las Leyes”, su obra final y la más extensa de todo su corpus, en la que expone sus teorías acerca de la política y la organización social de un modo más realista que en La República.

Las doctrinas platónicas

Los intereses de Platón no se reducen, sin embargo, a la política, sino que abarcan también otros ámbitos filosóficos como la ontología, la epistemología, la psicología, la cosmología, el arte o el lenguaje. Pero incluso cuando aborda cuestiones relativas a estas disciplinas, Platón no deja de mirar hacia la política, en la medida en que sus doctrinas en aquellos ámbitos dan fundamento o cobertura filosófica a sus planteamientos políticos. En este sentido, el gran reto de Platón consiste en superar el relativismo ontológico, epistemológico y ético que la sofística había inoculado en la ciudad, así como su actitud convencionalista con respecto a las leyes, posturas que, a juicio del pensador ateniense, minaron gravemente los fundamentos de una moral comunitaria. La obra de Platón es en buena medida un intento de dar respuesta a los retos planteados por los sofistas y demostrar que, al contrario de lo defendido por ellos, existe una realidad estable, un conocimiento verdadero, un sistema de valores absoluto y un sistema político justo.

De ese gran reto surgirá la doctrina platónica de las ideas o las formas, bajo la convicción de que, tras el mundo captado por los sentidos, sometido a la materia, al cambio, al tiempo, al movimiento, a la génesis y a la corrupción, existe un mundo estable y permanente libre de todas aquellas imperfecciones que culmina en la idea del Bien, y al que solo es posible acceder por medio de un largo y costoso proceso educativo en el que está implicada la aristocracia intelectual. El punto de partida de la solución platónica al relativismo ontológico de la sofística no está lejos de la búsqueda socrática de las definiciones ni de su propio amor por las realidades matemáticas, a las que dotará de un lugar privilegiado dentro de su sistema de la realidad. En este sentido, es bien conocido que en el frontispicio de la Academia figuraba la leyenda “No entre nadie que no sepa geometría”. Valores éticos o virtudes como la justicia, la fortaleza, la templanza, la prudencia o la piedad se identifican con realidades pertenecientes al mundo de las ideas, lo que garantiza su posibilidad de conocimiento y, en consecuencia, su posibilidad de aplicación en el mundo sensible. De ese gran reto planteado por la sofística surge también la epistemología o teoría del conocimiento platónica, basada en un dualismo que distingue un conocimiento entendido en el sentido fuerte (ciencia o episteme), relativo a las ideas y a las realidades matemáticas, y un conocimiento devaluado, de segundo nivel (opinión o doxa), que se limita al mundo sensible.

Ese mismo dualismo lo encuentra también a nivel antropológico, donde distingue el cuerpo y el alma como componentes del individuo, si bien la identidad real del individuo pertenece al alma, siendo el cuerpo una mera herramienta que debe ser sometida a ella. En su tratamiento del alma, Platón se encuentra bajo la influencia del orfismo y del pitagorismo, para quienes el alma era una naturaleza caída que debía liberarse, por medio de determinados ritos de purificación, de su contaminación en el ciclo de las reencarnaciones y lograr así reintegrarse en su ámbito divino. Platón heredará las doctrinas órfico-pitagóricas de la inmortalidad y la reencarnación, expuestas en varios diálogos, principalmente en Fedón. En su versión más sofisticada, Platón elabora en “La República” una doctrina tripartita del alma en la que el dominio debe imponerse desde la parte racional sobre las partes irascible y apetitiva, tal como ilustra también mediante la famosísima alegoría del carro alado descrita en la palinodia o segundo discurso socrático de Fedro. Esta división tripartita del alma se corresponde asimismo con la que se establece en La República respecto a las tres clases que distingue en la ciudad: los productores, cuya virtud es la templanza, los guerreros, cuya virtud es la valentía, y los legisladores y guardianes, cuya virtud es la sabiduría. Esta última clase corresponde a los filósofos, responsables de la dirección del Estado.

El legado de Platón

La influencia de las doctrinas platónicas en la posteridad ha sido enorme, comenzando por la monumental obra de Aristóteles , pero su legado se extiende más allá de la Antigüedad griega. La herencia de Platón está en el centro de acontecimientos tan importantes como el neoplatonismo pagano, cuya figura clave la encontramos en Plotino, o el neoplatonismo cristiano, responsable de la elaboración doctrinal del cristianismo, que a través de la obra de los Padres de la Iglesia establecerá las bases de la civilización cristiana europea. Así, san Agustín adapta algunas tesis fundamentales de la ontología platónica al pensamiento cristiano, como la tesis de que las ideas son contenidos de la mente divina que sirven como modelo para la creación del mundo. Y en la filosofía escolástica medieval, santo Tomás de Aquino se vale de la noción de participación del Bien para afirmar que todo lo bueno y hermoso de este mundo participa del Bien Supremo que es Dios.

En el Renacimiento vemos la influencia platónica particularmente en el pensamiento político, como puede comprobarse en las utopías de Tomás Moro, Francis Bacon y Tomás Campanella o el pensamiento de Marsilio Ficino, fundador de la Academia Platónica florentina. Incluso la civilización tecnológico-científica que emerge con fuerza a partir de la Ciencia Nueva de los siglos XVI y XVII halla su origen lejano en el platonismo: Galileo , que escribe diálogos a la manera de Platón y que se ve a sí mismo como un platónico, llega a afirmar que la Ciencia Nueva es la demostración empírica de la verdad del platonismo. La obra de Platón tampoco será ajena a la filosofía moderna, donde autores como Descartes, Spinoza o Pascal serán fuertemente influidos por la ontología de las ideas y la epistemología platónicas.

Ya en el siglo XX, la influencia de Platón se manifestará con fuerza en la lógica de Bertrand Russell, en la fenomenología de Edmund Husserl o, en la segunda mitad del siglo, en el estructuralismo cultural y lingüístico francés; pero sobre todo en la ética y filosofía política, donde encontramos posturas fuertemente antiplatónicas como la de Nietzsche , que ve en Platón la moral del esclavo, al identificarla con la moral del cristianismo que califica de “platonismo para el pueblo”, o la de Popper , para quien Platón es uno de los grandes enemigos de la democracia liberal, como muestra en La sociedad abierta y sus enemigos (1945); posturas más ambiguas como la de Deleuze, que ve la necesidad de una “inversión” del platonismo, aunque desde el propio Platón, o, por el contrario, posturas claramente reivindicativas como la de Badiou, quien llega a reescribir “La República de Platón” (2012) mostrando su inquebrantable filiación platónica. En fin, vista su presencia, no sería exagerado afirmar que la esencia de la civilización occidental es en gran medida platónica. De ahí que comprendamos al gran matemático y filósofo Alfred Whitehead, quien afirmó, algo exageradamente, que toda la filosofía occidental es una anotación a pie de página de la obra de Platón.

Referencias:

  • Ión (Plaza y Valdés, 2013).
  • Thomas A. Szlezák, Leer a Platón (Alianza, 1997).
tracking

No te pierdas...

Vista de la acrópolis de Atenas

Las polis griegas más importantes

Hoy hacemos un viaje por Atenas, Esparta, Mileto y otros enclaves destacados de la antigua Grecia, un sistema de ciudad-estado característico de la cultura griega.

Máscara griega

La Guerra del Peloponeso: un triunfo para Esparta

En la Guerra del Peloponeso, dos de las ciudades-estado más importantes de la civilización griega se enfrentaron. Finalmente, el triunfo de Esparta sobre Atenas cambiaría para siempre la cultura y política griegas.

El ágora ateniense, una pieza clave para la democracia

El ágora ateniense, una pieza clave para la democracia

El ágora griega, predecesora directa de las plazas mayores, no solo era un espacio de reunión. De hecho, tuvo un papel clave en el nacimiento del sistema político occidental activo en la actualidad: la democracia.

¿Cómo sería tu vida si fueras esclavo de Esparta? (Y cómo lograr la libertad)

La Antigua Grecia: una cultura marcada por la esclavitud y el trabajo forzado

Los siervos y esclavos eran una parte fundamental de la economía y la sociedad griega, y su trabajo forzado contribuyó al desarrollo de la cultura y la civilización griega. Este análisis arroja luz sobre las historias olvidadas, ayudando a comprender la totalidad de la civilización griega.

Recomendamos en...

Recomendamos en...

Fiat Pandina

La versión más tecnológica y segura del Panda, el aliado perfecto para la ciudad

Disponible en dos versiones, una de acceso, Panda Classic, y su versión tope de gama, denominada el Pandina ya que toma su nombre del apelativo afectuoso con el que los italianos llaman a “su” Panda: un modelo que ha sabido conquistar a más de 8 millones de automovilistas desde el lanzamiento de su primera generación en 1980

Recomendamos en...

Recomendamos en...

Una niña recién nacida

Nombres originales de bebé que significan luna

Si estás buscando un nombre original y distinto para tu bebé pero quieres que tenga un significado profundo, tenemos una lista que te va a gustar seguro.

Recomendamos en...

  翻译: