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jueves, 15 de abril de 2021

Las imágenes del deseo


LAS IMÁGENES DEL DESEO  

Pepo Pérez

pepoperez@elperiodico.com

LA VOLUPTUOSIDAD  

Autor: Blutch 

Traducción: Ana Millán 

Rotulación: Eduardo Di Costa y Amiram Reuveni 

Editorial: Ponent Mon 

Páginas:  112 Precio: 20 €     

Sinopsis: en algún lugar de la campiña francesa se organiza una batida con cazadores de la región para atrapar a un "individuo", un animal feroz...  

Hace sólo veinte años, un cómic para adultos que se titulase La voluptuosidad hubiese sido casi con toda seguridad un relato de historias ejemplares construido a base de anécdotas costumbristas picantes, que permitieran con mayor o menor disimulo colar desnudos femeninos y alguna moraleja tan explícita como perogrullesca. Pero el cómic adulto de hoy no es el de entonces, y desde luego no lo es la nouvelle bande desinée que nos llega desde Francia, donde ya se ha producido el salto cuántico de madurez. Blutch (Christian Hincker, Estrasburgo, 1967) es uno de sus representantes más brillantes –junto a Joann Sfar, Christophe Blain, Marjane Satrapi o David B., entre otros- que, aunque tiene a sus espaldas una amplia carrera, sólo ahora comienza a ser traducido en nuestro país.    

La voluptuosidad (2006) refleja el estado actual de la evolución de Blutch, un camino experimental emprendido en Vitesse moderne (2002; de próxima edición en España) que pretende despegarse del relato literario convencional y, desde luego, de la influencia del cine. La realidad del mundo exterior y la del mundo interior de la mente se integran en una narración que posee la textura -y la lógica- de los sueños, y donde se habla de las cosas sin hablar directamente de ellas. El tema es el deseo sexual en diversas variantes, pero el discurso de Blutch, muy apoyado en el poder de sus imágenes, ha alcanzado un nivel de abstracción que obliga al lector a concretarlo con sus propias sensaciones y emociones. El tono es inquietante pero también de farsa, no en vano Blutch se gana el pan en la revista humorística Fluide Glacial,  y sus excepcionales lápices se muestran aquí inacabados pero precisos, graves y a la vez blandos, tan voluptuosos como el título del libro. En manos de Blutch, momentos como el del político abandonado en el campo sin cobertura en el móvil, o el del viejo cazador declarándose a la joven niñera, devienen poderosas alegorías que, sin explicar nada expresamente, lo explican todo. Lo contienen todo. 

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Una reseña que publiqué en El Periódico de Catalunya en mayo de 2007. 

sábado, 12 de julio de 2014

en la librería de la Cité


Esto es la sede principal de la Cité internationale de la bande dessinée et de l'image de Angoulême (en adelante, CIBDI), vista desde la Pasarela Hugo Pratt. La Maison des Auteurs en la que actualmente resido no se encuentra aquí, sino arriba, en la cima de la colina donde está el centro histórico y urbano de Angulema; subiendo la cuesta, vamos, una larga cuesta que sube desde la espalda de ese edificio que veis ahí. Otro día iremos de visita a la Maison; hoy toca echarle un vistazo a la sede de la Cité y sus alrededores. 

Aquí, en esta sede central de la CIBDI se encuentra actualmente la administración y la Biblioteca de la BD, así como varias salas de exposiciones. En la foto de abajo puede verse la sala de lectura de dicha biblioteca, dedicada al cómic de todas las nacionalidades (la mayoría en edición francesa, eso sí). También hay una estantería sobre teoría del cómic donde ya he descubierto algún libro interesante que no conocía y que me llevé prestado sobre la marcha. 
Foto de Caroline Janvier. Fuente de la imagen
La sala de lectura está dividida entre la parte infantil (al fondo en la foto) y el resto. Al lado de la estantería de revistas sobre cómic, que separa sutilmente las dos zonas, me encontré un ejemplar de la revista Pitch, cuya portada la ocupaba Les Campbell, del murciano afincado en Granada José Luis Munuera, una serie que publica originalmente la editorial Dupuis (Dibbuks en la edición española). 

Leer el último número de Lapin, la revista-libro de L'Association, da siempre prestancia aunque lleves vaqueros y chándal. Detrás del señor que lee, el revistero de novedades en la Biblioteca de la CIBDI.
En la parte superior de este edificio principal de la CIBDI se encuentra el acceso al Cinema de la Cité, que, como dije, es donde vi el otro día Under the Skin.

No os podéis hacer una idea de lo que disfruto yendo al cine de verdad, y más cuando, como en el caso de la película de Jonathan Glazer & Scarlett Johansson, veo algo que me entusiasma. El cine de la Cité, por cierto, no es poca broma. Su sala 1, por ejemplo, es bastante más grande de lo que uno se puede imaginar viendo esa minúscula entrada. Es un cine muy bien montado que ofrece a la ciudad —y a la región— las típicas películas del circuito independiente, incluyendo versión original subtitulada para las de habla no francesa. En Angulema hay otro cine, un típico multisalas de cine comercial (que por cierto aquí doblan también), al que tendría que ir si por ejemplo quisiera ver la última de los X-Men. Doblada en francés, eso sí.
Los que hayáis asistido al Festival de cómic de Angulema alguna vez habréis visitado el edificio de la CIBDI con toda seguridad, entre otras razones porque aquí se organizan algunas de las principales exposiciones de cada edición del festival, entre ellas habitualmente la del autor que ganó el Gran Premio el año anterior. Hasta hace unos años este edificio albergaba también la exposición permanente de la CIBDI, un recorrido por la historia del cómic internacional desde sus orígenes que incluía numerosas páginas originales, de Winsor McCay a Chris Ware pasando por autores europeos (por supuesto) o japoneses. En la actualidad dicha permanente, que ahora es bastante diferente, está ubicada en el nuevo Museo de la CIBDI, que está justo enfrente del edificio de las imágenes, cruzando la Pasarela Hugo Pratt.
Una pasarela construida recientemente que fue inaugurada, si no me equivoco, en 2008. Se construyó para cruzar el río que da nombre a la región, el Charente (abajo, vista del Charente desde la Pasarela Hugo Pratt). 
La Pasarela une el edificio principal de la CIBDI con la sede del nuevo Museo de la BD y la Librería de la CIBDI, inaugurada en 2009.
Ahora ya sabéis por qué la Pasarela fue bautizada Hugo Pratt, una figura del cómic que sigue siendo de la máxima importancia aquí.
Esta es la fachada del nuevo Museo de la BD y de la Librería de la CIBDI. Hoy vamos a hacer una pequeña visita guiada a la librería; el Museo lo dejamos para otro día.

EN LA LIBRERÍA (DE CÓMIC). La Librería de la CIBDI dispone de 270 metros cuadrados dedicados al cómic, con 40.000 referencias en catálogo y unas 4.000 novedades que ocupan la mayor parte del material expuesto. Entre ellas destacan como más vendidos ahora mismo, según reza en en la web de la librería, lo último de Riad Sattouf, L'arabe du futur (puesto 1) o el tomo 7 de XIII Mistery, una serie derivada del best seller XIII. Hay también a la venta, por supuesto, un abundante merchandising relacionado con el cómic. De hecho el clásico letrero de los museos, «Exit Through the Gift Shop», «Salida por la tienda», se convierte aquí también literalmente en una «Entrada por la tienda», puesto que el único acceso (y salida) al Museo es ahora mismo a través de la puerta de la librería. 
Panorámica de la librería de la CIBDI. Foto de Cyril Bruneau. Fuente
Los muy «angulemos» que hayáis asistido alguna vez al Festival de BD de enero recordaréis que la librería de la CIBDI solía estar situada en la planta baja del edificio de la Cité, el de la gran cristalera que hemos visto arriba. Bien, ya no está ahí; esto que veis es la nueva librería, al otro lado del río. Mejor montada, más grande y ambiciosa. 

En ella uno se puede encontrar ahora mismo novedades como estas:
Aquí hay algo que me suena. Zoom:
La nueve es el título francés (así, en español) de Los surcos del azar, de Paco Roca (Astiberri), subtitulado Les Républicains espagnols qui ont libéré Paris. Como podéis comprobar, la última y monumental novela gráfica de Paco Roca, para mi gusto su mejor obra hasta el momento, lleva nueva portada, dibujada expresamente por Paco para Delcourt, la editorial que la ha publicado en Francia igual que otros cómics suyos. Debo decir que me gusta más esta edición, tanto por la portada (que puede verse a gran resolución en el blog del autor) como por el formato, algo más grande que el original español, donde los dibujos de un Paco más documentado y detallista que nunca lucen mejor. El libro aparece como novedad destacada con esa pegatina promocional que reza «Leído y aprobado por tu Súper Librería». 

Más novedades en la librería de la CIBDI que me resultan familiares:
Sí, es la edición francesa (Casterman) del Beowulf de Santiago García y David Rubín, cuyo formato por cierto es curiosamente más pequeño que la edición original española de Astiberri. El propio Santiago comentaba el asunto en su blog

Más cosas conforme este señor avanza por la librería husmeando en sus estanterías.
Las secciones de la librería están divididas, aparte de las novedades en las mesas de la primera parte, en una parte infantil-juvenil situada convenientemente en el hall de la librería, otra dedicada al manga, otra al cómic norteamericano (básicamente superhéroes) y otra a series europeas que no encajan en todo lo anterior. En la última mesa de la librería pueden encontrarse libros publicados por autores que han pasado como residentes por la Maison des Auteurs de la CIBDI. Entre ellos (foto de arriba) Delphine Rieu, que escribió el guión de Lolita HR, dibujado por el asturiano Javier Rodríguez. Glénat España lo publicó en nuestro país.
Justo en la mesa de al lado me encontré la edición francesa del Heptameron de María Colino, recientemente reeditado en España por De Ponent, un libro que aquí publicó el Museo de la BD, y el tercer tomo de Los viajes de Juan Sin Tierra (Astiberri), de Javier de Isusi (publicado en Francia por Rackham, la editorial que suele sacar aquí el material de Isusi). Hay algunos saldos, pero bien pocos. Me informan de que las editoriales tienen un acuerdo para destruir su material no vendido y evitar los saldos; de ahí la escasez de rebajas notables en los cómics.

En esa misma zona están los libros de L'Association, entre ellos dos de Max (el que no sale en la foto es la edición francesa de Vapor, pero está en ese mismo estante; ambos publicados originalmente por La Cúpula)
y la estantería de «los contemporáneos», de la A de Alfred a la W de Winshluss. 
En esta estantería es, para entendernos, donde pueden encontrarse a los autores de la ya «vieja» nouvelle BD y de novela gráfica, no solo francobelga: de Blutch a Burns pasando por Satrapi, Sattouf, Guibert o Blain. De este último, por cierto, yo no había visto la edición original de su Quai d'Orsay y me ha sorprendido descubrir ahora (bueno, «sorprendido») que Dargaud lo editó como álbum francobelga convencional, o sea, bastante más grande que la edición española de Norma, que lo adaptó en cambio al formato libro habitualmente relacionado con la novela gráfica. Paradojas del mercado cambiante de los últimos años.
IMPRESIONES DE LA ISLA. Hasta aquí los «hechos» en la librería. Llega el momento, digamos, de las impresiones, subjetivas e intransferibles, y como tal discutibles, pero también sinceras. La sensación que he tenido hojeando las novedades es, honestamente lo digo, la de un mercado estancado en el que los autores «contemporáneos» destacados son básicamente la generación de la nouvelle BD, es decir, autores que empezaron hacia 1990, nada menos, y que hoy de «nouvelle» no tienen nada. Autores que en realidad ya son «clásicos» incontestables y que incluyen a figuras de máximo nivel mundial, entre ellos dos de mis favoritos de todos los tiempos: Blutch y Emmanuel Guibert. He comprobado también aquí la variedad de formatos que hace dos décadas no existía en el mercado francobelga, pero, repito, no he visto nada realmente «nuevo» que me haya sorprendido, como sí me sorprendían un montón de novedades que aparecían en el mercado francobelga hace quince años. Es como si la industria hubiera asimilado completamente todas las aportaciones de la nouvelle BD de los noventa... y ahí se hubiera quedado. Esperando la siguiente «revolución» que no acaba de llegar.

Soy perfectamente consciente de que los jóvenes autores francobelgas publican cosas alucinantes en pequeñas tiradas muy cuidadas. Fui testigo de ello en el último Festival de Angoulême al que asistí (2009), y autores residentes en la Maison ahora me confirman que efectivamente siguen apareciendo, pero nada de esto está a la venta en la librería, «limitada» en este sentido a las novedades de las estructuras editoriales ya establecidas (no hay otra librería de cómic en Angoulême, por cierto, al menos que yo conozca, y he preguntado al respecto). A diferencia en este sentido de las librerías de cómic estadounidenses que visité el pasado verano, donde sí podías encontrar todo el nuevo cómic de la autoedición y la small press en su sección correspondiente, compartiendo el espacio de la tienda con el material más, digamos, mainstream. De esto último sigue habiendo más que nunca en el mercado francés; no faltan novedades de BD comercial juvenil sino todo lo contrario, pero de eso hablaré en un próximo post. Y ahora viene la impresión que posiblemente resulte más «polémica»: salvando las distancias de magnitud (el mercado francobelga es mucho mayor que el español, esto es un hecho indiscutible), mi impresión, seguramente parcial y errada pero, repito, honesta, es que el sistema editorial del cómic español está ahora más vivo creativamente por comparación, y basta mirar las novedades producidas en España en los dos últimos años para comprobar la variedad, la calidad y, sí, también, la originalidad de las propuestas.

He observado de hecho un fenómeno casi insólito: acostumbrados como estábamos a copiar a los franceses (o americanos), he podido ver últimamente más de un cómic producido en Francia que sigue como modelo descarado a Paco Roca. Un mercado, el español actual, donde conviven autores veteranos que siguen activos con nuevas obras (los Max, Gallardo, Altarriba & Kim, Sento y cía.), más la generación intermedia que representan los Paco Roca, David Rubín, Santiago García & co., más la nueva generación de autores que debutan con obras de envergadura y auténtico nivel internacional (José Domingo o Nadar, entre otros). A la vista está en esta librería con la edición francesa de algunos de esos títulos españoles, ya internacionales, como atestiguan las fotos. En un mercado tan competitivo como el francobelga, una grande como Casterman o Delcourt no se arriesga publicando un cómic producido en España salvo que confíe en su calidad y potencial comercial. ¿Y de dónde está saliendo eso? Del mercado de la novela gráfica española, que apenas tiene diez años. Soy perfectamente consciente de todas las limitaciones de un mercado como el nuestro y no me voy a poner triunfalista, pero solo quiero dejar constancia aquí de un fenómeno, el nuevo interés por el cómic producido recientemente en España, con novedades que incluso lideran tendencias, que no había visto probablemente desde los años ochenta.

Por contraste, la sensación de mercado estancado, e incluso, voy a decirlo sin rodeos, en recesión y abierta crisis se ha confirmado con las últimas noticias de la industria francobelga que me han llegado aquí. Pero de eso hablaré en el siguiente post.  

lunes, 14 de octubre de 2013

«ACCIÓN»




VIVÈS / RUPPERT & MULOT
“La gran odalisca”
DIÁBOLO

POSGÉNERO Cuando la mentalidad de autor llama a la puerta de la vieja industria del cómic, suceden cosas como “La gran odalisca”. Invocando el espíritu de la nouvelle vague, Vivès (1984) y los experimentales Ruppert (1979) & Mulot (1981) revisan géneros tradicionales desde su mirilla personal. Las fórmulas argumentales –un thriller de atracos aquí– se toman a la ligera como lo que son, fórmulas, y por tanto ya no hay que justificarlo todo sino más bien nada. Por la misma regla, el dibujo se libra de las antiguas cadenas, la representación del más mínimo detalle, y vuela libre como la historia. 122 contundentes páginas donde los héroes-ladrones son mujeres, las citas al arte tienen resonancias ambiguas y la “acción” es tan física como íntima. Lo que importa son las relaciones entre los personajes y todo lo que no se han dicho antes de que baje el telón. 

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Una reseña de La gran odalisca (Diábolo) que publiqué en Rockdelux a comienzos del verano. Amplío ahora un poco el rollo a partir de mis notas sobre esta fascinante obra, un cómic que devoré como si no pudiera terminarlo al día siguiente, y que desde luego me dio muchas ganas de volver a leer los nuevos trabajos de Bastien Vivès (1984) después del chof que tuve con su Polina. Sospecho por otra parte que los bromistas Ruppert & Mulot son los responsables de los chistes más perversos en La gran odalisca, dos grandes nombres del cómic de vanguardia reciente de los que sin embargo, hasta donde yo sé, aún no se ha publicado nada en español, exceptuando obviamente este cómic. Ruppert (1979) y Mulot (1981), que se conocieron cursando sus estudios artísticos en la Escuela Nacional Superior de Arte de Dijon, empezaron a colaborar en un fanzine que realizaron juntos antes de ser fichados por Jean-Christophe Menu para L'Association, la editorial en cuyo catálogo puede encontrarse el grueso de su obra. Por cierto que en Estados Unidos vi a la venta en bastantes sitios su Barrel of Monkeys, la edición en inglés de Panier de singe, editada originalmente en Francia por L'Association en 2006 y publicada en Estados Unidos este año por Rebus Books, la editorial de Bill Kartalopoulos.

No es la primera vez que Vivès trabaja a cuatro manos (Por el imperio, junto a Merwan), aquí seis en realidad, porque la colaboración se extiende a la historia y al dibujo. Sí, todo lo escriben y dibujan entre todos, aunque el dúo Ruppert & Mulot se haya encargado de perfilar el guión final. Si tienes curiosidad por ver un poco del proceso creativo de La gran odalisca, en esta entrevista a Rupper & Mulot hay una muestra de la evolución de un dibujo conforme cambiaba de manos. Si estos últimos dibujan sobre papel, Vivès lo hace digitalmente con la Cintiq, a veces trabajando encima de los dibujos previos de Ruppert & Mulot; los tres autores compartían lo que iban realizando a través de la nube, vía Dropbox. Algo que muchos de nosotros estamos haciendo desde hace tiempo gracias a dios, digo a internet, que lo está globalizando todo de verdad. Tiempos nuevos, tiempos salvajes. 

La gran odalisca puede entenderse en varias claves, y ése es uno de sus atractivos. Hay algunos referentes obvios, que yo evité en la minirreseña para Rockdelux porque me parecían engorrosos en un texto tan breve y preferí centrarme en cuestiones más importantes. Pero sí, ahí está el antecedente directo de Cat's Eye, manga y anime de gran éxito popular sobre tres ladronas de arte 
creado por Tsukasa Hojo, del que La gran odalisca sería una parodia, si hacemos caso a lo que dice Florent Ruppert (él y Mulot vieron de chavales el anime Cat's Eye), o la cita, si queremos verlo así, a  Los Ángeles de Charlie (en la nota de prensa promocional de Diábolo se describe La gran odalisca con gracia y precisión de esta guisa: «Imagina que las bellas Ángeles de Charlie hubieran sido malas»; dejo para otro momento el tema, complejo, de qué puede tener en común nuestra época con los sesenta y setenta para que estén tan de moda como entonces los héroes amorales o directamente canallas). O, sobre todo, la reinterpretación del subgénero criminal de ladrones de guante blanco, que por cierto cuenta con una robusta tradición en Francia, de Les Vampires a Fantômas. No falta quien ha comparado este cómic con las películas de Tarantino, y no le falta razón, aunque yo creo que los tiros no van exactamente por ahí. 


En realidad La gran odalisca tiene más que ver, a mi juicio, con el espíritu de la nouvelle vague, una de las fuentes mayores de las que ha bebido Tarantino. Leyendo La gran odalisca no pude evitar acordarme más de una vez, y de dos, de películas como Pierrot le fou o À bout de souffle, Al final de la escapada. Y por ahí viene, creo yo, la conexión con Tarantino: Godard, es bien sabido, es uno de sus maestros reconocidos. Como Tarantino, como Godard en su día, veo al equipo Vivès-Ruppert-Mulot buscando el modo de reinterpretar en clave personal y experimental una vieja tradición de género para actualizarla con algo que sea relevante y moderno a la vez, contemporáneo, no retro ni vintage. Como en las películas de Godard y Tarantino, la peripecia argumental y los clichés de género se transforman en otra cosa, más abstracta y emocional, y de este modo vemos a los personajes hablar sin parar de sus líos amorosos, de sus caprichos hedonistas, de cualquier banalidad o de, al fin, sus verdaderos sentimientos, mientras corren de museo en museo, de cama en cama y de país en país para cometer sus crímenes con el mismo espíritu nihilista de los protagonistas de Pierrot le FouAl final de la escapada. 


La comparación que establezco con la nouvelle vague tampoco es casualidad, en el sentido de lo que ha sucedido en la historieta francesa en los últimos 15-20 años a raíz de la llamada nouvelle bande dessinée. Jóvenes historietistas que empezaron en los noventa en editoriales independientes, algunas de ellas cooperativas de autores como L'Association, y llamaron tanto la atención con sus trabajos, frescos e innovadores, que consiguieron renovar la gran industria del cómic francobelga por la vía de la integración, es decir, publicando en grandes editoriales de BD tradicional como Dargaud o Dupuis, a menudo alternando esos trabajos con proyectos para las pequeñas editoriales en las que empezaron a publicar. Me refiero por supuesto a los Lewis Trondheim, Joann Sfar, David B., Emmanuel Guibert, Blutch y compañía, que han publicado y siguen publicando a ambos lados del río

Precisamente una gran casa como Dupuis es la que editó el año pasado en Francia La gran odalisca, y aquí tenemos de nuevo el fenómeno: joven autor que publica en pequeñas y grandes editoriales, Bastien Vivès, perteneciente ya a la siguiente generación, más dos autores experimentales como Ruppert & Mulot, habituales de L'Association, produciendo un cómic para un emporio editorial como Dupuis en formato de álbum a color (que firma la colorista Isabelle Merlet). Un formato sin duda asociado a la bande dessinée tradicional, pero publicando la obra en Aire libre, la colección «de autor» de Dupuis, creada para albergar cómics no basados en la serialidad larga y pensados para un público más maduro. «Queríamos intentar realizar una bande dessinée de acción para ver que podíamos hacer en ese formato y ese registro», declaraba Jérôme Mulot, para quien publicar en Dupuis no significa un «reconocimiento a su trabajo» sino una «experiencia suplementaria». Una experiencia en la que, ha explicado también Mulot, las relaciones con el editor fueron similares a las que mantienen cuando publican en L'Association. De hecho a Dupuis le llevaron el álbum terminado en un setenta por ciento.

¿Qué es lo que resulta tan cool en La gran odalisca, lo que la hace tan diferente o «especial» respecto a otras bande dessinées de acción? Parece inevitable ver a estas tres protagonistas femeninas como un nuevo capítulo en la idealización de la mujer, el tema personal favorito de Vivès, pero yo creo que hay más. Sin duda poner a tres mujeres protagonistas a hacer el gamberro –y que de verdad tienen mucho peligro– es un gesto cargado de significado en relación al protagonista tradicional del género de acción, masculino. También, a diferencia por ejemplo de Los ángeles de Charlie, estas ladronas, que no detectives, no trabajan para un amo masculino que permanece en la sombra, idealizado y adolatrado por «sus chicas». Estas (anti)heroínas son completamente autónomas respecto al hombre, un hombre al que de hecho manejan cuando viene al caso y se les pone a tiro. Pero más allá de eso, y siempre en mi opinión, lo que hace tan diferente a La gran odalisca es que no es una BD de acción tradicional. Aquí resulta mucho más importante todo el aspecto formal, la sensualidad de las imágenes, los cuerpos en movimiento y la estructura, que «contar una buena historia», y esto se ve constantemente en las digresiones, las elipsis y el concepto general «por la cara» de todas las peripecias argumentales. Se ve en el mismo dibujo, liberado de la obsesión artesanal, habitual en la BD tradicional, de dibujarlo «todo». Como la línea del dibujo, nerviosa y libre, que omite detalles y decorados cuando no hacen falta, una suerte de «línea clara» que se ha soltado el pelo, la historia va a su bola buscando la poética de la forma, de la secuencia y del color. Si se trata de un cómic de acción y aventuras, ¿por qué hay que justificarlo todo, sean «motivaciones» de los personajes o justificaciones racionales del argumento? En realidad, ¿por qué no justificamos nada de nada? Total, esto no es la realidad sino una creación, es dibujo, así que hagamos de esto un verdadero festival de acción visual. Precisamente. ¿A que quedaría guapa (es decir, bella) una página con una chica en moto que vuela usando de rampa la Pirámide de la plaza del Louvre? De hecho, ésa fue la primera escena que visualizaron los autores. 


Como La gran odalisca de Ingres (1814), que tenía tres vértebras de más porque al artista le parecía más bello el cuerpo femenino alargado, estilizado por tanto, aquí no se trata de imitar a la realidad sino de crearla. La realidad de la obra, con leyes propias y ajenas al mundo real, que sólo tiene sentido dentro de la obra. Como el cuadro de Ingres, esta Gran odalisca también es «exótica» y «romántica» en un cierto sentido, además de una fantasía manierista que se recrea en la forma para reinterpretar las manieras de la tradición previa. De este modo, los clichés de género (acción–criminal–subgénero ladrones de guante blanco, etc.) se usan, retuercen o desechan al antojo de Vivès, Rupert & Mulot, sencillamente porque sus intereses son otros. Por un lado la ACCIÓN, pero la acción «pura», representada por las imágenes en lo que alguien podría llamar un ejercicio de estilo; paradójicamente, cuando la acción se libera del corsé de contar una «buena historia» y se sitúa más allá de las fórmulas argumentales de género (y de la preocupación ilusionista de atar sus cabos), es cuando sale una obra de acción de verdad. Por otro, los SENTIMIENTOS íntimos de los personajes, dichos por la palabra y el gesto. Ambos elementos, acción y sentimientos, lo exterior y lo interior, aparecen asociados de manera deliberada como si fueran la misma cosa, a menudo en la misma escena: mientras roban un cuadro, escapan de la policía o planean el ataque a unos mafiosos mexicanos. La amistad, el amor y el desamor, el flechazo repentino, el subidón en la discoteca y la resaca posterior en una playa triste, la vida si queremos resumir, es la acción
Como en Lost in Translation, no podemos «oír» lo que realmente importa, sólo «verlo» 
Veo la portada de La gran odalisca como un resumen simbólico de lo que es la obra. Como sucedía en muchos álbumes infantiles y juveniles de la BD tradicional, la imagen de cubierta elegida por Vivès-Ruppert-Mulot es «mentira» porque no aparece en ninguna escena del interior del cómic, aunque sea «verdadera» en el sentido de que sí resume la «aventura» –de la forma más atractiva e impactante posible– que podemos encontrar en del álbum.


Una aventura de Bob Morane. Les contrebandiers de l'atome, 1974, Henri Vernes y William Vance
A diferencia de una BD tradicional, en la portada de La gran odalisca aparece un elemento que estaría vedado en un cómic infantil, una mujer desnuda. Es decir, un elemento adulto que avisa al posible lector desde la cubierta de a quién va dirigida la obra. La imagen elegida corresponde además a un sueño que cuenta en el interior una de las protagonistas, no a la aventura «real» que se narra en el cómic; sin embargo, se trata de una imagen soñada que representa alegóricamente las relaciones entre los personajes y por ende el tema de la historia: el vínculo sentimental que tiene con la otra protagonista. Por tanto, la imagen de portada tampoco nos «miente» sobre lo que vamos a encontrar en el interior. El resultado neto es que el motivo elegido para ocupar la portada de un álbum de «acción», aunque aparentemente remita a una aventura física, es en realidad un elemento onírico, íntimo, sentimental. En una palabra, personal. Pertenece al mundo de los sentimientos, el terreno propio del interés de los adultos, no al mundo de la aventura física literal, un terreno de fantasía más propio del interés infantil. Aquí ambos mundos consiguen darse la mano. Y de este modo, la tradición se reinventa en otra cosa. 



Como ya me conozco el percal, no está de más aclarar algo antes de seguir: NO, por supuesto que no estoy «en contra» del cómic infantil, me parece saludable y estupendo y maravilloso que siga existiendo, y de hecho tengo la casa llena de cómic infantil porque ése fue el que consumí durante mi infancia y adolescencia, y también porque la historia del cómic está llena de él. Lo que pasa es que ahora soy un adulto, y como tal me interesan cosas para adultos. Y si hablo de cómics recientes que me interesan, como es el caso, prefiero hacerlo de cómics que como adulto a mí me apetece leer porque ya no soy un chaval. Lo saludable, no está de más recordarlo, es que no haya sólo cómics para chavales, que era lo que sucedía hace no tantos años. Que también haya cómics para adultos, cómics verdaderamente adultos, sean éstos de ficción, de no-ficción o de ficción de género.

No hace mucho conversé de La gran odalisca con alguien que, me dio la impresión, lo veía como un álbum normal de BD frente a las «novelas gráficas de tantas páginas que se hacen ahora». Se sorprendió cuando le señalé que en realidad se trata de un libro de 122 páginas, nada menos, frente al tradicional álbum francobelga de 46-48, paginación estándar pensada en su día para un público de chavales y para satisfacer otras exigencias industriales que hoy día no existen. Mi impresión es que esa persona se había «bebido» de un tirón La gran odalisca sin percatarse de la cantidad de páginas de la obra, y que la asociaba a la BD tradicional por el formato álbum, y a color. Pero las cosas no son tan sencillas. Si este cómic funciona como funciona, y os gusta tanto como a mí, es necesario tener en mente que –igual que comentaba un post más abajo sobre Papel estrujado– eso se debe a que los autores han podido dibujar todas las páginas que han necesitado. Particularmente porque de vez en cuando hay viñetas «de impacto», enormes, que exigen mayor espacio para desarrollar las escenas, en lugar de someterse absurdamente a formatos convencionales del pasado, rígidos y homogéneos, concebidos para necesidades de otra época. Tampoco está de más recordar que hace sólo dos décadas un álbum de 120 o 150 páginas era un artefacto poco habitual en el mercado francobelga (ejemplo: 1992, Trazo de tiza, Miguelanxo Prado: 63 páginas de historia), a diferencia de hoyY que, en mi opinión, ha sido la libertad en formatos, temas y estilos que desplegaron los autores de la nouvelle bande dessinée (y, previamente, pioneros como Tardi y otros), sumado a la influencia de la novela gráfica norteamericana de la década pasada, los que han permitido que un autor que trabaja hoy día en la industria francobelga pueda elegir el formato y la extensión que mejor se ajuste al concepto de obra que tiene en la cabeza. Más grande o más pequeño, libro o álbum, de más o menos páginas, a color o en blanco y negro. O que un mismo autor pueda compaginar la realización de cómics infantiles con novelas gráficas para adultos, como hacen Emmanuel Guibert y otros. Este último aludía al asunto en la entrevista que le hizo Alberto García para el libro colectivo Supercómic, coordinado por Santiago García (Madrid, Errata Naturae, pág. 336):
[Alberto García] ¿Cómo nace una historia en tu cabeza? ¿Surge a partir de una idea o surge a partir de las imágenes? 
[Emmanuel Guibert] Depende del tipo de historia. Algunos de mis libros no han sido traducidos en España, pero puede que sepas que también hago trabajos para niños, cómics para niños que son totalmente ficción. Cuando realizo novelas gráficas para adultos, que como sabes suelen estar relacionadas con historias que han vivido amigos míos, son historias reales, historias que parten directamente de la realidad. 


Lo que quiero decir con todo esto es que La gran odalisca, a mi juicio siempre subjetivo y por tanto discutible, es una auténtica novela gráfica tal y como la entendemos ahora, y no un álbum de BD tradicional. Por sensibilidad, por modo de producción y por el público para el que está pensada, que no es infantil precisamente. Es cómic de autor para adultos, producido con una mentalidad artística, no industrial en el sentido de la BD tradicional. Que La gran odalisca esté publicada por una gran editorial, en un formato grande de álbum a color, justamente para poder desplegar un grafismo que es parte fundamental del concepto de la obra, o que se trate de un cómic de acción y ficción criminal, sólo nos dice que una novela gráfica de nuestros días no tiene por qué ser dibujada en blanco y negro, ni publicarse en una «pequeña editorial independiente» o en un formato más reducido de novela literaria, ni tiene por qué ser «autobiográfica» o tratar «temas sociales». La novela gráfica, tal como la entendemos hoy día, es muchísimo más amplia que todo eso, y excede de los marcos del cómic tradicional. Y no hay límites a lo que puede ser, salvo —ahora sí, al fin— los que decida el autor.



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Otra reseña de La gran odalisca en Intramuros
Comentario de la obra en el blog Mandorla

Actualización 15/10/2013
Reseña de Absence en GenComics
Otra más de El lector impaciente
Y una reseña en francés sobre las tres Gracias y otras citas a la historia del arte (también spoilers) de La gran odalisca

miércoles, 25 de noviembre de 2009

LOS MEJORES DE LA DÉCADA SEGÚN ROCKDELUX

UNA DÉCADA DE NOVELA (GRÁFICA)

Ahora que termina, ya puede decirse: esta década ha sido histórica para el cómic. La generación de creadores independientes de los noventa (autores norteamericanos como Chris Ware, Charles Burns, Daniel Clowes, Chester Brown, Joe Sacco o Seth; franceses como el colectivo L’Association, integrado por dibujantes como David B., Lewis Trondheim, Emmanuel Guibert, Joann Sfar o Marjane Satrapi, entre otros) ha producido en estos diez años un número insólito de obras cuya excelencia ha conquistado el corazón del público adulto, ése que no solía leer tebeos, y en algunos casos como auténticos superventas (“Persépolis”, de Marjane Satrapi). El movimiento, con origen principal en Norteamérica, es transnacional y tiene relevantes aportaciones europeas (a los citados autores franceses habría que sumar suizos, italianos, israelíes o españoles) y japonesas, particularmente de autores de manga cuya sensibilidad ha conectado muy bien con el lector adulto europeo (Jiro Taniguchi o Suehiro Maruo, entre otros).

El movimiento tiene nombre: novela gráfica. Frente a la tradicional concepción del cómic como producto industrial de masas, basada en las series sin fin, los personajes -que podían pasar por las manos de muy distintos autores-, los géneros y formatos estandarizados, los creadores relevantes de esta década han hecho bandera de la libertad creativa, los temas adultos, la obra autoconclusiva (“novela”) y el formato personalizado. La crisis de ventas de la industria ha dejado sitio al Autor. Estas novelas gráficas adoptan formatos de libro variables, porque los historietistas han tomado conciencia de que el diseño íntegro de la obra afecta profundamente a su percepción por el lector. El gurú que abre el camino en Occidente es Chris Ware y su “Jimmy Corrigan” (2000), un genio cuya clarividencia y hallazgos formales están inspirando a muchos de sus coetáneos, caso evidente de Daniel Clowes (“Ice Haven”, 2005) o Seth (“George Sprott”, 2009).

Muchos de los nuevos lectores que han descubierto fascinados esas novelas gráficas piensan que son algo “distinto” del cómic. Evidentemente, son cómics, pero es significativo que las perciban diferentes porque sí suponen una ruptura de la tradición del cómic, y por eso constituyen un hito en su historia. Y esa ruptura, aunque tenga antecedentes tan ilustres como “Contrato con Dios y otras historias de Nueva York”, de Will Eisner (1978), o “Maus”, de Art Spiegelman (1972-1991), sólo por citar un par de ejemplos célebres, se ha consumado en esta década.

A este “nuevo cómic”, surgido en el mercado alternativo hasta alcanzar el de las librerías generales, se ha sumado la respuesta de la gran industria tradicional a los nuevos tiempos. Es el caso de la Marvel de comienzos de la década, con series de superhéroes tan renovadoras como “Fuerza-X / X-Statix” (2001-2004), de Peter Milligan y Mike Allred, y de otros gigantes editoriales como la francobelga Dargaud, que incluso creó una colección específica en el año 2000 para atraer a autores como David B. (en esa colección ha publicado la serie “Los buscadores de tesoros”), Joann Sfar (“El gato del rabino”) o Christophe Blain (“Isaac el pirata”). En España no hemos sido ajenos a esos cambios. Durante esta década hemos asistido a un resurgir del cómic español, a la aparición de nuevas editoriales (SinS Entido, Astiberri, Ponent Mon, Dibbuks, Fulgencio Pimentel, Bang, Apa-Apa o Diábolo, entre otras), y a la histórica creación de un Premio Nacional de Cómic, otorgado por el Ministerio de Cultura hasta ahora a dos obras, “Bardín el superrealista”, de Max, y “Arrugas”, de Paco Roca. [el texto se redactó y publicó antes de conocerse el nuevo Premio Nacional, otorgado a “Las serpientes ciegas”, de Hernández Cava y Seguí]

Algunas precisiones sobre nuestra selección de 20 cómics de la década, realizada en base a la fecha de edición original. Por esa razón no aparecen ni “Barrio lejano” ni “El almanaque de mi padre”, de Jiro Taniguchi, publicadas en Japón en los noventa aunque aquí las hayamos leído en esta década, ni tampoco “El bulevar de los sueños rotos”, de Kim Deitch (2002), o “Breakdowns”, de Art Spiegelman (2008), porl recopilar ambas material publicado décadas atrás. Tampoco se incluyen obras inéditas en España, caso de la obra maestra de Daniel Clowes, “The Death-Ray” (2004), o de la sublime “Travel” (2005), de Yuichi Yokoyama. Y sí queremos destacar algunos títulos publicados en castellano aunque no hayan podido entrar en la lista final. En concreto, el soberbio reportaje periodístico de Joe Sacco “El Mediador” (2003), el personalísimo slice of life de Jason (“Espera…”, 2001), el realismo sucio de Adrian Tomine (“Rubia de verano”, 2003), la memoria sentimental de Craig Thompson (“Blankets”, 2003) y de Gipi (“S.”, 2006), los experimentos de Blutch en la franja de lo infraleve (“La voluptuosidad”, 2006), así como las aportaciones de la novísima vanguardia: el fascinante Anders Nilsen (“Mitologías”, 2006), los ritmos hipnóticos y confesionales de Jeffrey Brown (“Inverosímil”, 2003), el gamberrismo creativo de Juanjo Sáez (“Viviendo del cuento”, 2004) o las investigaciones sensuales y emotivas de Dash Shaw (“Ombligo sin fondo”, 2008), Bastien Vivès (“El gusto del cloro”, 2008) y Sammy Harkham (“Pobre marinero”, 2005).

En 1992, Jean-Christophe Menu, ideólogo de L’ Association, afirmaba que quedaba “mucho trabajo por hacer para admitir la existencia de una historieta liberada de sus tópicos y de su imagen vulgar e infantil”. Hoy el cómic está abandonando la marginalidad cultural, tanto por haberse convertido en la última vanguardia artística como por su integración en el mercado literario general. Joann Sfar lo vio venir en 2002: “Creo que los cómics han perdido la batalla con las bellas artes porque una página colgada de una pared siempre será menos impresionante que un cuadro. (…) La batalla que pueden ganar es con la literatura. Porque, sin duda, un cómic es un libro, un objeto que tiene un contenido literario y cultural a menudo más interesante que lo que se está creando en la literatura contemporánea”.

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Lo de arriba es el texto introductorio que escribí para el Especial 25 aniversario de la revista Rockdelux (1 de noviembre 2009), lo publico aquí sin los cortes de última hora por las habituales exigencias de espacio. Tras ese texto aparece en el Especial una lista de 20 tebeos elaborada con los votos de los colaboradores de Rockdelux, teniendo en cuenta que cada título seleccionado lleva su reseña correspondiente. Es, por supuesto, una lista, entre tantas otras posibles. Por ejemplo, la de cada uno de vosotros. Va la lista del Rockdelux:

1.CATÁLOGO DE NOVEDADES ACME, Chris Ware (2005, Pantheon Books; 2009, Mondadori). Reseña Eduardo Guillot

2. EPILÉPTICO. LA ASCENSIÓN DEL GRAN MAL, David B. (1996-2003, L’Association; 2001-2007, Sins Entido, edición en un solo libro de 2009). Reseña Fernando Castro Flórez

3. FUN HOME, Alison Bechdel (2006, Houghton Mifflin; 2008, Mondadori). Reseña Antoni Guiral

4. EL FOTÓGRAFO. Didier Lefèvre, Emmanuel Guibert y Frédéric Lemercier (2003-2006, Dupuis; 2005-2007, Glénat). Reseña Vicenç Batalla

5. AGUJERO NEGRO, Charles Burns (1995-2005, Fantagraphics y Pantheon Books; 2006, La Cúpula). Reseña Quim Casas

6. BATMAN: DK2, Frank Miller y Lynn Varley (2001-2002, DC Comics; 2002 y 2005 -edición en un solo tomo-, Norma; 2006, Planeta DeAgostini). Reseña Elisa G. McCausland

7. GEORGE SPROTT. 1894-1975, Seth (2009, Drawn & Quarterly; 2009, Mondadori). Reseña Alberto "tio berni" García

8. LA EDUCACIÓN DE HOPEY GLASS, Jaime Hernandez (2008, Fantagraphics; 2008, La Cúpula). Reseña Enrique Vela

9. ISAAC EL PIRATA, Christophe Blain (2001-2005, Dargaud; 2003-2007, Norma). Reseña Joan Pons

10. LOUIS RIEL Chester Brown (2003, Drawn & Quarterly; 2007, La Cúpula). Reseña Valentín Vañó

11. EL GATO DEL RABINO, Joann Sfar (2002-2006, Dargaud; 2003-2007, Norma). Reseña un servidor.

12. SÚPER PUTA, Manel Fontdevila (2007, Glénat). Reseña Santiago García

13. PERSÉPOLIS, Marjane Satrapi (2000-2003; L' Association; 2002-2006, Norma). Reseña Juan Manuel Freire

14. LAS AVENTURAS DEL CAPITÁN TORREZNO, Santiago Valenzuela (2002-2006, De Ponent). Reseña Pablo "elpablo" Ríos

15. LA SONRISA DEL VAMPIRO, Suehiro Maruo (2000, Akita Shoten; 2002, Glénat). Reseña Óscar Palmer.

16. EL ARTE DE VOLAR, Antonio Altarriba y Kim (2009, De Ponent). Reseña Pepe Gálvez

17. DINERO, Miguel Brieva (2001- 2005, Ediciones Clismón y Dobledosis; 2008, Mondadori). Reseña Raúl Minchinela

18. PASCAL BRUTAL, Riad Sattouf (Desde 2006, Audie-Fluide Glacial; desde 2008, El Manglar-Dibbuks, y 2009, Norma Editorial). Reseña Rubén Lardín

19. BARDÍN EL SUPERREALISTA, Max (2006, La Cúpula). Reseña Yexus

20. METRALLA, Rutu Modan (2006; 2006, Sins Entido). Reseña Salvador Catalán

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Las reseñas de cada título pueden leerse impresas en Rockdelux Especial 25 aniversario. Os animo a leerlas si podéis, ya comprando el Especial ya pidiéndoselo prestado a algún amigo porque, sinceramente, creo que el nivel de las reseñas es muy alto, y la nómina de colaboradores que han accedido a participar en este especial, de lujo. Desde aquí muchas gracias a todos.
 
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