599. John Cazale
Esta tarde me estuve riendo a mandíbula batiente con el último episodio de los
Simpsons (19x04,
I don't wanna know why the caged bird sing), recién
descargado su video y sus subtítulos. Yo hace ya un par de años que recuperé la confianza en la serie (una vez superado el trauma del fallecimiento de la voz genuina en español de Homer, el maestro
Carlos Revilla, que yo sigo pensando que es la mayor tara que hemos encontrado los fans de toda la vida, y el único motivo que ha hecho que en España la serie haya perdido a casi toda una generación de espectadores), aficionándome después de un par de sesiones maratonianas a la versión subtitulada. Recuperé el espíritu, y no puedo ocultar que lo hice feliz, descubriendo a mi alrededor a centenares de personas equivocadas, desencantadas, que buscaban justificaciones absurdas para su abandono del militantismo simpsoniano después de años y años de fidelidad, amparándose en una sobadísima y límite colección de excusas, tales como una supuesta degeneración de argumentos, deslegitimación de personajes y diálogos, ridiculización de situaciones, infantilización progresiva e incluso el abrazo ciego a otro tipo de infraproductos de explotación
for dummies a los cuales consideran más modernos y políticamente incorrectos, y que en mi opinión no son más que un desfile de gilipolleces fusiladas de la serie de Groening y compañía, mal disfrazadas de frescura, originalidad y transgresión. El nuevo orden de cosas parece haber relegado a los
Simpsons a una parcela de público habitada bien por fanáticos nostálgicos irredentos, bien por niños sin sesera ni criterio. La mayoría de la gente de mi generación con la que hablo del tema, parece convencida de que "la serie ahora es una mierda", y que los citados subproductos copiones de inclasificable catadura y de ínfima producción son el acabóse, lo más de lo más. A mí me da igual que la gente se consuele adaptando este tipo de posturas, y de hecho creo que en cuanto recuperen el ritmo se arrepentirán del tiempo malgastado... Además, creo que es signo de los tiempos que corren. Por este tipo de errores generacionales luego pasa lo que pasa, y ya vendréis lloriqueando cuando sea tarde. Y de hecho, a mí me hace hasta ilusión descubrir que los
Simpsons son, al menos en España y para el
target de población al que yo pertenezco, una serie de culto otra vez. Me hace sentir muy bien.
El caso es que yo hacía tiempo que no me reía tanto como con el último episodio de esta temporada en curso, el que citaba al principio del todo, y al que pertenece la imagen de arriba. El episodio narra cómo Marge se ve atrapada en medio en un atraco a un banco, y es tomada de rehén junto con otros personajes, como Hans Topo, Krusty o Julius Hibbert. Toda esta escena es un homenaje a una de mis películas favoritas de todos los tiempos,
"Tarde de perros", una de esas películas que el cuerpo me pide revisitar al menos una vez al año. Uno de los atracadores no es otro que el finado y mítico
John Cazale simpsonizado (no sé quién será la voz detrás del personaje), y el otro atracador es un tipo llamado Dwight, "interpretado" por otro de mis actores fetiche, Steve Buscemi. Otro tipo bastante odiado por mucha gente de mi entorno, por cierto, y al que no he pillad nunca en un renuncio, actuando en una mala película o ejecutando un solo gesto fuera de tono. No revelaré mucho más sobre el argumento, pero tampoco importa. La cuestión en este episodio, y en general en todos los episodios de los
Simpsons, no es lo que pasa, sino cómo pasa, las docenas de chistes y guiños ocultos y las tonterías que hacen los personajes principales. Y por supuesto, el ritmo y la factura, que sorprendentemente sigue mejorando. Este episodio está plagado de secuencias y frases brillantes. Os aconsejo verlo, por supuesto en versión original subtitulada, y ya me diréis si no es una joya de la animación, y me tendréis que reconocer que todo eran prejuicios.
El papel de Homer en este episodio es divertidísimo, empezando por un par de situaciones en las que nunca antes se le había visto, pero que no desentonan ni malogran en absoluto al personaje, sino que lo redimensionan. El jefe Wiggum está más bobo que nunca, y tiene un par de gags muy cachondos (como ese momento en el que se pone a revisar los extras de "El negociador" para ver cómo afronta la situación del atraco). En general el episodio es muy sencillito, recuperando aquellos primeros episodios, tradicionales y costumbristas, en los que toda la grandeza estaba en los personajes, sus voces y sus salidas de madre, y no en rebuscados y complicados argumentos odiseicos.
Yo lo que venía a decir basicamente es que me he reído mucho (no quería hacer de abogado de nada ni convencer a nadie, y además no estoy inspirado, ni mucho menos; que cada uno vea y opine lo que le salga del pie, y si le hace más gracia el
cacaculopedopismo cacique, pues allá él y que lo disfrute), y eso es todo lo que le pido a los
Simpsons. De hecho ultimamente me pasa realmente muy poco, me resulta imposible encontrar un producto con el que poder disfrutar, y mucho menos con ninguna serie de televisión. Y después de 400 episodios creo que los
Simpsons no ha perdido nada de su encanto, y simplemente se ha tratado de amoldar a un nuevo público y evolucionar, dándoles también a los nuevos espectadores con qué identificarse, y aquello que quieren ver. A mí desde luego me lo sigue dando.
Repito, uno de los sitios donde se puede descargar es
aquí.
Etiquetas: Descarga del día, Simp ton ni son
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