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divendres, de maig 23, 2008

LOS 8 DE MARVEL

Si en el pasado tardé más de 19 meses en llegar a escribir el post número 100, ahora sólo han hecho falta 10 y medio para doblar la cantidad. Para celebrarlo, un texto de los largos (sí, otro). Aquí llega... ¡EL NÚMERO 200!

La leyenda narra que Martin Goodman, propietario de Atlas, la editorial que todavía no era Marvel Comics, llegó a un acuerdo a finales de los cincuenta con la empresa distribuidora de la rival DC para sobrevivir a la crisis que sufría entonces el mercado del comic book. La implantación del Comics Code en 1954, un código de censura interno de las editoras, desencadenó el cierre de la línea de comic books de EC, que a su vez causó el cierre de la distribuidora Leader News, que se llevó consigo a otras muchas pequeñas editoriales que dependían del dinero que Leader les avanzaba gracias a los ingresos que generaban los tebeos de EC. El número de títulos se quedó en la mitad y los dibujantes emigraron a la publicidad o a las tiras de prensa.

A Goodman, además, le falló la distribuidora y despidió a todos sus trabajadores menos a Stan Lee; interrumpió la producción el verano de 1957 durante un año. A pesar de cancelar más de cincuenta cabeceras, Atlas se las arregló, tirando de material realizado con antelación o tal vez incluso de reediciones (desconozco el tema al detalle), para mantener una quincena de títulos en las tiendas. El mes de portada con menos colecciones fue octubre de 1957, que contó sólo con Patsy Walker #73 y el único número de Dippy Duck (distribuidos en julio, seguramente). El periodo de sequía en los quioscos terminó hacia el final del verano, cuando Goodman encontró una nueva distribuidora, la de DC, que sólo le permitía sacar ocho títulos al mes.

Éstas fueron TODAS las cabeceras de Atlas en octubre de 1957

La limitación de ocho títulos al mes a partir de finales de 1957 aparece recogida en varias fuentes:

1. «Goodman made a deal with rival publisher DC to get his few remaining comics to the stands via DC’s own distribution system, which usually carried a few other lines. However, DC agreed to handle only eight Goodman comic books a month». DANIELS, Les. Marvel. Five Fabulous Decades of the World’s Greatest Comics. Harry N. Abrams, Inc., Publishers. Nueva York: 1991. [pp.80-81].

2. «Marvel initially survived the aftershocks of 1954 better than most because publisher Martin Goodman distributed his comic books through his own distribution company. To save expenses, Goodman shut down his distribution operation and signed a contract with DC Comics, which agreed to distribute a monthly total of eight Marvel through its Independent News Company». WRIGHT, Bradford W. Comic Book Nation. The Transformation of Youth Culture in America. The Johns Hopkins University Press. Baltimore (Maryland, EEUU): 2001. [p.201].

3.
«Goodman convinced Independent News (a distributor owned by rival DC) to distribute their titles. But Independent wouldn’t let him publish forty to sixty books anymore. They’d take only eight a month, and these would contain mostly inventory work». RO, Ronin. Tales to Astonish: Jack Kirby, Stan Lee, and the American Comic Book Revolution. Bloomsbury Publishing PLC. Nueva York: 2005. [p.62].

Eso es lo que dicen las fuentes (también es posible que las dos últimas copien de la primera). Ocho es un número muy exacto, y yo quería saber qué ocho títulos sacaba Atlas/Marvel cada mes. Por supuesto, con la jugada de las colecciones bimestrales, podía producir hasta dieciséis diferentes, pero alternarlas de manera que
al mes aparecieran sólo ocho. Empecé a echar cuentas y no me salían.

Bueno, al principio sí. Entre noviembre de 1957 y septiembre de 1960 Atlas (o lo que quedara de ella, pues su logo dejó de aparecer en las cubiertas) efectivamente sacó ocho comic books por mes. ¿Cuáles? Éstos:

-desde el número #87 al #93 (y último) de Patsy Walker in... Miss America.
-desde el número #74 al #90 de Patsy Walker.
-desde el número #81 al #98 de Millie the Model.
-desde el número #39 al #55 de Two-Gun Kid.
-
desde el número #75 al #92 de Kid Colt Outlaw.
-desde el número #72 al #89 de Love Romances.
-desde el número #55 al #70 (y último) de Battle.
-desde el número #60 al #76 de Strange Tales.
-desde el número #49 al #60 de Journey into Mystery.
-desde el número #55 al #71 de Patsy and Hedy.
-el número #17 de Rawhide Kid, de agosto de 1960.
-el número #7 de My Girl Pearl, de agosto de 1960.
-desde el número #15 al #20 (y último) de Navy Combat.
-desde el número #14 al #29 (y último) de Wyatt Earp.
-desde el número #43 al #60 de Gunsmoke Western.
-desde el número #9 al #19 (y último) de World of Fantasy.
-desde el número #1 al #5 (y último) de Strange Worlds.
-desde el número #1 al #11 de Tales of Suspense.
-desde el número #1 al #11 de Tales to Astonish.
-desde el número #1 al #6 de A Date With Millie.
-desde el número #1 al #6 de Kathy, the Teenage Tornado.
-desde el número #60 al #77 de My Own Romance.

Da igual que se vean los números 100 y 102: Big Premiere Issue!

En total, 22 títulos que, bien repartidos, salieron de ocho en ocho. Los resaltados en negrita son los que mutaron en cabeceras de superhéroes. Se supone (o creía yo, cuando empecé a investigarlo) que la limitación impuesta por DC duró
hasta 1968, cuando Marvel convirtió Tales of Suspense y Tales to Astonish en Captain America y The Incredible Hulk (en abril); nacieron Captain Marvel, The Invincible Iron Man y Prince Namor, the Sub-Mariner (en lo que se conoce como mayo del 68, de conmemoración estos días); Strange Tales se transformó en Doctor Strange, provocando la independencia de Nick Fury, Agent of SHIELD (en junio); y apareció Silver Surfer (agosto). Lo cierto es que la ampliación de colecciones empezó incluso antes del famoso Fantastic Four #1. Retrocedamos.

Tres portadas, dos dibujantes, una única composición

A partir de octubre de 1960 (siempre según la fecha de portada), unos pocos números de Kid Colt Outlaw pasan a mensual, y lo mismo sucede, de forma permanente, con Strange Tales, Journey into Mystery, Tales to Astonish y, muy poco después, también con Tales of Suspense. En abril de 1961 finaliza My Girl Pearl y en junio es sustituida por Amazing Adventures, donde nacería Spider-Man el año siguiente. Estos movimientos ocasionan, si no me he equivocado contando ni me dejo fuera ningún título, que Marvel publique unos meses 11 y otros 9 colecciones hasta mayo de 1961.

Las colecciones más raras no sobrevivieron demasiado

Con Amazing Adventures comienza una oleada de nuevas cabeceras: Linda Carter (septiembre), The Fantastic Four (noviembre), The Incredible Hulk (mayo 1962), The Amazing Spider-Man (marzo 1963), Sgt. Fury and His Howling Commandos (mayo), The Avengers (septiembre), The X-Men (septiembre) y Daredevil (abril 1964). Con pocas variaciones, durante esta época Marvel saca entre 10 y 11 títulos al mes, cantidad que con el paso a mensual de Fantastic Four, Amazing Spider-Man, Sgt. Fury y The Avengers ya no bajará de 11. Luego, unos meses 13, otros 11; después unos 12, otros 13, alguno 15... The X-Men y Daredevil también son mensuales. Es evidente que los muy ajustados ocho quedaron atrás hace tiempo. Eso sin contar los Annuals, claro.

Aunque ahora lo parezca, entonces Marvel no sólo publicaba superhéroes. En un momento tan álgido para el género como fue La trilogía de Galactus (marzo a mayo de 1966), las siguientes colecciones pre-FF seguían en el mercado: Millie the Model, Two-Gun Kid, Kid Colt Outlaw, Patsy and Hedy, Rawhide Kid y A Date With Millie.

Ante el escenario expuesto, sólo pudieron ocurrir dos cosas:

POSIBILIDAD A: El acuerdo de distribución entre Marvel e Independent News se renegoció y fue ampliando con los años.

POSIBILIDAD B: Marvel engañó miserablemente a DC para ganar terreno en los quioscos. Lo que a su vez implica: b.1) Que en DC no sabían contar; o b.2) Que en DC no se preocuparon demasiado por la competencia (esto sí es cierto: las altas esferas despreciaban el estilo Marvel).

¿Alguien conoce cuál es la correcta?

PD: todo esto es algo que me he encontrado en el camino de preparación de mi proyecto final de carrera, que debo haber entregado dentro de justo cinco (5) semanas. Hasta que no lo acabe no informaré con más detalle.

dissabte, de gener 26, 2008

MONO DE NATIONAL

Gandia se está convirtiendo en un verdadero pozo negro de la distribución. En Futur@ no se renuevan las novedades de superhéroes desde noviembre y a Olivares cada vez llegan menos. No es que quiera comprarlos todos, de ninguna manera, pero como mínimo me gustaría ver alguna de esas novedades que aparecen en los famosos listados de novedades.

De todas formas, la escasez de grapas superheroicas no me molesta. Sí lo hace, y mucho, el que National Geographic se haya olvidado de dónde vivimos. No nos han llegado los números de septiembre, noviembre, diciembre ni enero. El de octubre creo que llegó de milagro.

Los números de NGSM de cada mes siempre han llegado en los últimos días del mes anterior. Si se ha retrasado alguna vez, es tan anecdótico que ni lo recuerdo. El caso es que jamás había fallado en diez años. El de septiembre no llegó en agosto y, cuando pasaron las suficientes semanas como para asegurarnos de que ya no iba a llegar, en la editorial se apuntaron nuestra reclamación.

El de octubre sí llegó, para despistarnos y hacernos creer que todo funcionaba como de costumbre, pero el de noviembre, que adjuntaba un especial para su distribución en quioscos, no. El «trato especial» que recibimos los suscriptores es que tenemos que preocuparnos y acordarnos de pedir el número extra aparte. Gratis, eso sí.

Les he llamado más o menos cada dos semanas desde hace cinco meses y los números están más que repedidos. Sin embargo, la respuesta es siempre la misma: todavía no han salido. No entiendo cómo ni siquiera el número de septiembre está en camino. Parece que cambiaron de distribuidora, que la vieja distribuidora no le explicó a la nueva dónde tiene que entregar las revistas, y que la orden de reenviar los números no ha llegado al almacén. Todo junto resulta en una gestión lamentable. Solución: la suscripción caducaba este mes y no la hemos renovado. El ejemplar de febrero ya está en los quioscos y es el primero que sostengo en meses. Lo admito: soy un yonki de la National.

El lunes me contaron que la distribución del número de enero, junto con el especial de noviembre, se había retrasado y no había empezado hasta la semana pasada. Otra cosa es que me lo crea, porque el de febrero ya está disponible. Por ahora, hemos dejado de depender de que nos la traigan a casa y podremos volver a leer la revista con regularidad.

Claro que tendré que volver a llamar para que me confirmen si nos han cancelado o no de verdad, porque me pareció demasiado fácil. Y para seguir insistiendo, que cinco números es mucha lectura pendiente.

dilluns, d’octubre 15, 2007

LOBEZNO DE DAVID AJA

Alejemos el rencor de nuestra vida diaria y permitamos que los buenos sentimientos nos invadan. (Comprobado: el cabreo reduce las defensas del organismo, expuesto a la amenaza constante de los virus y el frío. Resultado: resfriado).

El sábado me llevé una alegría en el quiosco. No estaba el último número de 52*, pero encontré esto:

«¡Hala! ¡Qué portada más molona! ¡¡Y dibuja David Aja, que resulta que ha nacido en la misma península que uno!! Pa' la saca».

Para no parecer tan impulsivo como un comprador patológico de tebeos, lo abro y lo hojeo. Salvo Origins, no he seguido ninguna colección de Lobezno (bueno, algún número suelto), y no me apetecía comprar un número que formara parte de una historia mayor. «Es un especial. Y parece una historia autoconclusiva. Tiene buena pinta».

«Sí que es él: el dibujo se parece al del Daredevil Vol. 2 #88. Y... no me lo puedo creer: ¡¡un artículo DE TRES PÁGINAS sobre el dibujante!! Pues no ha llovido desde que no veo semejante derroche de páginas en un solo artículo. Esto cae. Escribe David Lapham, que no me ha dejado pero ningún buen sabor de boca tras su miniserie Daredevil vs. Punisher: Means and Ends (aunque será cuestión de echar un vistazo a su Stray Bullets para formarme mejor opinión del chico), publicada por Panini a traición en los números 14 a 19 del actual volumen de Daredevil, pero David Aja y el artículo compensan de sobra».

La historia parece un cruce entre Hellboy pero con personalidad y un cóctel descafeinado de Expediente X. El guión no es nada del otro mundo, pero el dibujo merece la pena.

Todo esto me lleva a pensar: ¿qué pasaría si de la noche a la mañana las editoriales volvieran a editar bien? ¡¡Sería la ruina de los lectores!! Por favor, seguid como hasta ahora. Que este número de Lobezno sea recordado como una excepción.

* Que, por otra parte, parece no haber llegado todavía a ningún sitio. Con lo bien que funcionó la distribución durante el temido verano, ¿a qué se pueden deber los retrasos de las últimas semanas? (Sé que a nadie le interesa, pero servidor es quien ha aceptado la propuesta de avisar cada vez que un ejemplar de 52 llega a Gandia. Se trata de mi buena acción anual).

dimecres, d’agost 01, 2007

JUNTITOS ESTABAN LOS TRES

En uno de esos milagros de distribución asincrónica, el viernes pasado podían encontrarse en Palma no sólo el número de 52 correspondiente a la semana pasada, sino también el de hoy y el del miércoles que viene.

Es lo que tiene agosto. Todo lo que puedan adelantar ahora los distribuidores, es tiempo que pueden invertir en vacaciones o en curarse de posibles retrasos futuros.

¡En Palma viven en el futuro!

dissabte, de juliol 07, 2007

DOUBLE-SIZED 100TH ANNIVERSARY ISSUE!

Ha amanecido una jornada aciaga en la historia de la distribución en Gandia. Hoy, no hay tebeos. Oremos a Santa Hebdomadaria, patrona de la distribución, para que el lunes tengamos en nuestras manos nuestra ración de cuadernillos de colores:

«Porque nosotros no hemos traído nada al mundo y nada podemos llevarnos de él». (I Timoteo, 6.7). [Ésta es la gran verdad que el capitalismo se esfuerza por ocultarnos cada segundo de nuestras vidas].

Un día sin tebeos me proporciona más tiempo para escribir aquí. ¿De qué podría hablar hoy? ¡Espera! Si blogger lleva bien las cuentas, ¡el de hoy es mi texto número 100! (mmm... 100 entradas en unos 20 meses no es un dato para echar cohetes, precisamente. ¡Calla! La gente no tiene memoria, no se lo recuerdes). ¡Empecemos!:

Puede que ninguno le hayáis echado un vistazo a este interesante enlace. Yo insisto. Vale, el texto de Anton Szandor LaVey es una locura paranoica, pero esto no equivale a decir que sea una ficción, pues incluye reflexiones / advertencias interesantes (además de locuras paranoicas y conspirativas, que me encantan). Mi preferida es la del ruido blanco, idea apuntada hace décadas por Umberto Eco:

«En el campo de la música ligera [...] el disco, la radio, el hilo musical, y el juke box proporcionan al hombre de hoy una especie de "continuum" musical en el cual moverse en todos los momentos del día. El despertar, las comidas, el trabajo, las compras en los grandes almacenes, la diversión, el viaje en coche, el amor, la excursión, el momento que precede al sueño, se desarrollan en este "acuario sonoro" en el que la música ya no se consume como música, sino como "rumor". Este rumor se ha hecho hasta tal punto indispensable que sólo dentro de algunas generaciones será posible percatarse del efecto de semejante práctica sobre la estructura nerviosa de la sociedad». [Apocalípticos e integrados (1964), p.291. Tusquets. Barcelona: 2001].

Este argumento, para mí, no incluye sólo la música, sino que puede extenderse a todos los ruidos producidos por los electrodomésticos que nos envuelven, arrullan y adormecen. Ese «dentro de algunas generaciones» es nuestro presente. En este instante, mi entorno sonoro se compone del ventilador del portátil, de una canción que escucha mi madre en el piso de arriba, del rumor de algún vehículo que circula por la calle y de algún ocasional pajarillo. Desde la revolución industrial, el hombre ha cedido el puesto a las máquinas creadas por él como principales generadores de ruido en los núcleos urbanos. Es sintomática la sensación que nos aborda cuando se para el aire acondicionado, apagamos el ordenador, extraemos la llave del contacto del coche. "Así que esto es el silencio", pensamos. "Me incomoda", sentimos. A esta extrañeza e incomodidad se refiere Eco cuando anuncia el efecto que produce el ruido continuado en nuestro sistema nervioso.

Otra consecuencia maligna de los electrodomésticos, no apuntada por LaVey, es la opción de standby, que posibilita que las empresas de energía se enriquezcan las 24 horas del día durante los 365 días del año aunque no estemos usando los aparatos. Esa comodidad, tan práctica a primera vista, de encender el televisor con el mando a distancia, es una herida que le podríamos ahorrar al planeta. El mando a distancia, sin embargo, no es la única excusa para la proliferación del standby en nuestras casas. La aplicación más diabólica del standby son los relojitos que sin venir a cuento acompañan los electrodomésticos. La cadena musical, el microondas, el horno, tienen reloj. El vídeo, el reproductor DVD y la radio. ¿Habéis contado cuántos relojes tenéis en vuestras casas? Demasiados. ¿Y para qué sirven, mas que para gastar luz y recordarnos nuestra esclavitud del tiempo? ¿No nos basta con el reloj del móvil o el de pulsera -quien todavía lleve? ¿No es un incordio, cada vez que se va la luz, poner todos esos relojes digitales en hora? ¿No os genera ansiedad que parpadeen incesantemente, esperando a que cedamos y los pongamos, por fin, en hora? Sabed que cada vez que los ponemos en hora perpetuamos la relación de esclavitud entre el tiempo y nosotros, sus inventores y vasallos. Sabed también que existe otra forma para que dejen de parpadear: desenchufándolos.

Esto del tiempo me lleva a otro texto incluido en Cultura del apocalipsis que, entre licántropos, necrófilos, psicópatas, esquizofrénicos, faquires, satanistas, eugenesistas y la influencia de las sociedades secretas en el orden mundial, más me impactó. Es el titulado «La agricultura, motor maligno de la civilización», escrito por John Zerzan (los valientes lo pueden encontrar aquí en inglés). Ya el título llama la atención, no se puede negar. El primer párrafo dice lo siguiente:

«La agricultura, base indispensable de la civilización, apareció originalmente a medida que surgieron el tiempo, el lenguaje, los números y el arte. Como materialización de la alienación, la agricultura es el triunfo del alejamiento y la línea divisoria definitiva entre la cultura y la naturaleza, y entre unos y otros humanos» (p.367).

Empieza fuerte y no hace sino coger velocidad. Yo sabía que el origen de la escritura estaba ligado a la agricultura, por aquello de la necesidad de llevar un control de las cosechas y de las transacciones agrícolas, pero no había caído en que la idea del tiempo (un concepto mental) también es resultado de la Revolución Neolítica. Antes de la agricultura existían, sí, los días, pero no el hoy, ni el mañana, ni el ayer, ni el dentro de un mes ni la semana que viene. El control de la producción agrícola y ganadera exige fijarse en el cambio de las estaciones para determinar cuándo es más conveniente sembrar o segar tal o cual legumbre o cereal, cuándo están en celo las cabras o cuánto dura el embarazo de una vaca. Un ciclo de las estaciones es un año y de repente, con cada circunvolución, somos un año más viejos. Al recolector-cazador paleolítico todo esto se la suda.

Lo del tiempo ya me pareció curioso, pero hay más. La agricultura (como también dice el artículo de Wikipedia sobre la Revolución Neolítica que os he enlazado más arriba) conlleva el sedentarismo y el incremento de la población, cuya densidad y concentración en ciudades empieza a aumentar, lo que a su vez origina las enfermedades endémicas. Nace la propiedad privada, las ciudades estado y la organización social, que han devenido en guerras y en el exterminio masivo de hermanos.

La agricultura no es mejor ni más segura que la recolección porque concentramos nuestros esfuerzos en un número limitado de cultivos (menor variedad de alimento, dieta más pobre) que dependen de las inclemencias del tiempo, culpables de las buenas y las malas cosechas. Éstas son fuente de pobreza, hambrunas y enfermedades.

«El desequilibrio ecológico provocado por los monocultivos y los fertilizantes sintéticos provoca enormes aumentos en las enfermedades y plagas del cultivo; desde la II Guerra Mundial, las cosechas perdidas debido a los insectos se han duplicado» (p.386).

Los libros de texto de nuestro sistema de adoctrinamiento señalan que el paso de una sociedad paleolítica a una neolítica es bueno, y que posibilita el surgimiento de excedentes en la producción (léase "depósito bancario" y "ahorro"), así como la división y especialización del trabajo y el progreso. Todos estos argumentos no son sino justificaciones establecidas desde un punto de vista que justifica el sistema actual capitalista, como si el gérmen del capitalismo tuviera 10000 años y fuera el orden natural de las cosas. Pues bien, no lo es. Si los siglos de progreso de la humanidad que nos han vendido es a costa de un deterioro exponencial del entorno que conducirá a nuestra extinción, el progreso ya no me parece tal. (Claro que... la extinción de las especies no es más que un proceso natural, y si en lugar de extinguirnos regresamos a un estadio anterior, pues no estaría tan mal).

El progreso mismo no es algo real, sino otro concepto mental, un estereotipo, como muy bien explica Walter Lippmann en su libro de 1922 La opinión pública (llevo una semana con él y es el libro más inteligente que he leído en mi vida):

«[La teoría de la evolución] pasó de ser una hipótesis biológica de carácter técnico a convertirse en fuente de inspiración de prácticamente todas las áreas del conocimiento: modales y costumbres, morales, religiones, filosofías, artes, máquinas de vapor, tranvías eléctricos... todo "evolucionó". La palabra "evolución" se convirtió en un término muy general, pero también muy impreciso. [...] El profesor Bury explica cuánto tiempo hubo de transcurrir hasta que la idea de progreso dejó de ser un juguete especulativo. "A las ideas especulativas no les resulta sencillo", dice, "penetrar en la conciencia general de la comunidad y transmitir información, hasta que asumen alguna forma externa y concreta u obtienen el beneplácito de alguna prueba material de naturaleza asombrosa. En el caso del progreso, ambas condiciones se cumplieron (en Inglaterra) entre 1820 y 1850". La revolución mecánica se encargó de proporcionarnos la prueba más asombrosa. "Los individuos nacidos a principio de siglo han visto antes de cumplir los 30 el rápido desarrollo experimentado por la navegación a vapor, la iluminación de pueblos y hogares mediante gas y la inauguración del primer ferrocarril". Milagros de esta índole forjaron en la conciencia del ciudadano medio la idea de la fe en la capacidad de perfeccionamiento del progreso humano». [pp. 102-103. Langre. Madrid: 2003].

Zerzan concluye su texto (y yo también, de paso) con una cita de los antropólogos Richard B. Lee e Irven DeVore, (¡ey! ¡Cita a gente de verdad!) quienes se colocan en el lugar de unos posibles arqueólogos interplanetarios del futuro que arriban a nuestro planeta y hallan restos de «...un periodo muy largo y estable de caza a pequeña escala y de recolección que fue seguido por un florecimiento aparentemente instantáneo de la tecnología... que condujo a una rápida extinción. "Estratigráficamente", el origen de la agricultura y la destrucción termonuclear parecerán básicamente simultáneos» (pp. 389-390).

Ea, ahí queda el último texto largo que veréis por aquí hasta que tenga ganas de volver a perder otra tarde. ¿Cómo? ¿Que debería haber parado hace diez párrafos? ¡Pero entonces no sería un double-sized 100th anniversary issue! ¡Venga! ¡Ahora a por el dos...! ¡...a por el ciento uno!

divendres, de maig 11, 2007

LA DISTRIBUCIÓN EN 1992

Nada, que se hernia uno el domingo escribiendo para que la gente tenga algo que leer (no necesariamente interesante) durante la semana y así se le recompensa, sin comentario alguno. Lo de herniarse es un decir, claro. Y lo de gente, también, pues dudo que uno o dos lectores extraviados puedan considerarse pluralidad de personas. Pero bueno, nadie dijo que la fama fuera fácil.

Ni el recurrir al pervertido de la Renfe de Valencia os inspira nada. Me obligaréis a rebajarme en un todo por la audiencia y describir al pervertido que teclea estas letras. Otro día. Ahora, antes de introducir un tema de verdad, una pausa.

Estoy hasta los huevos. Cómo habrá que decirlo. Qué tendrá que pasar. Lo que estamos teniendo en la Safor desde el martes, este calor infernal, NO ES BUEN TIEMPO. A no ser, claro, que en el futuro nos guste vivir en un desierto. Que haga tanto Sol no es bueno. Tomar el Sol es peligroso. El calor puede provocar la muerte. Buen tiempo, agradable y saludable, es que esté nublado y lloviznee un poco, incluso que truene y diluvie. Por eso, desde aquí, propongo la aniquilación del Sol sin cuartel, y declaro la guerra a la alegría y los buenos sentimientos que este "buen tiempo" induce en los mortales al derretirles los sesos. También solicito una mutación del lenguaje que modela la realidad.

Tras la pausa, y como prueba de que la bondad no me ha abandonado aún del todo, recuperaré de mi memoria un recuerdo agradable como parte de la terapia que sigo, consistente en extirpar, extraer, exorcizar, esa clase de remembranzas, para aprender a reconocerlas y que no me invadan nunca más.

Ocurrió en 1992. Antes de las Olimpiadas. Servidor se hallaba en casa en cama víctima de algún tipo de grave enfermedad. No sería nada, pero no recuerdo haber guardado cama tanto tiempo después de aquello (¿sería entonces cuando morí y mis pensamientos fueron introducidos en el cuerpo de un miembro de la Iniciativa Dharma?). Había pasado por quirófano unos años antes, y por ello había recibido unos álbumes de Tintín que todavía están fechados como "16·3·88 Operación Jordi". Sí, me pasé las fallas en el hospital. ¡Dios mío! Acabo de caer. ¿Sería entonces cuando me sometieron a la extirpación de las glándulas falleras y me transformaron en un valencianito defectuoso? Bueno, el caso es que en el momento de los hechos contaba con antecedentes. En la primavera del 92 volvió a ocurrir: mi padre trajo un tebeo a su hijo enfermo. En esta ocasión fue, creo, el número 100 de Súper Mortadelo, que incluía un póster de regalo para celebrar la efemérides. Ya aquel día, en la cama, pensé que se trataba de un acontecimiento de dadivosidad excepcional, y me alegró más incluso que los tintines. Si me sorprendió el presente de mi padre, pasmado me dejó el hecho de que todavía hubiera sido capaz de localizar en los quioscos, adquirir y traer a casa algunos de los números anteriores al #100. Creo recordar que, ya sano, yo mismo encontré alguno en algún expositor, hasta el punto de juntar todos los ejemplares desde el número 86 (con excepción del #98 y #99). Aquello me introdujo en los senderos inescrutables, procelosos e impredecibles de la distribución. ¿De qué forma habían sobrevivido hasta seis meses esos números de Súper Mortadelo, yaciendo sin amo entre revistas no relacionadas, acosados diariamente por las devoluciones? Sin duda lo mágico, lo maravilloso, tiene mucho que ver en ello.

Por supuesto, había leído (y releído y releído) y guardado ya algunos tebeos antes de 1992. Pero fue aquel hecho el que me introdujo en la compra personal de tebeos en quiosco, que se vio reafirmada con la salida de Dragon Ball ese mismo año. Con Dragon Ball Planeta consiguió, no sé cómo, la distribución semanal. Durante 153 semanas. Tres años. ¡Y qué tres años! No recuerdo graves demoras, o no fui consciente de ellas. Dentro de muy poco lo volverá a intentar con 52, la serie semanal de DC que sucede entre Crisis Infinita y Un año después. Expectantes nos tiene sobre si será capaz de repetir la empresa.

diumenge, de maig 06, 2007

MINI CÁPSULAS DEL SÁBADO

Aquí estamos de nuevo. De acuerdo, las últimas cápsulas no gozaron de demasiado apoyo popular, pero es un formato que a mí me vale para las observaciones breves. Quedan aquí expuestas en orden cronológico, sin retconeos de ningún tipo. [Aviso para los lectores selectivos: casi no voy a hablar de tebeos.]

1.
Los tebeos del mes de abril llegaron a Futur@ en la última semana del mes. A Olivares, el quiosco con más oferta de Gandia, algunos ya habían llegado la semana anterior (entonces me hice con mi Daredevil). Lo digo porque será bonito ver cómo se las arregla el distribuidor de Futur@ durante todo un año cuando dentro de dos semanas, o eso prometen, empiece 52, la serie semanal de DC que sigue a Crisis Infinita.

2.
Con su cara melancólica tras la mampara de cristal, jamás había contemplado las piernas de la taquillera de la Vital. Qué casualidad que justo al día siguiente de enterarme de que tiene un flickr, nos la encontremos en el Rockadelic de la playa. Sí, está buenísima, pero eso ya lo sabíamos.

3.
Debido a un extraño fenómeno sociológico-mental muy extendido por aquí, un par de hombres con "mala pinta" que se sientan cerca de mí en el tren me parecen menos peligrosos cuando empiezan a hablar en valenciano.

4.
No tenían el libro que buscaba (Cultura del apocalipsis, de Adam Parfrey; de hecho, me dijeron que no les ha entrado en los últimos cuatro años) y nos pusimos a mirar los deuvedés de la FNAC de Valencia. Y los precios. Aun encontrándolas carísimas, me parece legítimo que una multinacional del ocio quiera tangarme 30 euros por una película producida por personas vivas que quieran ganar dinero, tanto por haberla realizado directamente como por haberla financiado arriesgando su capital. Pero vender por 18 euros una película realizada hace más de ochenta años, como es Sunrise, de Murnau (que no he visto pero a la que le tengo muchas ganas), cuando no debe quedar vivo nadie del equipo, y cuando lo único que ha hecho la productora es rescatarla de su catálogo, me parece una de las formas más aberrantes del capitalismo. Es ganar dinero por ganar dinero. No hay compensación por ningún trabajo.

5.
No es el único, pero a éste lo tengo fichado y recordaba su cara. Cuando se acaba la tarde, suele presentarse en los servicios de la Estació del Nord de Valencia. Se pasea, se apoya en los lavabos, se mete la mano izquierda en el bolsillo, lanza miradas, nos ve entrar, nos ve salir, mueve su mano izquierda en el bolsillo. No hace daño a nadie, pero me retuerce por dentro.

6.
El tren que sale a las 22:41h de Valencia para en Cullera. Una mujer se asoma por la puerta y pregunta si es Xeraco. Que está muy oscuro y que no lee el nombre. ¿No es Xeraco? Deberían decirlo. La respuesta que oigo en mi cabeza: "Diuen la parada que és, senyora, no la que no és".

7.
Leo el último tomo de Hulk, el 9, atraído por la nueva saga que empieza, Planeta Hulk. La historia está bastante bien, pero la edición de Panini no. El volumen incluye cuatro números (92 a 95) de la serie original, y en la primera página, de créditos, aparecen los nombres de dos guionistas, cuatro dibujantes, tres entintadores y tres coloristas. Así, al montón, sin saber quién ha participado en qué número. Eso es respeto por los autores. Punto y aparte son las portadas semirrígidas de cartón y el encolado en el lomo, que dificultan manipular el volumen tranquilamente. Ay, cómo echo de menos las ediciones de Planeta. Estos de Panini se merecen una carta. ["¿No tienes nada mejor que hacer, Jordi?", "¿Que ayudar a mejorar el mercado? Sin duda, no".]

divendres, d’abril 06, 2007

VEINTE MINUTOS EN FUTUR@

A última hora de la tarde de ayer me pasé por lo más parecido a una tienda de cómics que tiene Gandia. Por nada en particular: por echar un vistazo, guarecerme de la llovizna vespertina (habitual de estos días), comprobar si ya habían traído algunas novedades de abril, ver relucientes tebeos de colorines. Así, mirando la estantería, cogiendo ejemplares, hojeándolos y devolviéndolos a su lugar (y dejarlos, todo sea dicho, más ordenados de lo que estaban), ocupé un agradable cuarto de hora largo. Y no compré nada.

Me venía a la cabeza una frase que Bart Simpson pronuncia en el número #1 de Bartman (aparecido en EEUU en diciembre de 1993 y por aquí, así de memoria, en el verano de 1996; cosas de la magnífica labor de Ediciones B, que jamás fechaba los tebeos de los Simpson ni que le fuera la vida en ello): «¿Hay algo que inspire más adoración en la verde tierra de Dios que una estantería atiborrada de tebeos en el punto álgido del verano?». Si lo hay, al menos, no está a mi alcance. (Me ha costado un rato localizar la frase de marras).

Novedades del mes, pocas. Lo más atractivo, a pesar de su reducido tamaño, El informe 11-S, editado por Panini (y no, no os he puesto el enlace oficial porque el sitio de Panini Cómics es de lo peorcito que uno puede encontrar; de nada). Como el estilo de la narración es totalmente estadounidense (esto es, de cómic de superhéroes, mainstream, pijamero o como queráis llamarlo), esperaba la obra en formato comic-book, pero según he podido comprobar en Amazon, parece ser que ese tamaño que me resulta un poco pequeño, casi de bolsillo, es el mismo que el original, así que nada que reprochar (a no ser que me haya confundido convirtiendo pulgadas en centímetros). Es un tebeo (y no "novela gráfica", como reza la portada; escupo y escupiré mil veces sobre ese calificativo) que supongo que caerá algún día, más pronto que tarde, a pesar del precio (cinco euros menos sería perfecto). Y por supuesto me tira mucho más que leerme la traducción española del informe, que cuesta 18 (dos menos) y sale por tanto más cara. El cálculo es sencillo: al mismo precio, y sin que tenga por qué tratarse de la misma obra, un tebeo resulta más barato porque ofrece texto e imagen, el trabajo del guionista sumado al del dibujante. Por ejemplo, la edición de Planeta de V de Vendetta, a 18 euros, no sólo es más barata que un libro que cueste lo mismo, sino (esta vez en una comparación "a peso" y "por tamaño", además del precio, claro) que también lo es respecto de El informe 11-S. Por tanto, en el caso de que tenga 20 euros en la mano que pueda dedicar a comprar un solo tebeo (este detalle es importante), los gastaré en otros títulos que me compensen (subjetivamente) más, esto es: completar la colección de Will Eisner, hacerme con otras obras de Joe Sacco, o con los tebeos que Jack Kirby realizó en DC, u otro volumen de Rip Kirby (y tal vez alguna cosilla más, pero estos son los básicos).

Novedades del mes, pocas, pero porque la tienda tiene una relación rara con el distribuidor (o tal vez no la tenga). A punto he estado de caer con el especial Illuminati de Los Nuevos Vengadores, preludio de la Civil War, pero... ¡2.50! ¡Con menos del doble me hago con un número de El cuarto mundo de Jack Kirby, que no sólo seguro que es mejor sino que me cundiría más! Lástima que de ésta sólo tuvieran los números #5 y #6; de haber estado el #1 habría sido más de lo que hubiera podido resistir. Si tiene que caer la Civil War, que sea sin preludios ni chantajes completistas.

Ni rastro del Daredevil de Brubaker, ni de Green Lantern, ni de Sandman, ni de La cosa del pantano. Lo que me lleva a pensar que no sólo hay que hablar de los tebeos cuando salen, sino también cuando no salen, que es la mayor parte del tiempo. Mirando los tebeos que no iba a comprar, he descubierto que en Marvel Team-Up Spiderman llevan unos meses publicando una historia de los cómics Marvel que me puede resultar útil para el proyecto. Pero como esta semana se ha anunciado (también por parte de Panini) el inicio de la publicación de los doce tomos de Una historia de los cómics, y como el que hará el número 4 será todo para Marvel, servidor se huele que el contenido no puede variar mucho y estará más ampliado (espero).

Sobre el proyecto hablaré la semana que viene. Hoy habéis descubierto que ser lector de tebeos ha hecho de mí un pesetero. Y es que cuando la diferencia entre tener dos euros y no tenerlos, afecta a tener un tebeo, o no tenerlo... la curva del confort y de la frivolidad occidental se encuentra en un lugar tan alto que sólo puede descender.
 
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