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Dios me llama con canciones de Whitney Houston

Dios me llama con canciones de Whitney Houston

‘La llamada’ adapta felizmente un fenómeno teatral que desprende ternura y buen rollo

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Jueves, 28 de septiembre 2017

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En veinticinco años viniendo al Festival de San Sebastián, este periodista no recuerda una proyección tan entusiasta, bullanguera y feliz como la de ‘La llamada’ en el pase de prensa del pasado miércoles por la noche. De acuerdo que una parte del público era clac, seguidores de un fenómeno teatral que sus autores llevan a la pantalla. Pero resulta innegable la capacidad de esta comedia musical para transmitir alegría y buen rollo. Javier Calvo y Javier Ambrossi debutan en el largometraje con un artefacto que solo tiene dos destinos: no hacer un euro o convertirse en un éxito de taquilla.

‘La llamada’ es una historia con monjas donde se habla de drogas, sexo y lesbianismo y se escucha electro latino. Dicho así suena a algo salvaje, a heredera de aquellas otras madres superioras con las que Pedro Almodóvar escandalizó hace casi 35 años en ‘Entre tinieblas’. Para bien o para mal, los Javis, como se les conoce a esta pareja de directores y actores, no comparten el ánimo de transgredir que el manchego enarbolaba en los años de la Movida. Lo suyo es más bien un tono entre la candidez, el petardismo de raíz almodovariana y un fino oído para las expresiones de la calle. Se puede no entrar en ‘La llamada’, pero es innegable que conecta con un público joven y que todos sus actores desprenden gracia y naturalidad.

El fenómeno ‘La llamada’ empezó en el hall del teatro Lara en Madrid y después pasó al escenario principal con funciones llenas durante cuatro años. Más de 400.000 espectadores que iban sumando conversos, que repetían sesión y se sabían las canciones de memoria. Canciones de Whitney Houston, porque esta es la historia de dos chicas en un campamento cristiano (Macarena García y Anna Castillo) y de un Dios con chaqueta de lentejuelas (Richard Collins-Moore), que se les aparece descendiendo una escalera como en un musical de Broadway y clavando ‘I Will Always Love You’.

Suena también mostrenco, pero funciona. En un cine tan torpe cuando toca un número musical como el español, ‘La llamada’ arrebata cuando los protagonistas se lanzan a cantar y bailar. Hay mucha ternura en el retrato de esas dos monjas encarnadas por Gracia Olayo y Belén Cuesta, la primera dispuesta a servirse de la música para meter en vereda a las díscolas amigas y la segunda sumida en una crisis de fe. La vis cómica de todas las actrices es clave en el éxito de una comedia que puede funcionar por igual entre modernos que entre familias conservadoras.

«La película pretende ser una fiesta y a la vez hacer reflexionar sobre lo importante que es no mirar al otro por encima el hombro, respetar todas las opciones», contaron los Javis en San Sebastián. Su principal reto era atrapar la frescura de la obra teatral. «Nos daba miedo cortar ciertas cosas que habían funcionado muy bien en teatro. Por otro lado, habíamos escuchado tantas veces el texto y lo teníamos tan claro que eso se convertía en un arma de doble filo, necesitamos volver a sentir lo que queríamos contar cuatro años después, porque en 2013 éramos otras personas».

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